La infancia es una etapa de la vida fascinante y compleja en el desarrollo de la psiquis humana. El universo emocional del niño está muy condicionado por el medio ambiente y el contexto de la crianza y, a su vez, un niño está en pleno proceso de desarrollo de su personalidad y carácter.
Los padres son referentes indiscutidos para los niños, los cuales necesitan tres condiciones para su sano desarrollo psicoemocional: sentirse seguros, amados y visibilizados por sus padres.
Si bien los padres aman a sus hijos, muchas veces, por carencias emocionales, stress, desórdenes mentales y por las exigencias de la vida misma, tienen un nivel de desconexión y anestesia, que no les permite generar vínculos sanos y mostrar empatía hacia sus hijos.
El universo emocional del niño es modelado por el de sus padres
Los niños, hasta los 3 años aproximadamente, tienen muy activas las neuronas espejo, lo cual les permite entrar en resonancia muy fácilmente con los adultos y cuidadores y verse reflejado en ellos. El universo emocional del niño es modelado por el de sus padres.
La presencia es la capacidad de generar una conexión y cierto intercambio energético con el otro, que va más allá de las palabras. Estar presente es decirle sin palabras a otro: "Aquí estoy, te amo y me interesas".
El nivel de automatismo que se observa en la población en general está paulatinamente no solo volviendo autómatas a los niños, sino que los está llenando de miedo a la vida, angustia y ansiedad. No es que los niños sean difíciles o malcriados, sucede que estamos en un mundo lleno de adultos ansiosos, apurados y desconectados.
Las actitudes nocivas de los adultos hacia los niños
La indiferencia es una de las actitudes más nocivas que un adulto puede tener hacia un niño. Cuando un niño no es visibilizado, escuchado y atendido por sus padres, interpretará que no es importante y valioso. Baja autoestima, falta de autoconfianza, angustia, ansiedad, inseguridad e inestabilidad emocional son algunas de las emociones que presentan los niños que no se sienten “vistos” por sus padres.
Cuando estamos presentes para el otro, la conexión surge naturalmente y nos sentimos acompañados, contenidos y seguros. Desafortunadamente, esto sucede muy poco actualmente en las familias. Las pantallas, la prisa, el piloto automático y la ansiedad le quitan toda la magia a cada momento con nuestros hijos.
Qué necesita un niño para ser feliz
Un niño pequeño, lo único que necesita para ser feliz es sentirse querido y “mirado” por mamá y papá. Ni los juguetes, ni los regalos caros, ni la niñera mas eficiente reemplazará esos momentos mágicos con sus padres, esos instantes de complicidad. Los niños necesitan poco tiempo, pero de calidad. Necesitamos generar ese espacio en algún momento del día para ese intercambio.
Las consecuencias de este contexto situacional ya las estamos viendo y la tendencia será creciente: depresión, trastornos de ansiedad, fobias, conductas autodestructivas o antisociales, mayor nivel de violencia y una tristeza imposible de comprender en niños pequeños, cuyo mundo debería estar lleno de alegría y fantasía.
El mundo de las infancias ya no se pinta como un hermoso arco iris, todo es en blanco y negro hoy. Hoy nuestro desafío como padres y educadores es revisar nuestras prioridades y comenzar a “prestar atención”, estar más presentes, mirando a nuestros hijos con nuevos ojos, con ojos de niño.
Por Roxana Anahi Timo, Médica, MN 88.956, Health Coach, @dra.anahitimo
Suscribite al newsletter de Para Ti
Si te interesa recibir el newsletter de Para Ti cada semana en tu mail con las últimas tendencias y todo lo que te interesa, completá los siguientes datos: