El Día de la Madre es una fecha especial para honrar y reflexionar sobre ese rol fundamental en la vida. Más allá de los regalos y los abrazos, este domingo tenemos la oportunidad de profundizar en la importancia de explorar las dinámicas de los vínculos entre madres e hijos.
La fecha también es un recordatorio de que cada uno de nosotros lleva a mamá consigo a lo largo de la vida y esto nos va a permitir tener fuerza para concretar proyectos, mejorar nuestra relación con el dinero y entrar a la adultez.
La ternura es una cualidad invaluable en esta relación puesto que luego nos va a dar la seguridad en nuestra vida adulta.
Como hijos, si tenemos a nuestra madre presente, o incluso si ya no está en este plano, es importante poder expresarle la declaración de Te Quiero. Es un gesto que contribuye a la aceptación del vínculo construido.
Desde la ontología del ser y la mirada sistémica, aceptar y agradecer a nuestras madres es una práctica esencial.
Ellas son las raíces de nuestra existencia; el vínculo que nos conecta con el mundo desde el primer aliento.
Integrar a mamá en nuestro corazón implica reconocer que ella nos dio la vida. Es aceptar ese vínculo tal cual es, sea una madre muy presente, amorosa o sobreprotectora o incluso abandónica o que no conocimos.
Luego, un aspecto importante a considerar en la relación madre-hijo es la jerarquía.
A medida que los hijos entran en la etapa de la adolescencia, es natural que busquen su independencia y desafíen las estructuras familiares. Aunque es importante empatizar con lo que están experimentando, no debemos olvidar que el papel de una madre va más allá de ser amiga.
La jerarquía en el vínculo con los hijos les proporciona una guía necesaria. Es importante recordar que es la persona adulta quien pone las reglas.
Claro que el papel de madre muchas veces se combina con la vida laboral y la responsabilidad doméstica, lo que puede resultar abrumador.
Según datos del INDEC, la dedicación desigual de las tareas domésticas sigue siendo un desafío para muchas mujeres.
Por eso, en este día, el mejor regalo que un hijo puede dar es el tiempo. Tiempo para que mamá se cuide a sí misma, se relaje y se reconecte consigo misma, por ejemplo.
La sobreexigencia en el papel de madre debe ceder espacio al cuidado de sí misma, porque solo cuando mamá está bien puede brindar lo mejor a sus hijos.
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Fuente: Manuel Colombo, coach ontológico