“La arquitectura empieza donde termina la ingeniería.”
Walter Gropius (1883 - 1969)
A través de suntuosas edificaciones que imitaron los diversos estilos arquitectónicos europeos, la planificación urbana en Buenos Aires hilvanó nuestra historia como la “Paris de Sudamérica”. La memoria de una esquina de Palermo reposa en el conocido edificio “La Colorada”, levantado allí en 1911, cuando la calle Cabello se llamaba Las Heras sur. En el imaginario colectivo, la ciudad soñaba con ser una gran metrópoli, “Haussmanizando” el plano urbano con la vocación palaciega de la clase dirigente de entonces, abriendo paso a la modernidad.
Los primeros edificios de departamentos habían aparecido en Buenos Aires en la última década del siglo XIX, cuando los inmuebles de seis pisos fueron construidos en la flamante Avenida de Mayo.
La llegada de una gran masa inmigratoria como eje central, impulsada por el aumento de la demanda de trabajadores, trajo como consecuencia la concentración demográfica, provocando la densificación en el área central de Buenos Aires. En este marco, el excedente de capital, gracias al modelo “for export”, unido a la aceleración del crecimiento poblacional, incentivó el mercado inmobiliario. De ahí que el elevado costo del suelo, sobre todo en áreas centrales, condujo a pensar la ciudad como una inversión alternativa y, en este caso, un edificio con una superficie total de 680 metros cuadrados.
Aparecen en escena los grandes edificios de renta de propiedad horizontal en contraposición a la arquitectura académica francesa o Art Nouveau. Un tipo de edificio de departamento que logró satisfacer las demandas de confort y exclusividad a que aspiraban los sectores altos de la sociedad porteña, mientras que las clases obreras se agrupaban en los conventillos al sur.
“La Colorada” fue proyectado y construido por Regis Pigeon, un ingeniero arquitecto británico del que casi nada se sabe, solo la placa resguarda su memoria como inversor y propietario. La esquina, sobre un único terreno de 25 metros de frente y un fondo de 26 metros, impacta por el escuadrón de ladrillos al desnudo representativos del neoclásico inglés, un lenguaje arquitectónico provocador para estas latitudes. El movimiento neoclásico en Inglaterra fue impulsado por los arquitectos William Benson, John Soane, James Wyatt y John Nash, floreciendo a mediados y finales del siglo XVIII y principios del XIX.
“La Colorada” viste un estilo poco común en Buenos Aires, una fachada completamente revestida en ladrillo colorado que lo bautiza, revelándose ante tanta obra palaciega. En el frente se utilizaron dos calidades de ladrillos diferentes: unos de acabado liso y otros de superficie rugosa, así conforman una icónica obra de arte arquitectónica para Palermo.
#DatoCementero:
Los icónicos ladrillos de La Colorada se importaron desde las islas británicas, en los barcos que volvían a Buenos Aires después de llevar granos a Londres. También fueron importadas las aberturas de madera, la pinotea de los pisos y todos los hierros que se utilizaron para montar la estructura portante, los puentes y pasillos que hacen a la circulación interna, las barandas, las rejas de puertas y ventanas y la marquesina ubicada sobre la entrada principal, en Cabello 3791.
Pilastras, cornisas, dinteles, ménsulas y aristas son algunos elementos que se destacan en las fachadas, generando un impacto visual perceptible a la mirada del pasante. Las aberturas de madera, la pinotea de los pisos y todos los hierros utilizados para ensamblar la estructura portante, sumado a los puentes y pasillos internos, las barandas y las rejas de puertas y balcones fueron importados, incluyendo la marquesina que destaca sus fachadas al ingreso. “La Colorada” tiene dos grandes fachadas que se repiten simétricamente. Además, el sistema estructural contaba con vigas de hierro, en lugar de hormigón armado, resaltando el diseño claramente británico.
Pigeon marcó un sello propio en estas edificaciones, obras que reprodujo como réplica casi exacta en la ciudad de Boston y dicen, otro en México llamado edificio “Río de Janeiro”, tratándose éste de una construcción de departamentos en una esquina del Distrito Federal.
“La Colorada” cuenta con subsuelo, planta baja y cuatro pisos de departamentos independientes, por entonces, para rentar. El sótano era originalmente el lugar donde se encontraban las habitaciones de servicio, donde se alojaba la servidumbre, viviendo en condiciones poco afortunadas. Más tarde, las costumbres cambiaron y los cuartos se transformaron en bauleras disponibles para los departamentos.
Ya en su interior y ocupando el hall, se destaca el gran protagonista del recinto, el único ascensor del edificio. Se trata de una pieza Roux-Combaluzier en hierro y madera, con capacidad para tres personas. La empresa francesa que lo fabricó es famosa por ser la misma que dotó de elevadores a la inigualable Torre Eiffel de Paris. Venerado casi como un tesoro, es una pieza de diseño que constituye el patrimonio del inmueble y sus propietarios lo saben. En nuestro país apenas llegaron unos pocos exponentes, otro de ellos se encuentra en la Casa Rosada.
Acompañan la escena una escalera de mármol y herrajes alumbrada por una extraordinaria claraboya central, una suerte de lucarna por donde se refleja una gran fuente de luz que ilumina naturalmente el hall.
Pigeon, con visión inversora, alquiló los departamentos al personal jerárquico de las empresas ferroviarias de capitales ingleses que en aquel tiempo trabajaban en nuestro país. Directores y gerentes, principalmente del Ferrocarril Central Argentino, que había empezado a funcionar en 1909, vivieron allí junto a sus familias alrededor de dos décadas.
Años más tarde fue adquirido en block por la familia Mitre (razón por la que, durante un tiempo, cuentan que se lo conoció como Palacio Mitre). Para 1953, ya en manos de los Mitre, fue vendido con la nomenclatura de propiedad horizontal, en tiempo en que la concentración de masas buscaba permanecer en la ciudad y las viviendas colectivas resultaban una alternativa de confort, aún para los que contaban con casas de campo, estancias o quintas en las afueras de Buenos Aires.
En 1990, “La Colorada” obtuvo una protección cautelar en el Código de Planeamiento Urbano de la Ciudad y desde 2007 la categoría de edificio representativo de Buenos Aires.
Cuentan que actualmente no es tarea fácil conseguir una unidad, ningún propietario parece querer desprenderse de un bien tan preciado, icónico retrato de una época que desató un nudo histórico en el tiempo. Sin lugar a duda, queda prohibido pasar por esa esquina de Palermo sin levantar la mirada, sin reconocer su corsé de ladrillos colorados que lo visten, cargando un entrañable bagaje de recuerdos.
Fotos: gentileza @motofrafo.ba & @crisfrischknecht
Suscribite al newsletter de Para Ti Deco
Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti Deco cada 15 días en tu mail con las últimas novedades e ideas inspiradoras sobre decoración & lifestyle, completá los siguientes datos: