Marisa Brel y su experiencia con la maternidad: "Ser madre es lo más maravilloso en la vida" - Revista Para Ti
 

Marisa Brel y su experiencia con la maternidad: "Ser madre es lo más maravilloso en la vida"

A pesar de los desafíos que enfrentó, Marisa considera que la maternidad es el título que más la llena. Su historia es un testimonio de perseverancia y amor incondicional. Hoy en día, Marisa se dedica a ayudar a otras mujeres que luchan por la maternidad, animándolas a no rendirse y a explorar todas las opciones disponibles.
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Siempre supe que quería ser madre. Lo supe adentro de mi cuerpo, de mi mente y de mi corazón.
Pero la historia que me tocaría protagonizar a mí no iba a ser sencilla. Dicen que Dios le da sus peores batallas a sus mejores guerreros. Tal vez por eso mi camino hacia la maternidad tuvo tantas lágrimas, tantos dolores y una gran incertidumbre. Pero al final del camino, dos nuevas vidas cambiaron la mía y el amor todo lo sanó.

Marisa junto a Timoteo y Paloma
Marisa junto a Timoteo y Paloma

Hoy soy mamá de Paloma y de Timoteo, aunque hubiera querido darles cuatro hermanos más. Pero un día supe que era infértil. Y ese sueño de la mesa larga con una familia inmensa quedó trunco, casi de un plumazo. Sin embargo, no me di por vencida.

La necesidad de dar todo el amor que me desbordaba me puso de pie. Y un día me dije a mí misma: “Marisa, este no es el fin del camino. Es el comienzo”. Entonces pregunté, averigüé, y leí mucho sobre las opciones que tenía. Hasta que di el primer paso. Fueron seis los tratamientos in vitro que hice hasta que llegó Paloma.

Marisa junto a Timoteo y Paloma
Marisa junto a Timoteo y Paloma

Los cinco primeros fueron negativos. Y en cada uno sentía que se alejaban mis sueños, mis fuerzas, mis ilusiones. Pero tuve la dicha de estar acompañada por mi amado doctor Pasqualini, que no me abandonó nunca. Él entendía lo que yo sentía en mi corazón: sabía que iba a lograr ser mamá. Y que entonces todos los dolores, los llantos en silencio y los duelos que iba atravesando tratamiento a tratamiento, quedarían tan lejos que un día iban a desaparecer.

Seis años pasaron hasta que en el sexto intento, di a luz a Paloma. Cuando la vi nacer, cuando la tuve en mis brazos, entendí que así tenía que ser. Tengo varios títulos en mi vida: soy periodista, conductora, emprendedora, networker. Pero no hay ninguno que me haga sentir tan plena como el título de mamá.

El nacimiento de Paloma
El nacimiento de Paloma

Si bien este primer final es feliz, los capítulos que siguieron a esta historia no lo fueron tanto.
Luego vinieron 10 años más de búsqueda de mi segundo hijo. Después de haber tenido a mi bebé Paloma creí inocentemente que ya se había solucionado mi problema y que iba a poder tener más hijos. Pues no.

El camino se fue poniendo cada vez más difícil; vinieron más tratamientos durante otra década. Hasta que, cuando el décimo volvió a dar negativo como todos los anteriores, me dijeron las palabras más dolorosas y definitivas: “tu útero ya no se va a embarazar”. Lloré, sufrí y volví a llorar.

Por entonces tenía 40 años. Quise adoptar pero me dijeron que en Argentina las esperas podrían ser de hasta 10 años. Intenté entonces adoptar en Haití, pero tampoco se pudo concretar.
Entonces llegó una tercera opción: subrogar un vientre. En Florida, Estados Unidos, es legal este proceso que involucra a una madre sustituta.

Por supuesto me hice todas las preguntas que pueden hacerse en esta situación. Y como buena periodista, averigüé, consulté, escuché otras experiencias y al final, me decidí. Así llegó Joy a nuestras vidas. Una mujer que no conocía fue la bendición más grande de toda mi existencia. Puso su cuerpo para dar abrigo y vida a un embrión genéticamente de Carlos y mío.

Joy lo alimentó durante 9 meses porque mi cuerpo ya no podía hacerlo. Y llegado el momento, dio a luz a Timoteo. 12 años pasaron de ese día. Y aún siento la emoción que fluye de mi piel, el amor que me desborda, la felicidad que experimento cada vez que Paloma y Timoteo me dicen “mamá”.

Este día de la madre fue distinto, porque estoy en Punta Cana. Pali está viviendo en New York y Timo está en Buenos Aires con su papá. Es la primera vez que no estuve con ellos para esta fecha. Lo viví con un poco de angustia pero también con mucho orgullo y felicidad. Porque crié dos hijos maravillosos, porque nos amamos con toda la sinceridad que se puede y porque sé que soy una mamá presente, sin importar las distancias.

Hoy, después de tantos sufrimientos y de momentos en los que creí que me quedaba sin fuerzas, puedo ayudar a muchas otras mujeres que están transitando esta misma búsqueda. Somos millones de mujeres alrededor del mundo las que sabemos que nuestra misión en esta vida es la de ser madres. A cada una de ellas les digo: “No bajes los brazos. Tú puedes”.

“Voy a ser madre… a pesar de todo”, es mi modo de agradecer esta bendición. Hoy vuelvo a editarlo para seguir expandiendo este mensaje de amor y de optimismo. Muchas mujeres me escriben desde distintos países y me cuentan que es su libro de cabecera, que lo comparten con amigas, que lo leen y lo vuelven a leer.

No hay amor más profundo y sincero que el de un hijo. Si lo estás buscando y aún no llega, no detengas tu búsqueda. Date la posibilidad de abrirte a otras opciones.

Te aseguro que al final, todo vale la pena. Y como dijo alguna vez Gustavo Cerati. “tarda en llegar y al final hay recompensa”.

Para adquirir un ejemplar libros.brelshop.com

IG @marisabrel

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