Ágatha Ruiz de la Prada cerró la primera jornada de la Madrid Fashion Week con su impronta colorida.
Una primera pasada donde las prendas parecían pensadas para dar un paseo en moto: camperas denim, rompevientos, guantes y bolsas para llevar el casco.
Luego fue la aparición de los lunares, típico estampado español, presentes en géneros de algodón, peluche, neoprene y popelín.
Los icónicos clásicos de la marca, el corazón, la flor y la estrella también aparecieron en prendas multicolores de formas geométricas.
Este año la diseñadora se propuso recuperar prendas históricas de la marca, como los chalecos de los años 80, o el vestido gallo, formado con pequeños trocitos de tela reciclados.
También se han visto los vestidos que simulan las pinturas de Rothko en telas transparente y en lentejuelas. El patchwork y la experimentación con patrones sigue siendo el ADN de la firma que sumó géneros de telar elaborados a mano por mujeres hondureñas.
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En detalle
La diseñadora trabajó en colaboración con Morena Corazón, una firma mexicana que realizó vinchas decoradas con los típicos besos y corazones de su universo.
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