“Dientes de flores, cofia de rocío, manos de hierbas, tú, nodriza fina, tenme prestas las sábanas terrosas y el edredón de musgos escardados.”.
Alfonsina Storni. (1892 - 1938)
Una ciudad con puerto y balneario. Una vasta playa con acantilados y el mar, bravo y belicoso sobre la costa. Una costa con arena de grano fino compuesta por cuarzo y minerales como el nácar, hematita y zircón. Mar del Plata, fundada por Patricio Peralta Ramos en 1874, se convirtió, años más tarde, en la ciudad elegida por la aristocracia porteña que fue tentada para soñar veranos, construyendo villas y residencias imitando los balnearios europeos de Biarritz o Brighton.
Después de 1880 en la costa del Barrio “La Perla” comenzaron a funcionar los balnearios “La Estrella Argentina” y “San Sebastián Argentino”, siendo un paraje desolado al norte de la zona balnearia.
Muchos inmigrantes arribaron a estas costas provenientes de Italia, encontrando el lugar donde sembrar su cultura, historia y economía de la ciudad. En septiembre de 1886 llegó el ferrocarril y lo que era un pueblo empezó su transformación a centro balneario para la élite primero, modelando con el tiempo el típico estereotipo del turista. Así, año tras año viajaban a Mar del Plata para disfrutar de la temporada con sus familias, sus baúles, su servicio -que contaba con cocineras, jardinero, chofer, mucamas y niñeras-.
El Puerto de Mar del Plata se encuentra en el extremo sur del Cabo Corrientes. Encerrado por dos importantes escolleras, la escollera Norte y Sur fue inaugurado en el año 1922 y es uno de los más grandes de Argentina dando trabajo portuario a muchos inmigrantes que continuaron con la faena pesquera como en su tierra natal.
La Familia Fiorito era de origen genovés, asentados en Barracas al Sur, hoy Avellaneda. Ligados a negocios inmobiliarios eran conocidos por donar el actual Hospital de Avellaneda, “Pedro Fiorito”.
En 1909 los hermanos mandaron a construir tres casas sobre un terreno en la esquina de Libertad y Salta de la zona de la Perla, conocidas como “Los Chalets de Fiorito”. Su diseño responde al academicismo francés, de amplia difusión en las principales ciudades del país entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Para entonces, la aristocracia elegía la zona de “la loma” para construir sus residencias, sin embargo, los Fiorito eligieron una zona modesta, donde residían mayormente inmigrantes italianos.
En 1891 Alfredo Martinez Vivot construyó un hotel de madera sobre la playa, por entonces desolada, con el nombre de “La Perla”, inspirado en un establecimiento de Biarritz. Este lugar daría el nombre, no sólo aquella franja costera sino también al barrio. Un incendio lo arrasó en 1934 y fue reemplazo por una de mampostería, con singular estilo europeo, que sobrevivió unas pocas décadas hasta su demolición. Muchos años después, el Balneario de La Perla sobre la playa fue obra del arquitecto Clorindo Testa quien lo diseñara en 1985.
Ideadas como viviendas para cada uno de los Fiorito, las casas eran prácticamente iguales, diferenciándose por las fachadas y cubiertas.
Villa Fiorito, a tan solo cuatro cuadras del mar, fue proyectada por el arquitecto genovés Alfredo Olivari como parte de un conjunto de tres residencias linderas, construidas en 1909 por la empresa constructora de los italianos Miguel Manelli y Juan Lemmi. Las casas de renta en esquinas junto a singulares viviendas unifamiliares fueron, a comienzos del siglo XX, de las obras más destacadas del arquitecto Olivari, muchas de ellas en los barrios de Belgrano, Monserrat y Recoleta de Buenos Aires. Penosamente aquí dos de ellas han sido demolidas, quedando en pie Villa Fiorito, que fue parte del conjunto de las casas de veraneo de la familia.
Dato Cementero:
La obra se destaca por la policromía que otorga el símil-piedra en tono natural y ladrillo, los friscos con piezas cerámicas en color turquesa y el plateado de la cubierta. Respecto a la cubierta, se trata de una típica mansarda con estructura de madera, revestimiento de tejuelas de zinc, y ocultos, lucarnas, chapitel y ornatos también de zinc. Esto la convierte en un ícono ejemplar en su tipo y materialidad dentro de la ciudad, y a pesar de las nuevas construcciones en altura que modificaron el entorno, su presencia sigue destacándose por la ubicación en esquina y el desarrollo de los plátanos, que se extienden por la calle Salta.
La residencia de estilo pintoresquista francés tiene 329 metros cuadrados repartidos entre planta baja, primero y segundo piso. Olivari adopta aquí un sesgo francés siguiendo las tipologías de los petit hotel que contó luego con reformas en los años sucesivos. La verticalidad, acusada por el chapitel principal y la marcada pendiente de la mansarda de zinc, dialoga con la horizontalidad dada por los efectos ornamentales, las balaustradas, los cornisamentos con modillones y denticulados, los frisos y crestería de remate. Los revoques de símil piedra en grises y rojos (simulando sillería de piedra y de ladrillo) se combinan con los detalles en mayólicas multicolores con motivos florales y guirnaldas, otorgando un rico efecto policromático. Los óculos de la mansarda y el remate del chapitel, profusamente decorados, completan la expresividad de “Villa Fiorito”, que se recorta en la esquina, entre los plátanos de la avenida.
La obra destaca por la policromía que otorga el simil-piedra en tono natural y ladrillo, los friscos con piezas cerámicas en color turquesa y el plateado de la cubierta, una típica mansarda con estructura de madera, revestimiento de tejuelas de zinc, y ocultos, lucarnas, chapitel y ornatos también de zinc; la convierte en un ícono ejemplar, en su tipo y materialidad, existente en la zona de la Perla.
Cuentan que sus interiores eran cálidos, destacándose una gran escalera de madera, con sus muros empapelados. Los bronces de los herrajes y las altas aberturas de las persianas, postigos, visillos y cortinados permitían graduar los efectos del frío y el calor. Una casa de verano que no contaba con espacio para parque, ni gran numero de personal como otras residencias de la elite porteña.
Con los años, la ausencia o completa insuficiencia de una política de preservación patrimonial, hizo que quedaran desprotegidas. Los Fiorito se vieron obligados a vender dos de las tres viviendas, quedando la restante como residencia veraniega de uno de los propietarios.
Actualmente cuenta con la declaratoria de Interés Patrimonial, manifestando un lenguaje arquitectónico que marcó una etapa de la historia en la ciudad de Mar del Plata. Algunos afirman que si pasan por su frente se puede constatar que la chapa de numeración es la original, citando el nombre de la ex Av. Uriburu, que precedió a la actual Libertad.
En octubre de 1938, Alfonsina Storni viaja a Mar del Plata y escribe su último poema titulado “Voy a dormir”. Las olas siguen rompiendo sobre la arena del balneario La Perla, donde dejó sus zapatos antes de arrojarse al mar, meciendo su recuerdo que late siempre vívido cada vez que alguien recita sus poemas.
Será que se emparenta el recuerdo de la poetisa con esta misteriosa residencia detenida en los tiempos de una esquina. Villa Fiorito aguarda en silencio, sorda al golpe de la puerta, a la espera de un mejor destino para preservar lo valioso que tuvimos.
Fuente: Silvia Yolanda Roma y María Eugenia Millares.
Fotos: Ente de Turismo y Cultura de Mar del Plata.
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