Su nombre es Eugenia Cabó y tiene una historia que contar. La suya, la de su pareja, la de su familia. Y la de sus hijos.
Cumplir con el anhelo de formar su familia fue un camino que recorrió a su manera, con enseñanzas, golpes duros, pero también con alegría y esperanza. Haciendo un breve resumen, Eugenia perdió cuatro embarazos y adoptó tres hijos. Luego de arduos tratamientos, viajes y consultas, milagrosamente a los 40 años quedó embarazada de mellizos. Fue entonces cuando decidió escribir su historia.
En diálogo con Para Ti, nos cuenta en primera persona algunos detalles de lo que plasmó en su libro, recientemente lanzado, "Mamá me hice".
¿Ser mamá era una meta en tu vida?
-Más que una meta, era un anhelo, un deseo. Tanto Néstor como yo siempre soñamos con formar una familia. El deseo siempre estuvo, desde lo más profundo y desde el inicio la forma en la que armamos nuestra pareja y sentamos las bases de nuestro matrimonio y familia.
¿Cómo fue para vos el momento en el que supiste que concebir naturalmente iba a tener dificultades?
-Fue un largo camino, perdimos 4 embarazos. Era poner el cuerpo y el alma, ilusión en cada nuevo embarazo. Con tratamientos, estudios médicos… El diagnóstico es difícil, pero hasta no saberlo, no podés conocer realmente tus opciones. Con Néstor nos convertimos en los mejores alumnos de todos los tratamientos, indicaciones, de cada especialista que consultábamos, recorrimos cientos de veces la ruta desde Paraná, a Rosario, Córdoba y luego hasta Buenos Aires ida y vuelta, pero para mí fue importante decir basta, hasta acá llegamos…sentía esa necesidad, que es algo muy íntimo y personal. Recuerdo decirle al médico que no seguíamos, que recordaba a un profesor de mi carrera que nos hablaba del encarnizamiento terapéutico.
"Cuando ya tenés que entender que ese camino no te va a llevar a lo que buscás porque, muchas veces, parte del duelo es entender que las cosas no van a llegar como vos esperabas. Pero si abrís el corazón, ves que llegan... de otra forma inesperada y maravillosa".
¿Qué es lo que más recordás de los años en los que transcurrieron esos intentos fallidos?
-Siempre hay una mezcla de sentimientos. La vida es dolor y es amor, es luz y sombra. Fueron muchos años, muchas ilusiones y perdidas. Busqué ayuda profesional, hice terapias, contábamos el uno al otro.
"Es cierto que muchas veces me sentí sola, que a los demás les resultaba difícil acompañarnos, entender un camino tenido de dolor, y dificultades. Sentís que te derrumbás. Paso a paso, recuperé fuerzas para volver a intentar. Me ayudó la fe, la seguridad de seguir mi instinto de madre. Lo más importante era que siempre contábamos el uno con el otro. Porque sin pareja no hay familia posible.
¿Ser mamá adoptiva era algo que estaba en tus planes, recordás el momento en el que sentiste que ese era el camino?
-Veníamos considerando ese camino desde que mi mamá fue un tiempo casa de acogida y entendimos que uno puede querer y ser familia desde diferentes ángulos. Esa semillita que era una idea, creció y dio sus frutos para aprender a ver con los ojos del corazón.
Eugenia nos cuenta cómo fue ese descubrimiento para ella y con qué tenía que ver cumplir con este anhelo, sin importar cómo: "Amor incondicional, de eso se trata. De darse cuenta que ser padres no es exclusivo de lo biológico. Que se puede construir familia a través de la adopción. Que si bien hay un camino de preparación para cada uno, los vínculos se construyen día a día. Que podemos ahijar desde el amor y el deseo de ser padres, poniendo siempre primero y por delante a ellos, a nuestros hijos, con sus propias historias".
¿Cómo fueron para vos las primeras sensaciones como mamá de tus hijos adoptivos?
-Los primeros recuerdos que vienen a mí hoy, además de ansiedad por conocer a nuestros hijos, es de amor. De ese amor incondicional, que traspasa lo biológico, que se construye desde el amor genuino de entrega, paciencia, disponibilidad amorosa a ellos.
"Primero la llegada de Yair, primer hijo, nieto, sobrino. Deseado, esperado y anhelado por todos. Llegó y revolucionó el corazón de cada uno de nosotros. Hay muchos mitos que llevan a muchos miedos sobre la adopción. Tuvimos y tenemos desafíos como cualquier padre y madre que quieren criar hijos. Adoptar es un camino de construir familia. Y lo es para siempre".
"Hoy, hay un cambio de paradigma en torno a la adopción. No debe ser pensada desde quien va a adoptar sino de ese niño, niña o adolescente que llega a nosotros. Su historia, sus necesidades, sus propios derechos. De darles una familia que les restaure el derecho a vivir en familia y de ser hijos".
¿Cuál es el recuerdo más atesorado con ellos?
-Recuerdo la primera vez que los vi a los tres. La emoción del instante en que nos adoptamos mutuamente. Agradezco todo lo vivido, sus enseñanzas, las tormentas que atravesamos y nos guiaron el camino. Llegar a ellos no fue fácil, tampoco es fácil para ellos.
"Son temas de los cuales se habla poco. Debemos concientizarnos más como sociedad sobre la adopción, padres, educadores, profesionales de la salud. Todos somos parte y responsables de restituir esos derechos, de darles oportunidades, más allá de ya ser padres biológicos o no".
¿Cómo fue para vos enterarte del embarazo?
-Fue una sorpresa y volver a abrir una puerta que habíamos cerrado muchos años atrás. Venía ilusión, esperanza y claro, el miedo. Juntos pudimos encontrarnos y enfrentarnos a una nueva aventura. Buscamos profesionales especializados en embarazos de alto riesgo.
"Nos trasladamos de Paraná a Buenos Aires, con todo lo que implicaba, dejar a los chicos para mí fue lo más difícil, se turnaban mi mamá y mi esposo para estar con ellos o conmigo. Los fines de semana venían a verme. Ahí es donde toda tu red de contención sale a ayudarte y apoyarte, familia, amigos, papas de compañeros de colegio".
¿Cómo se lo contaste a tus hijos mayores?
-Siempre lo contamos juntos y desde el amor.
¿Cuáles son las cosas más curiosas que se te vienen primero a la mente de ser mamá de una familia tan grande y diversa? Lo mejor y lo peor (esto en referencia a cosas cotidianas, por ejemplo, si son desordenados, si se duermen tarde, etc)
-El mundo diverso de varones de diferentes edades!!!! Un hombre en la universidad, dos preadolescentes y dos niños en jardín. La casa es ruidosa y dinámica, sin darte mucho respiro. Pero es nuestro mayor tesoro y nuestro mayor orgullo. Cada uno es diferente, nos presenta desafíos, alegrías diversas.
"Son nuestros abanderados de la vida, de las situaciones adversas que cada uno tuvo y tiene que atravesar. Nos enseñan, guían y marcan la cancha todos los días. Aprendemos y reaprendemos, nos acomodamos y recalculamos a diario. La vida familiar va cambiando según las etapas. Somos muy familieros, les inculcamos el valor de la familia y amigos, así que nuestra casa generalmente es un centro de encuentro".
¿Podés describir en pocas palabras a cada uno de tus hijos?
-Yair es considerado y cariñoso, Mateo es creativo y más tímido, Benja es el justiciero del grupo y el más pegado al padre, Simón y Franco son los revoltosos de la casa.
¿Cuál es el mensaje que te gustaría perdure de tu experiencia hacia otras mujeres transitando la maternidad?
-Que la maternidad es la experiencia transformadora más maravillosa que existe y que hay muchos caminos y formas de transitarla. Abrir el corazón y abrir los ojos nos permite sanar y si sanamos, criamos a una generación mejor que nosotros.
"Que cada historia es única, transformadora, que nos miremos con más amor y empatía. Que seamos una sociedad más integradora, que las diferencias nos nutren y enseñan, no alejan. O eso al menos es lo que sueño: dejarle a este mundo personas mejores de los que hemos sido nosotros".
"Que cada uno conecte con el corazón y desde el amor. Que sigamos nuestros sueños, que podemos llegar a ellos, aún en momentos adversos, que no siempre llegan como uno lo espera o anhela. Que si nos abrimos y permitimos ver los diferentes caminos, siempre llega nuestra propia fuerza y luz para seguir adelante".
Finalmente, Eugenia comenta lo que representa para ella haber podido plasmar su experiencia en su libro: "Contar mi historia, es contar la historia de muchas otras mujeres, transitando un camino diferente, a veces invisible y doloroso, es darle vos a esas situaciones, experiencias, sentimientos y pensamientos, para acompañar a otras personas, para mostrar que podemos ser familia a través de caminos diversos, para dejar una huella y ponerme al servicio. Que a veces hay que traspasar el dolor y las dificultades, que nos transforman, duelen y golpean y a su vez, si nos dejamos llevar, nos hacen trascender a nosotros mismos para abrirnos… En mi caso, fue abrirme a la maternidad que me convoca en sus diferentes formas. Formar mi familia fue el inicio de un largo camino, después, cuando nos convertimos en padres inicia otro camino o capítulo. Caminos de mamá, fue encontrar el puente de mis dos caminos que guiaron a lo largo del tiempo, la maternidad y la psicología. Agradezco cada paso dado, a la vida, a mis padres, a mi marido y, sobre todo, a mis hijos".
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