Esta casa ribereña del 1900 es el hogar donde la artista en pintura sobre madera Ana Vidal y su familia armaron su particular y colorido universo, rico en muebles reciclados y todo tipo de tesoros del mundo vintage.
Abundan aquí muebles clásicos y reversionados, piezas rescatadas, reciucladas y muchos pequeños tesoros vintage que encuentran aquí un espacio de contención a su medida.
En el living, clásicos y divinos tesoros
Un sector del living, bajo los ventanales de esta casa ribereña del 1900. Un viejo Chesterfield en cuero marrón marca el centro de la escena.
“Toda la casa está llena de objetos que voy encontrando, muebles que pinto y que intervengo, obras mías y de mi marido. A veces las vendo y llegan otras nuevas, así que la deco va rotando”, describe Ana Vidal, la dueña de casa.
Otro sector del living. La salamandra (Tromen) llegó a la casa un día frío de invierno (fue un regalo de la mamá de la dueña de casa) y aún hoy, es la única fuente de calefacción. La acompañan, sobre las paredes de machimbre originales, obras hechas por ella (@anetavidal), por su marido (@negrovachino), su hijo (@salvadorvachino) e incluso su hermana (@consuelovidalsoy ) más otros cuadros que Ana fue encontrando por el camino.
Comedor diario en un jardín de invierno
El comedor diario de la casa, resuelto en una suerte de jardín de invierno bendecido con unos ventanales de hierro y vidrio repartido por donde se cuela el verde exterior. Puertas antiguas de pinotea y pisos calcáreos originales son también de la partida. Al centro, una mesa rústica que la dueña de casa, la artista plástica Ana Vidal, realizó con maderas recicladas de cajas de maquinaria fabril, junto a un popurrí de sillas llegadas de distintos lados (Ana se confiesa habitué de cuanto anticuario se cruza por su camino).
Una cocina de campo
La vieja cocina, con sus pisos en damero, ofrece un exquisito menú de detalles: abundan aquí los platos enlosados, sifones de vidrio y otros cacharros de época, sobre repisas, tablas y muebles que cuentan siempre con alguna intervención de la dueña de casa. La mesa de centro, tipo isla, suma unos banquitos de tiempos de la abuela, y hasta manteles y repasadores dan la nota vintage.
“Todo lo que hay lo fui consiguiendo de a poco, soy fan de los lugares de cosas viejas y de cada uno vuelvo con algo”, cuenta Ana.
Un dormitorio con mucha personalidad
Una imagen del dormitorio principal, que originalmente era el taller de la dueña de casa y que mantuvo su rusticidad, con sus techos y paredes en chapa. “Cuando quedé embarazada de Carmen, única mujer de cuatro varones, decidí transformar el taller en mi cuarto y le sumé un baño para hacerlo en suite”, detalla Ana.
El baño está íntegramente revestido en el machimbre original que Ana pintó de celeste; y el piso es de cemento alisado. El botiquín antiguo aparece intervenido con flores y los espejos están armados con viejas maderas.
Producción: Floppy Dursi.
Fotos: Fabián Uset.