Sofía Diéguez es una mujer trans, actriz y cantante. Formó parte de grandes elencos como por ejemplo, "Pequeña Victoria", "Un gallo para Esculapio", "El Marginal", "Unicornio" y muchos más. A su vez, en 2022, lanzó su primera canción, "La sirena". Ese es su apodo dentro de la industria musical.
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Además de ser artista, trabajó en el bachiller Mocha Celis, que fue fundado para personas travestis trans y también está abierto a otras comunidades y colectivos.
"La Sirenita", una película que marcó la vida de Sofía Diéguez
- ¿Qué significa para vos la película "La Sirenita"?
- Hace poco, hice una obra de teatro que se llamó "La teoría de la sirena", en donde hice un paralelo de mi vida, de mi transición, de mi crecer y demás. Lo que me pasó cuando descubrí a los 3 años la película de Disney "La Sirenita".
Primero, me encantó el dibujo y me llamó la atención pero también me sentí identificada con lo que le pasa al personaje: en ese sentir que no le pertenece el mundo en el que está, dado que yo tampoco me sentía parte del mundo en el que vivía.
Desde entonces y hasta el día de hoy, amo las sirenas. De hecho, como cantante me llamo Sofía Diéguez, La sirena. Por otro lado, las mujeres trans somos sirenas porque, si analizás la historia de "La sirenita", hace una transición a mujer. Allí, le crecen piernas, pierde su hogar, su familia, hace un cambio físico, el cual es doloroso y hasta pierde la voz. Igual que nosotras.
Muchas veces te quedás sin familia, sin hogar, muchas chicas se inyectan cualquier cosa, se modifican el cuerpo de manera que les arruinan la vida, muchas mueren por eso y hasta perdés la voz socialmente. Entonces, digo que somos sirenas por eso.
A su vez, en el mito griego de la sirena, se describe la hipersexualización de la feminidad. Los hombres te desean, se vuelven locos por vos, pero después no pueden con eso que les pasa, por lo que salen a cazarte como si fueses un monstruo. Es un claro ejemplo de la mujer trans en la pornografía o en la prostitución.
En el imaginario colectivo sólo nacimos para calentar. El hombre desea la feminidad, pero lo que pasa es que a nosotras no nos ven como madres. No proyectan, somos un morbo por nuestro cuerpo, porque somos como vedetongas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, no te van a elegir para que seas la mamá de sus hijos o su esposa. No digo que no suceda, en algunos casos sí. Pero, estamos en un lugar de fantasía.
- ¿Por qué considerás que, en la mayoría de los casos, no las eligen como las madres de sus hijos?
- Hoy cambió mucho todo. Hay muchas más personas que se animan a amar, porque no es que no nos amen o no nos hayan amado, hay una cuestión patriarcal y cultural de los mismos hombres que se cuestionan cosas, como, por ejemplo, ¿qué pasa si un hombre cis le gusta a una mujer trans? Piensan: "¿Qué soy?"
Hay una cuestión de la pérdida de la hombría que tiene el hombre constantemente. Actualmente, por suerte, la gente se anima más.
- ¿Considerás que avanzamos como sociedad?
- Sí, claramente.
- ¿Dónde lo ves? Porque también retrocedimos un montón
- Creo que lo que está sucediendo es que antes hubo un destape que hizo que la gente se guardara, pero no es que dejara de opinar. Ahora, lo que pasa es que con ciertos mensajes que se dan se sienten envalentonados con esas bajadas de líneas que salen a decir lo que pensaron siempre, pero eso no quita que lo que está, está. Eso hay que tenerlo muy presente y no tener miedo que lo ganado está ganado. Hay que seguir luchando y de una manera amorosa. Enseñando, que es la única manera que hay para que el otro no se sienta obligado.
No es una obligación, es una cuestión de respeto hacia los demás. Tenemos que aprender de cada uno del lado que esté a ser respetuoso con el otro. Y el que no lo quiere entender, el que no quiere estar participando en tu vida, no tiene que formar parte.
Sofía Diéguez reflexiona acerca de cuándo fue que la sociedad comenzó hacer un cambio
- ¿Dónde ves el punto de inicio donde empezamos a avanzar?
- Flor de la V fue la primera que estuvo en una comedia, "Los Roldán", y eso fue muy grande, muy groso. La gente amaba ese personaje. Era un cliché, pero los cambios empezaron a darse. Recuerdo cuando lo empezabas a ver en historias de la tele, como en "Verano del 98", con la pareja de Ricky y Tadeo.
Después, de a poco, en todas las novelas de todo el mundo, empezaban a haber personas gays y lo mismo con nosotras. Ahora, en todas las tiras hay una persona trans y eso acerca a la gente, ya que lo comenzás a ver y se hace cotidiano. El cambio está ahí. El cambio está en convivir. Y nosotras, no en mi caso en particular, vivimos en las sombras mucho tiempo. Sin embargo, existimos desde siempre.
Antes no podías salir a la calle a comprarte un yogur al almacén porque te llevaban presa. Somos muy pocas las que tenemos estudios, las que tenemos oportunidades...Tiene que ver con haber tenido contención familiar, herramientas, si pudiste ir al colegio, si pudiste trabajar.
Si te expulsan de tu hogar a los 12 años, sos prostituida desde esa edad, tenés un léxico de la calle, estás en las drogas, el cuerpo que construís como mujer es un cuerpo de morbo, uno para ser consumido sexualmente.
"El gran error de la gente es querer entender, hay que empatizar"
- ¿Cómo podrías explicarle a una persona que por ignorancia no comprende lo que es el autopercibimiento?
- Primero que no lo puede entender nunca. No tiene que entenderlo. El gran error de la gente es querer entender. Hay que empatizar. Todo se usó con un marco político y eso le restó valor, se caricaturizó. Hubo una exacerbación de todo. Pero empatizar es simplemente ponerte en el lugar del otro.
No es que uno se va a autopercibir perro, porque ese es el tema. Esto se cambia conviviendo con nosotras y nosotros. Con el lenguaje inclusivo pasó lo mismo. Se hizo una cargada. Llegó un punto que había gente que hablaba todo con la "e" innecesariamente.
- ¿Cómo llegaste a la Mocha Celis?
- A Francisco Quiñones, el director de la escuela, lo conozco desde hace mucho tiempo, desde antes de mi transición. Nos veíamos en un pub, en donde había un karaoke. La vida nos fue cruzando y, cuando fue el cumpleaños de 15 de Luana, que fue la primera niña trans que consiguió su DNI, de la cual se hizo la película "Yo nena, yo princesa", estuve en la parte organizadora de la fiesta.
- ¿Y vos cómo la conociste?
- Porque cuando era más chica estaba en "Mujeres Trans Argentinas" y ahí la conocí a Gaby, la mamá de Luana. Había leído el libro y quedamos en contacto. Después, siempre tuvimos gente en común, entonces cuando fue el cumpleaños de 15, estuve en la fiesta, mi familia cocinó para ayudar y yo hice un show.
Allí, Fran y Maryanne Lettieri me preguntaron si me interesaba trabajar en la Mocha y dije que sí. Entré a fines del 2022 y trabajé como tutora, además, como soy asistente terapéutica, contenía a las alumnas que venían con unas historias muy duras. Fue difícil porque las chicas venían muy golpeadas, muy lastimadas, te encontrás de todo.
La relación de Sofía Diéguez con su familia
- ¿Cómo fue la relación con tus padres?
- En mi casa siempre tuve contención, amor, orgullo por lo que hacía. Mi papá fue un gran soporte en mi vida. Mi transición fue en dos etapas. A los 16, le dije a mi papá llorando que me gustaban los chicos y que no aguantaba más. Él me abrazó, me respondió que estaba preparado para algo así, que no me preocupara, que tenía que ser feliz, que cuando necesitara él iba a estar ahí para cuidarme. Fue lo mejor que me pudo decir.
Diez años después expresé cómo me autopercibía, dado que que tenía pánico de perder todo. Hice mi transición sin saber nada, sólo lo que sentía. Temía poder decepcionar o no poder encontrar un trabajo. Mi papá siempre me apoyó. También fue el primero que me vio cuando hice mi transformación. Siempre estuvo y está porque falleció cuando yo tenía 30 años.
Mi papá me dejaba jugar a lo que sea. A los 6, me regaló un libro donde estaba metida en la historia de "La sirenita". Eran unos cuentos que se usaban en los 90, donde vos podías compartir la historia con el personaje. Cuando cumplí 7 hizo que en la parte de la canción del cumpleaños feliz pusieran por debajo la de "Bajo del mar" de la película de Disney. Fue un padre muy amoroso que me dejó ser.
A mi mamá le costó un poquito más, pero nada grave. Me acuerdo que cuando hice mi transición estuvimos un mes sin vernos. Estaba muy determinada a no permitirle a nadie que se equivocara con los pronombres. Pero fue muy difícil para mi madre.
Ella tuvo un hijo durante 25 años que, en realidad, siempre fue una hija. De alguna manera tuvo que enterrar a su hijo y adoptar una hija. Ya pasaron 12 años y, después se dio cuenta que la persona es la misma pero en ese momento fue todo muy nuevo.
Sus inicios en la actuación
- ¿Cómo comenzaste en el mundo de la actuación?
- Empecé a los 13 años haciendo teatro en Lanús, después hice un taller de comedia musical. A los 16, hice un casting para Pepe Cibrián y ahí estuve en "El fantasma de Canterville" durante dos temporadas. Luego, empecé a estudiar danza, canto, hice ballet en el Colón y, cuando llegó el momento de mi transición, me alejé de todo. Necesité despegarme de eso porque precisaba conocer mi cuerpo nuevamente.
Cinco años después, me escriben de una castinera donde había dejado fotos y me dijeron que estaban buscando a alguien para "Un gallo para Esculapio". No me acordaba que había enviado esas imágenes. Cuando me enviaron mi porfolio, les dije que estaba un poquito diferente y que no sabía si eso era lo que estaban buscando, por si ellos querían algo más trash.
Entonces, le envíe a Underground un casting chiquitito e hice una aparición en esa serie. Luego, me convocaron para "El Marginal", publicidades y videoclips. Hice una película protagonizada por Nancy Dupláa, "Unicornio", y también "Pequeña Victoria".
Quise cantar. Eso fue todo autogestión y planeo seguir haciéndolo y, actualmente, estoy en una obra de teatro, "Switch", en el Teatro Picadilly.
- ¿Considerás que en el mundo del espectáculo el cupo trans está bien representado?
- No somos muchas las realmente conocidas. Están Flor de la V, Lizy, Costa, Mariana Genesio Peña y después las otras vamos intentando entrar de alguna forma.
No hay muchas cantantes trans conocidas, ni siquiera a nivel mundial. Es triste. También hay una cierta resistencia del sistema, es como "abrimos la puerta, pero hasta acá". Recién ahora, en el Victoria's Secret Fashion Show hubo dos chicas trans desfilando para, de alguna forma, limpiar la imagen de que estamos ligadas al sexo, a la prostitución, a lo promiscuo, a lo prohibido, al morbo.
Cómo vivió la discriminación
- ¿Sufriste discriminación a lo largo de tu vida?
- En el colegio sufrí bullying. No fue agresivo físicamente, pero sí verbal. Lloraba mucho, pero, cuando a los 16 empecé a aceptar lo que me gustaba, comencé a utilizar el humor para defenderme. Los dos últimos años me cambié de colegio y ahí mis compañeros fueron maravillosos. Morían de risa conmigo, les encantaba juntarse. El humor te salva un montón. Pero hay gente que a veces no resiste y termina suicidándose, o en lugares oscuros, o con adicciones.
Me parece que es necesario siempre buscar algo que te salve, como el arte, el deporte, estudiar, formarte, hacer tribus. No importa el género al que pertenezcas o la orientación sexual.
- A pesar de que estamos en 2024, seguimos viviendo en una sociedad muy hostil. ¿Te ha pasado de ir caminando por la calle y que te griten?
- Muy pocas veces, porque hay una cuestión que tiene que ver con cómo te ves. Hay algo que se llama el cispassing, que es el famoso "no parece trans".
- Pero, ¿no te parece agresivo que eso pase como un elogio?
- Son cosas que están establecidas socioculturalmente, pero de a poquito hay que romperlas. Si a mí alguien me dice "no pareces", no lo voy a atacar porque entiendo que su intención no está siendo ser agresiva conmigo, si no que voy a intentar que entienda, por lo que le voy a responder: "¿Y qué tendría que parecer?"
Me parece que es importante ayudarnos a que solos se den cuenta que se están equivocando y para eso hay que hacerlos pensar y así también te lo agradecen. No sirve atacar. Aún así, hay que entender que el que no quiere abrir la cabeza no la va a abrir. Sin embargo, hay más ignorancia que violencia.
- ¿Y en las redes cómo lo vivís?
- En las redes, hay violencia pero porque la gente se oculta detrás de un teléfono. Es un universo diferente al de la calle o por lo menos yo lo vivo así. Tampoco sufro tanto hate y en ese caso, los bloqueo, no pierdo el tiempo. Me parece triste que alguien tenga la necesidad de hacerle sentir al otro su verdad o que venga a decirme que no soy mujer.
- ¿Qué le dirías a esa Sofía que sufría bullying o que pensaba que no iba a lograr llegar a donde está actualmente?
- Aprendí a querer a mi Ivancito. Siento que es la parte más digna mía. Cuando estuve en "Pequeña Victoria", no podía ni escuchar el nombre o ver fotos. Un día, estaba en una cafetería estudiando el libreto y me acuerdo que había una escena que me hizo llorar y, en ese momento, le escribí una carta a ese niño pidiéndole perdón por abandonarlo, por dejarlo, por no darme cuenta que era parte mía.
Le hice una promesa: "Ivancito, mi niño con nombre de rey de zar, hoy esta mujer, Sofía, con nombre de reina, te promete que nunca más te va a dejar solo y, a partir de ahora, vamos a caminar los dos de la mano".
- ¿Por qué sentís que lo dejaste?
- Porque sentía que, por haber sido Iván, no podía ser Sofía, entonces, culpaba de alguna manera a ese niño. Esa criatura tuvo que bancarse un montón de burlas y de risas, ya que el mundo no entendía que, en realidad, era una niña.
Las infancias trans existen pero como la transexualidad está tan ligada a lo sexual, la gente se horroriza y dice: "Eso no puede ser, es degenerado". Sin embargo, no tiene que ver con lo sexual. Jamás me arrepentiría de ser la que soy. La persona que realmente está decidida y lo siente quién es, no le podés quitar su oportunidad.
Fotos: Chris Beliera
Agradecimientos: PAGNONI
Maquilló: Daniel Britzzi @daniel_maquillador
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