Hace 16 años, José Mollura dejó su país natal Argentina para instalarse en Amsterdam. Allí, se dedica a hacer carteras, que fabrica en su propio taller-atelier ubicado a dos cuadras del Palacio de la Reina Máxima Zorreguieta. Mollura se hizo aun más conocido porque en sus redes sociales desafía a las grandes marcas de lujo que venden una cartera a un precio exorbitante.
"Siempre Josecito, nunca Luisito" (en referencia a sí mismo y a la marca francesa Louis Vuitton) se convirtió en uno de sus slogans más representativos. "Me gusta concientizar a la gente: ¿cómo una cartera con forma de bolsa de papas fritas puede salir 5.000 euros?", dice Mollura en un posteo, en referencia a una cartera de Balenciaga inspirada en el paquete amarillo de papas Lays.
José Mollura, un talento argentino instalado en Ámsterdam
Mollura habló con Clarín y dió algunos detalles de su vida: "En el secundario, los libros no eran lo mío. Soy disléxico y creo que el único libro que terminé es uno sobre el café. Siempre dije, desde chico, que tenía que hacer algo con las manos para vivir y, buscando, lo encontré. Mi bisabuelo era zapatero en Italia y entonces fui por ahí, por lo artesanal, por usar sobre todo las manos”, contó
En cuanto a su experiancia laboral dijo: "Trabajé gratis en una fábrica de zapatos en India. Antes había estado en la politécnica de Milán tratando de estudiar diseño de moda, pero el programa no era para mí, era demasiado teórico, con mucha historia de la moda y datos que no podía ni recordar. Yo quería trabajar con una máquina. En Calcuta aprendí mucho de telas, fue una gran experiencia. Ahí conocí a una persona vinculada al café que me llevó a trabajar a Holanda. Cuando me lo ofreció, recuerdo que estaba en Tailandia, donde también estuve un tiempo viviendo en un templo budista. Pero acepté la oferta. Tengo gusto absoluto para el café, es algo que me encanta. Así que ahora combino mis dos pasiones en Holanda: las carteras y el café.”
Pero recién en Amsterdam comenzó la historia de las carteras que llevan su nombre. "Veía los sacos que traían los granos adentro y eran de arpillera: me decía a mí mismo que tenía que hacer algo con esa tela. Esos fueron mis primeros modelos. Los hacía en un taller que tenía en mi casa, ubicada en los suburbios de la ciudad, al norte. Tenía que cruzar con un barquito para llegar. Era un barrio de mucha delincuencia por ese entonces", recordó.
"Con el tiempo, fui progresando, comprando más máquinas, haciendo nuevos modelos, sumando texturas. Paralelamente, seguí en el negocio del café hasta hoy. Los lunes, que el local de carteras está cerrado, me dedico a eso. Trabajo en una empresa que es un laboratorio que importa café de Etiopía y Kenya. Cada seis semanas, además viajo al este de África para comprar granos. Es otro ingreso, aunque como me gusta tanto, lo haría gratis".
En 2012 participó de un concurso que organizó la Municipalidad de Amsterdam y su modelo de carteras, pensado para andar en bicicleta, resultó ser el ganador de la categoría Nuevo Concepto: "Es un diseño que hago hasta hoy. El premio del concurso era estar en un local del centro, en una de las calles más importantes de Amsterdam, durante cuatro meses, y creo que ése fue el despegue de mi carrera profesional con las carteras", recordó.
De Argentina al mundo entero
En cuanto al proceso creativo de cada pieza contó: "Siempre tengo un papel y un lápiz, así que cuando baja el concepto, paro de hacer lo que estoy haciendo y lo dibujo. Apunto a algo distinto, diferente, único cada vez. No me repito jamás. Si el cliente quiere algo que usan muchos, que vaya a buscarlo a una cadena. En mi local no hay un bolso parecido al otro. La verdad es que si yo siento que me estoy aburriendo de hacer un modelo, no lo hago más".
Los diseños Mollura cuestan entre 600 y 3.000 dólares. "Este año la gente está cuidando la plata en todo el mundo; nadie sabe qué va a pasar. Pero siempre hay un mercado para lo que hago. De todas maneras, mi objetivo no es un local explotado de gente. Lo mío es algo más artesanal. Yo invertí todo ahí. Tengo una vida muy austera. No tengo lujos, mi lujo son las máquinas", afirmó.
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