Autoconocimiento: claves para saber si atraigo lo que merezco
 

Autoconocimiento: claves para saber si atraemos lo que merecemos

El sentimiento de no merecer está programado desde la infancia. Creamos el sentimiento de que no somos dignos, no merecemos suficiente y eso determina una baja estima. En esta nota, una especialista brinda las claves para entender este proceso y poder así revertirlo.
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A través de nuestra percepción captamos la realidad, los hechos, los objetos y situaciones que nos rodean. A través de nuestros sentidos y por la forma en cómo interpretamos la información externa e interna, le damos un significado y nuestro cerebro la procesa.

El ser humano cuenta con distintos tipos de percepción con los que capta información: percepción olfativa, auditiva, visual, espacial, táctil, gustativa, del dolor, extrasensorial, de movimiento, musical y social.

La percepción es un proceso de varias etapas. En la fase de detección, primero percibimos los estímulos. Mientras mayor sea el estímulo, la información se recibe con mayor rapidez.

Captados los estímulos, se organiza la información y el cerebro se dispone a hacer foco en ellos. A esta fase se la llama de organización y atención.

Se seleccionan y organizan, según la realidad de cada uno, las respuestas sensoriales. Y, por último, lo interpretamos, damos sentido a lo que hemos vivido y determinamos su significado para cada uno de nosotros.

¿Por qué prestamos más atención a una cosa e ignoramos otras?

  • Necesidades

Prestamos mucha más atención a las cosas que satisfacen una necesidad. Por ejemplo, si tenemos sed, vamos a notar y poner el foco en lugares que nos puedan ofrecer algo para beber.

Si no tenemos sed, esos lugares seguirán ahí pero casi no los notaremos, porque en ese momento no estarían siendo significativos para nosotros, no es una necesidad a satisfacer en ese momento.

Todas las necesidades tienen un flujo y reflujo hacia ella, a medida que aumenta la necesidad, la atención aumenta, pero a medida que se satisfacen las necesidades, la atención se reduce.

Lo mismo ocurre con las personas y/o situaciones. La necesidad puede llevarnos a focalizarnos en algunas señales y no así tanto en otras que aunque existan, pasarán por nosotros inadvertidas.

  • Intereses

Prestamos mucha más atención a esas cosas que disfrutamos y que nos generan interés. Por ejemplo, podemos estar horas en una librería buscando el libro adecuado que creemos para ese momento. Y, por el contrario, estar muy poco tiempo en una reunión social donde nada de lo que allí sucede nos genere interés o disfrute.

El interés claramente nos permite percibir con más detalle e involucrarnos más en la búsqueda de estímulos.

  • Expectativas

Prestamos más atención a las cosas que creemos que se supone que debemos experimentar. Si creemos que vamos a experimentar algo, es más probable que nos enfoquemos en los estímulos cumpliendo esa expectativa e ignorar los aportes contrarios.

Por ejemplo, si vamos a ver una película y escuchamos referencias como ser es lenta y aburrida, ya iremos predispuestos a buscar esos estímulos. Como sucede en algunos casos, la expectativa anula la realidad.

  • Limitaciones fisiológicas

Las limitaciones fisiológicas se refieren a limitaciones sensoriales básicas, como ser la disminución de la vista, del gusto, el olfato, la pérdida de sensibilidad al tacto o pérdidas auditivas. Es decir, que a veces nuestra percepción está limitada en cuanto a cuán bien funcionan.

Pero, también tenemos la percepción emocional, la que está relacionada con todos los componentes que intervienen o forman parte de la autoestima.

Muchas veces nos encontramos cuestionándonos por qué elegimos una pareja determinada y no otra, por qué repetimos patrones de relaciones, vínculos familiares, trabajos, etc, sin saber (en forma consciente) por qué lo hacemos de esa manera.

Parámetros de merecimiento que guardamos en nuestra mente

Nada de esto es casual. Lo que atraemos a nuestra vida está totalmente relacionado con lo que guardamos en nuestra mente a través de parámetros de merecimiento.

Esos parámetros los vamos ajustando a través de las experiencias que vamos viviendo y están relacionados con toda la información que procesa y almacena nuestra mente.

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Muchas veces, con toda esa información que vamos almacenando, generamos las profecías autocumplidas. Esto es, nosotros predecimos algo, actuamos (a veces en forma inconsciente) y lo hacemos realidad. Cuando se hace realidad, verificamos nuestra predicción. Las profecías autocumplidas distorsionan las percepciones al distorsionar nuestro enfoque.

Qué es el "sesgo de confirmación"

Nuestra tendencia a buscar evidencia que respalde lo que queremos que sea verdad es el sesgo de confirmación. El sesgo de confirmación es nuestra tendencia a enfatizar y atender evidencias que respalden las conclusiones que favorecemos, y a la inversa, nuestra tendencia a minimizar e ignorar evidencias que sean contrarias a nuestras percepciones deseadas.

Si yo creo que en una reunión me va a ir mal, ¿qué es lo que va a suceder? Me va a ir mal, porque ya me predispuse a que eso ocurra.

Al generar la creencia, nuestra mente y nuestras acciones actuarán en consecuencia para respaldar esa creencia que se transformó en pensamiento a ejecutar.

Analizar el sistema de merecimiento

Es necesario analizar nuestro propio sistema de merecimiento, de esta forma:

  • Primero, los ambientes donde ocupes un rol.
  • A partir de ahí, enumerar qué situaciones o personas te generan malestar, insatisfacción, injusticia.
  • Una vez que lo puedas describir, tendrás que entender que quién eligió esas personas o situaciones, es la información que tenés almacenada en tu sistema de creencias.

¿De dónde viene mi nivel de merecimiento? ¿Cuánto es el valor con el que me defino?
Es necesario indagar sobre algunas de esas creencias que sembramos en algún momento de nuestra vida, y que podemos sustituir por otras que nos generen un mayor beneficio.

El sentimiento de no merecer está programado desde la infancia. Creamos el sentimiento de que no somos dignos, no merecemos suficiente y eso determina una baja estima. Creemos que no somos capaces de conseguir algo determinado, y en este caso quebramos nuestra autoeficacia y nuestro propio valor.

Podemos comenzar a desarrollar nuestro propio reconocimiento diariamente, por más pequeño que sea. Repetir a diario, como un mantra: "Soy digno y merecedor de todo lo bueno en esta vida y de disfrutarlo todo".

Por Celina Cocimano, Coach Ontológico y Terapeuta Emocional, @celinacocimano

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