A comienzos de los 2000, y luego de poco más de una década, la firma Calvin Klein, creada en 1968 por Calvin Klein, marcaba las salidas del brasileño Francisco Costa y del italiano Italo Zucchelli, diseñadores de las colecciones femeninas y masculinas respectivamente de lo que se conocía como Calvin Klein Collection, la línea de lujo de la marca. Para la compañía Van Heusen, dueña de CK, ambos diseñadores no estaban en los planes futuros y fueron reemplazados por un director creativo.
La llegada de Simons supuso una expectativa superlativa en el mundo de la moda. El diseñador belga, hasta ese momento dueño y director creativo de la marca de moda masculina bajo su nombre, venía de trabajar en Jil Sander desde Milán y luego tres años en Dior desde la Ciudad Luz.
Su desembarco en la Gran Manzana completaba un cuadro de situación para la tradicional firma estadounidense y una esperanza para los amantes del estilo norteamericano. Calvin Klein apostaba ciegamente y ciento por ciento a un diseñador conceptual, a un diseñador europeo perteneciente al corazón del Viejo Continente.
Raf Simons era ese bicho raro salido del semillero de lo que se llamó los diseñadores belgas, un grupo de creativos de moda salidos de la Academia de Amberes que revolucionó la moda en los años 80. Para la industria norteamericana, su estilo sutil, radical y rompedor era el que necsitaban.
Un currículum brillante
Era el verano del 2005 cuando Raf Simons fue nombrado director creativo de la firma milanesa Jil Sander, ese oasis de moda minimalista y exquisita que impuso la diseñadora alemana Jil Sander en los 90.
Las colecciones de la nueva direccion creativa fueron alabadas de uno y otro lado del Atlántico y varias veces llamadas “colecciones perfectas” por la calidad, novedad y actualidad de los diseños.
Los poderosos grupos económicos, en definitiva, los dueños de marcas y diseñadores del mundo de la moda, tentaron con éxito al diseñador como Eva y la manzana lo hicieran con Adan en el Paraíso.
Es así que en abril de 2012 tras la bochornosa salida de John Galliano de Dior, Simons fue nombrado director creativo de la boutique ubicada en el 30 de la Avenida Montaigne. De esta manera la moda escribía un nuevo capítulo en un momento donde los diseñadores saltaban de una firma a otra en un baile de la silla que parecía no tener final. Fueron años intensos y prolíficos para la casa de Francia.
Calvin Klein anunció la incorporación de Raf Simons en agosto del 2016. Con el desembarco belga en el gran país del norte también llegó el bautismo CALVIN KLEIN 205W39NYC, un nombre con mayúsculas enfatizando una nueva era que, además, puso en valor a la tradicional dirección de la tienda en NYC.
Un detalle nada casual ya que parte de las muchas libertades que tuvo Simons fue también hacerse cargo de la imagen de las tiendas junto al artista plástico de Los Angeles Sterling Ruby. Su arribo supuso una transformación total, tuvo carta blanca para absolutamente todo: el diseño de las colecciones masculinas y femeninas, la imagen publicitaria, las líneas de ropa interior y las de denim.
Una colección política
La presidencia de Donald Trump comenzó el 20 de enero de 2017 y supuso una división en la sociedad. El mundo de la moda casi en su totalidad estuvo en contra de sus ideas y acciones políticas y sociales desde el principio. Y el fashion business, que venía de capa caída, no tardó en demostrar su enojo y desacuerdo. Muchos diseñadores emigraron y comenzaron a presentar sus colecciones en París enfatizando su desacuerdo con el nuevo presidente. En Estados Unidos, Raf Simons no fue la excepción.
En el desfile debut realzó el imaginario americano y las tradiciones nacionalistas. El 10 de febrero de ese mismo año, en una ciudad helada y con las expectativas tan altas como los rascacielos de Manhattan Nueva York recibió un homenaje a Estados Unidos de Norteamérica.
Según las propias palabras de Simons: (la colección) refleja el escenario hoy. Todas las personas con diferentes estilos y códigos de vestir. Es el futuro, el pasado, Art Déco, la ciudad… todas las cosas y ninguna. No es una época, no es un look. Es todas las personalidades e individuos en uno, como lo que es América en sí. Es su belleza y sentimiento.
Con la sutileza que define sus diseños, el diseñador dio una personal y nueva vuelta de rosca al estilo norteamericano de clásicos como la camisa de denim y también los jeans, pero se centró sobre todo en la moda, en revivir piezas clásicas que siempre estuvieron en el ADN de la marca. Su personalísima mirada y su concepto respecto de las siluetas le dieron contemporaneidad desde el minuto uno.
Y también desde ese minuto se marcó una postura política. Cuando se encendieron las luces sonó fuerte la primera proclama. Una versión de la canción This is Not America sonaba de manera delicada, casi como un susurro, como un mantra que puso sobre aviso a los asistentes. Con esta canción, Simons a través de Calvin Klein, dio el primer cachetazo al nuevo presidente, le siguió In Dreams de Roy Orbison.
Hacia el final llegó una nueva pancarta musical: la versión de This is Not America cantado por David Bowie levantaba la voz mientras la fila caminaba por última vez. Fue un homenaje a Estados Unidos a través de la ropa con prendas concretas destacadas de la moda norteamericana que incluyeron hasta la bandera reformulada en una falda. La misión de Simons fue rescatar la cultura norteamericana en una sutil y elegante declaración de moda y política. Por esta colección disruptiva ese mismo año recibió el premio de parte del CFDA, el consejo de moda estadounidense como mejor diseñador de moda femenina.
Raf Simons dejó Calvin Klein por diferencias creativas, no por politizar a la marca. El comunicado que notificaba su salida llegó en en 2018, en plena época de Navidad, y la noticia fue precisa y escueta: "decidimos finalizar amistosamente la relación después de que Calvin Klein Inc. decidió apostar por una nueva dirección de marca que difiere de la visión creativa de Simons”
La moda y la política no son mundos separados que transitan carriles paralelos, se nutren y potencian. Y muchas veces se cruzan en un carrefour que podemos decir que se asemejan a las autopistas de Estados Unidos.