Seguro la viste alguna vez. El jazmín del cielo es una de las típicas plantas que tenía la abuela en el jardín y una de esas especies que tiñen de color las calles y las veredas, convirtiéndolas en una "parada obligada" para los amantes de las plantas (y la fotografía).
En el marco de la Semana Deco Para Ti te contamos todo sobre ella para que la conozcas mejor y la tengas en cuenta a la hora de planificar el diseño de tus espacios al aire libre. ¡Nosotras somos fanáticas!
Jazmín del cielo (Plumbago auriculata)
Plumbago auriculata (su nombre científico) es una de las plantas más elegidas para decorar todo tipo de espacios al aire libre: desde patios y jardines hasta fachadas, veredas y terrazas.
Y es que sus delicadas flores de color azul cielo (de ahí su nombre vulgar) sumado a su imponente follaje verde la convierten en la mejor opción para darle vida a cualquier rincón.
Nativa de la región del Cabo, en Sudáfrica, tiene la particularidad de que puede florecer todo el año (excepto en invierno en las zonas donde las temperaturas rozan el bajo cero) y la virtud de ser de crecimiento rápido y bajo mantenimiento.
También llamada celestina o azulina, es una planta súper versátil: puede tener una forma arbustiva erecta, rastrera, colgante, o comportarse como una trepadora si es sujetada a un soporte. Esto quiere decir que puede crecer apoyada en un muro o superficie, y también de forma aislada como cerco vivo.
Como si fuera poco, el jazmín del cielo es una planta que atrae colibríes, ofreciendo un espectáculo mágico y natural digno de apreciar.
Cuidados básicos
- Luz y ubicación: pleno sol. Si bien puede crecer bien en espacios a la semisombra, su floración se vuelve pobre.
- Temperatura: no resiste las heladas muy intensas menores a -5 ºC. En zonas frías debe protegerse con tela anti helada o al resguardo en caso de cultivarse en maceta.
- Riego: moderado pero profundo, aumentando la frecuencia en verano y reduciéndola en invierno. Puede sobrevivir con poca agua una vez que esté arraigado y es relativamente tolerante a la sequía.
- Sustrato: agradece un suelo rico en nutrientes, arenoso, ligero y con buen drenaje.
- Poda: se recomienda quitar, una vez al año, los laterales ya florecidos de los ejemplares adultos, dejándolos con una longitud que contenga 2 ó 3 yemas aprox.
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