Damián Huala y su trabajo con terapias sonoras en pacientes oncológicos: "Es un gran distractor del dolor, generan relajación y calma"
 

Damián Huala y su trabajo con terapias sonoras en pacientes oncológicos: "Es un gran distractor del dolor, generan relajación y calma"

Damián Huala y su trabajo con cuencos tibetanos en chicos con cáncer: "Es un gran distractor del dolor, generan relajación y calma" foto: ig
Es psicólogo, trabaja con cuencos tibetanos, realiza talleres grupales e individuales y se desempeña en una clínica, donde está en contacto con niños que tienen cáncer. En diálogo con Para Ti, nos cuenta cómo funcionan los cuencos tibetanos y su efecto en sus pacientes.
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Damián Huala es licenciado en psicología (M.N 51854) y terapeuta sonoro. Actualmente, tiene su consultorio, trabaja con cuencos tibetanos, realiza talleres con ellos y también los utiliza en la clínica a la que asiste una vez por semana con niños y adolescentes que están realizando tratamientos oncológicos.

"Cuando llevé los cuencos por primera vez, dije: "Esto no va a durar nada". Creía que para un niño tenía muy poca gracia y, para mi sorpresa, lo que empezó a pasar era que los chicos los re tocaban y se ponía a jugar", explicó el especialista en exclusiva con Para Ti.

A su vez, Huala nos cuenta los cuencos suelen ser un gran distractor del dolor, generan relajación, calma y benefician a permanecer en otro tiempo, aunque todo depende de cada uno, ya que no todos reaccionan de la misma forma.

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Damián Huala trabaja con cuencos tibetanos y los utiliza con pacientes con enfermedades oncológicas. Foto: Ignacio Ezequiel Caro.

Los inicios de Damián Huala atendiendo a niños

- ¿Cómo fue que empezaste a atender a niños?

- Siempre tuve mucho feeling con los más chicos, por lo que, cuando terminé la carrera de psicología, sabía que iba a trabajar con niños. Primero, empecé en una consultora laboral y, después de unos años, me llamó una compañera para contarme que estaba en una clínica en la parte de pediatría y si quería reemplazarla por 6 meses porque había quedado embarazada.

Me parecía una oportunidad maravillosa y en la entrevista me cuentan que era para trabajar como psicólogo, acompañar emocionalmente a niños y sus familias en todo lo que es un proceso de enfermedad y me encantó porque no suele sucederse que un equipo esté tan presente en toda una enfermedad orgánica.

Sin emabrgo, a los seis meses que termina esta licencia, en mi cabeza no me había imaginado que iba solamente a cumplir eso, y justo otra compañera queda embarazada, entonces era algo poco combinable con el otro trabajo que tenía, por lo que que al año renuncié y me quedé solamente yendo a la clínica.

En paralelo, hacía consultorio como psicólogo, había empezado a tener mis primeros pacientes, así que me quedé trabajando en los sanatorios y en el consultorio particular. Entonces, después empecé a ver muchos niños con enfermedades oncológicas.

Cuándo fue que Damián Huala empezó a atender a pacientes con enfermedades oncológicas

- ¿Cómo fue que subió el volumen de tus pacientes con enfermedades oncológicas?

- No es que se incrementó de un día para el otro, sino que cada vez empezás a tener más contacto. Uno cree que están apartados, si bien algunos pueden estar aislados por cuestiones infectologicas, pero vos entras en contacto con ellos al instante. Entonces, de repente me vi jugando en una sala con una niña que tenía leucemia y estaba transcurriendo su enfermedad y uno le pierde ese trato especial, como si fuera distinto.

Tiene ciertos condicionamientos o limitaciones por la enfermedad y ahí decidí que necesitaba tener más herramientas para poder trabajar mejor, entonces hice la especialización en el Instituto Nacional del Cáncer y empecé a ver mucha cantidad de pacientes oncológicos y a acompañar a sus familias.

Y, la verdad que es súper necesario porque es un momento que cambia la vida. Creo que no hay peor momento de un ser humano que le digan que su hijo tiene cáncer. Y, ahí empieza todo un mundo nuevo, donde en un corto período de tiempo tu vida cambia.

Empezás a dormir en un lugar que no es cómodo, tus prioridades cambian, lo que hasta hace dos semanas te preocupaba ahora te dejó preocupar, el mundo se te suspende y estar acompañados es clave. Se nota mucho cuando una familia fue acompañada porque después puede hacer todo un proceso, sobre todo con los hermanos.

Trabajamos con toda la familia ampliada para poder incluir a los hermanos. Le brindamos información al niño para poder contarle qué es lo que le está pasando de acuerdo a la edad, con el lenguaje para que puedan comprender la situacion que están atravesando, que puedan hacer preguntas, para que podamos responderle, adelantarle qué le va a ir pasando, como cambios en su aspecto, la posible pérdida de su cabello y de esta manera logramos reducir un poco la ansiedad y se va preparando para lo que va a venir. Siempre bajo el acuerdo con la familia y respetando lo que el niño quiera saber

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Damián Huala está en constante contacto con pacientes menores de edad con enfermedades oncológicas. Foto: Alejandro Chen.

También, realizamos lo que se llama "psicoprofilaxis quirúrgica", donde previo a una intervención
o cirugía, se le cuenta al niño los procedimientos que le van a realizar de acuerdo a su edad. Por
ejemplo, el pasaje de la anestesia, o si habrá pinchazos. En los mas chicos, se realiza un juego
medico con un muñeco, donde se simula la situación que experimentaran para que ellos
puedan expresar a través de lo lúdico, sus fantasias, sus miedos y angustias y poder
procesarlos de una mejor manera, haciendo activo lo que luego van a vivir de forma pasiva.

La reacción de un niño cuando se entera que tiene cáncer

- ¿Cuál suele ser la reacción de esos chicos cuando le informan que tienen cáncer?

- Las reacciones son bien diferentes tanto en las familias, como en los niños o adolescentes. Es
una situacion muy traumatica
, donde tienen poco tiempo para poder procesar la informacion, y
rapidamente comienzan el tratamiento.

Es un momento de mucho apego a sus padres, y es importante remarcarles que siempre van a estar acompañados por ellos. Nuestra función también es poder acompañar a los papás para brindarles contención y para que puedan transmitirle a sus hijos seguridad en la informacion y así los niños puedan confiar en lo que dicen sus referentes.

El niño jugando procesa absolutamente todo, está tramitando cuestiones de su edad y en eso también propiciamos mucho que no se pierda lo lúdico, que es la parte más artística donde pueden sublimar todos los dolores.

Hay clínicas donde tienen sala de juegos y eso hace que puedan jugar con otros nenes porque, en la fantasía de un niño que está solo en su habitación, también está preso, pero, cuando se encuentran en la sala de juego, lo que se arma ahí está buenísimo, ya que comparten con un otro.

Es más, que cada uno se encuentre de alguien de su edad, que le cuenten qué le está pasando como le salga, también que se encuentren los padres es muy aliviador porque pueden contar con alguien ahí y se van armando cosas.

En la terapia intensiva, muchas veces pasa que son más padres juntos y ahí se arma una gran comunidad, donde se van apoyando, donde comparten una comida en el pasillo y es un mundo, el mundo hospitalario.

El amor de Damián Huala por los cuencos tibetanos

- Y, hace dos años más o menos que estás visitando la clínica sólo con los cuencos.

- Exactamente y así sólo estoy haciendo acompañamiento con el sonido, que para mí fue una gran combinación porque tengo la frase de que con la palabra llegás a un lugar y hace tope, pero el sonido traspasa ese límite, dado que alcanza puntos y las palabras no.

La palabra genera malentendidos, sin embargo, cuando toco un cuenco, el sonido es claro. No lo vas a malinterpretar, ya que el sonido no va a tener dobles intenciones. Entonces, cuando conocí el mundo de los cuencos, me empecé a formar como terapeuta sonoro, que es saber qué es un cuenco, para qué sirven, cuáles son los distintos tonos que tienen.

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Actualmente, el psicólgo sólo va a la clínica a tocar sus cuencos para sus pacientes. Foto: IG.

Las mejorías de los pacientes de Damián Huala cuando empezó a utilizar sus cuencos tibetanos

- Cuando empezaste a utilizas los cuencos en tus pacientes, ¿qué tipo de mejorías empezaste a ver en ellos? 

- Cuando yo llevé los cuencos por primera vez, dije: "Esto no va a durar nada". Creía que para un niño tenía muy poca gracia y, para mi sorpresa, lo que empezó a pasar, era que los niños los re tocaban y se ponía a jugar.

A diferencia de un adulto, que suelen preguntar de todo, como de qué están hechos los materiales, qué frecuencia tienen, pero a los niños no les importan absolutamente nada eso, están en estado puro, entonces agarran el cuenco y se ponen a tocar. No tienen presente su mente, está en otro lado, en todo caso está presente su alma, su parte emocional.

Primero, les gusta el sonido y después les hago tocar de distintas maneras para que puedan ir viendo los diferentes sonidos que hace, por lo que empezamos a jugar. En general, también incluyo a los papás, entonces, cuando empiezan a tocar un poquito, hago que toquen también con sus padres. Entonces, los dejo en esa escena de toda la familia tocando.

A su vez, les propongo si se quieren acostar y los invito a cerrar los ojos mientras toco un ratito para que ellos puedan tener un viaje de sonidos.

Cuando son chiquitos, lo que hago es una visualización, donde digo que cierran los ojos y los invito a que se imaginen un bosque, una plaza y la creatividad del niño es inabarcable porque me sorprenden mucho cuando les pregunto a dónde les gustaría ir y me cuentan todo.

Entonces, los ayudo al principio cuando voy tocando, haciéndoles como un mini cuentito y después los dejo y los suele relajar mucho.

En una internación, el cuenco suele ser un gran distractor de dolor, por un ratito te olvidás de que estás en una clínica, de lo que está pasando y te entregás a un sonido. Una vez, estaban el papá, la mamá y una bebé de unos ocho o nueve meses. Entro a la habitación, les cuento lo que hago, me re aceptan y entonces empiezo a tocar despacito.

Ellos estaban súper relajados y yo creí que ambos estaban dormidos, por lo que termino de tocar, que más o menos le dedico 10 a 15 minutos a cada habitación y, cuando estoy juntando los cuencos que estaba de espalda a ellos, siento que el papá de atrás me dice: "Disculpá, ¿cuánto tocaste?".

Entonces, le digo que deben haber sido unos 12 minutos. "Por 12 minutos no escuché el sonido de esa máquina, que cada dos minutos hace pip y me hace acordar que mi hijo está enfermo", me respondió.

Y, para mí, por 12 minutos, le cambiamos su realidad, por lo que, si por 12 minutos, un papá estuvo mejor, yo me voy con el objetivo ganado.

Además, benefician a permanecer en otro tiempo, que no es el cronológico, sino el lógico; a la sensación de calma; a conectarse con la respiración, calmando la rumia de los pensamientos, generando que el cuerpo y la mente vuelvan a estar equilibrados por el efecto de los sonidos armonicos y las vibraciones de los cuencos.

Me pasó con una enfermera de la clínica las clínicas, que la cargamos porque se enoja mucho, entonces estábamos haciendo un baño de sonidos grupales, y se levantó y dijo: "Hoy, estoy tan bien que no tengo ganas de pelearme con nadie". Eso que sucede justamente cuando uno está tranquilo porque logra procesar esa información.

Cómo lo moviliza ver a sus pacientes con sus cuencos

- ¿Qué sentís cuando estás con tus pacientes y los ves sensibilizarse con los cuencos?

- A mí me genera mucha satisfacción de poder sumar una herramienta más en un momento complejo, me conecta con mi niño interior, me une con el Damián que jugaba todo el día y lamentablemente el adulto va perdiendo la capacidad de juego, entonces a mí me conecta mucho con ese que no usaba la mente, que era puro cuerpo, que no estaba pensando qué iba hacer mañana ni otras cosas.

Entonces, en ese momento, donde estoy tocando, que es otra de las características que tiene el cuenco, que es que tanto cuando como cuando recibís estás en el presente, lo de atrás o lo de adelante se ponen difusos porque el cuenco te dice estás acá, con todo lo bueno y lo malo que tiene el registro del presente.

Por lo tanto, cuando estoy tocando, no encuentro mayor presencia mía que esa porque estoy viendo a la persona, me estoy conectando con esa, estoy sintiendo mi cuerpo, mi mi postura, estoy 100% concentrado, entro en una frecuencia que es súper relajante, estoy mucho más permeable a escuchar, me ayuda, me acompaña.

- ¿Cada cuánto vas a la clínica a ver a tus pacientes?

- Ahora, voy una vez por semana.Tengo un bloque, donde visito a los pacientes y realizo los baños de sonidos en cada habitación o en la sala de juegos. También, realizo baños de sonidos de forma individual y masajes sonoros en mi consultorio, y de forma grupal en otro espacio.

Damián Huala ha recorrido el mundo con sus cuencos

- Has viajado por el mundo con tus cuencos, como por España o por Italia.

- Sí, estuve dando talleres en distintas partes y estuvo muy bueno porque fue mi primer viaje a Europa y fue directo también gracias a los cuencos. Pude hacer talleres en España, en Belgica, en República Checa.

Obviamente que todas las culturas son diferentes, pero me traje una gran conclusión, sobre todo en la parte emocional, ya que en nuestro país sabemos que en la parte social y en la parte económica es un desmadre.

Damián Huala ha recorrido el mundo con sus cuencos
Damián Huala ha recorrido el mundo con sus cuencos. Foto: IG.

Tenemos momentos más estables, menos estables, pero en esas variables siempre estamos en un momento complicado. Sin embargo, cuando volví de Europa, me di cuenta que nuestra riqueza emocional es increíble.

En la Argentina, estamos muy abiertos a distintas herramientas complementarias, donde alguien acá dice una carta astral y más o menos creo que la mayoría sabemos de qué estamos hablando, cuencos, registros akashicos, terapia; en otros países es casi imposible de encontrarlo y hasta no está bien visto ir al psicólogo, sucede como pasaba acá hace 30 años atrás como que va el loco y nosotros estamos muy orgullosos de elaborar nuestra parte emocional.

Por lo tanto, cuando estuve afuera dictando talleres, me pasaba que lo que faltaba en los grupos era cuerpo, la gente no se abrazaba. Podían intercambiar qué les pasaban, pero desde la superficie, no porque sean superficiales, sino porque no había tanta profundidad.

En los recreos de mis talleres o cuando finalizan, las personas se cuentas intimidades de sus vidas, a pesar de que no se conozcan y se terminan todos abrazando, aunque, cuando fui a otros países, se terminó el taller y todos se fueron, nadie se quedó hablando, nadie se quedó contando qué le pasaba.

Entonces, a mi vuelta, me di cuenta de la riqueza y de la profundidad que tenemos en los vínculos y en las emociones, que es un poco lo que pasa cuando viene alguien de afuera y les gusta como somos, ya que nos abrazamos, nos damos un beso, rápidamente incluimos a alguien que viene de afuera. También, estuvo buenísimo porque se está expandiendo un montón y, cuando yo empecé hace 7 años atrás, era más difícil.

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