El impacto de la belleza virtual en adolescentes: cómo proteger su autoestima
 

El impacto de la belleza virtual en adolescentes: cómo proteger su autoestima

El impacto de la belleza virtual en adolescentes: cómo proteger su autoestima
La era digital ha intensificado la presión sobre la imagen, especialmente en las adolescentes. Una especialista explora cómo la idealización virtual afecta su autoestima y analiza cómo fomentar un desarrollo saludable en un mundo digital.
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La adolescencia es una etapa de cambios corporales, hormonales y emocionales, donde se lidia con deseos y energías que son difíciles de comprender. Se atraviesan tensiones internas y externas, presiones sociales de cómo se debe ser o estar.

¿Qué se espera de una adolescente?

Esta pregunta impacta subjetivamente y también corporalmente. Hay una mirada social que exige y critica. Una mirada que hoy trasciende las rutas físicas que transitan los jóvenes en todo el mundo. Ya no hay barreras para que lleguen las miradas, los mensajes llegan sin filtros, lo que torna una necesidad recurrir al filtro virtual para que el mensaje cruel no llegue o dañe menos.

Las adolescencias transitan una etapa de cambio profundo en donde buscan identificarse con modelos externos a su entorno familiar. Parte del desarrollo psicológico y el fortalecimiento emocional es la identificación con sus pares, creando nuevos lazos afectivos, pero además se crean referentes, algunos/as inalcanzables como ser ídolos/as e incluso desconocidos/as.

Dentro de este espectro de referentes entran los influencers, quienes se vuelven modelos perfectos, estereotipos de “cómo ser” “cómo estar” ‘qué hacer”. Entra en tensión el cuerpo real y el cuerpo ideal.

En la era digital, la inmediatez se vuelve cada vez más condicionante. Lo aspiracional ya no es una perspectiva a futuro, es inmediato, es “ya”.

¿Cómo impacta la cultura digital en el despertar adolescente?

La cultura nos trae emblemas e ideas que se vuelven cruciales en la vida de cualquier persona. Se instalan representaciones sociales que nos moldean en base a parámetros estructurales que nos dicen cuáles son los ideales del ser.

Los ideales de belleza siempre estuvieron, son construcciones sociales en determinados contextos, pero hay que decirlo: las principales víctimas de esos modelos hegemónicos resultaron ser siempre las mujeres jóvenes.


Esto tiene un feroz impacto en el desarrollo psico- evolutivo, refuerza estereotipos que construyendo una imagen ideal de las jóvenes, generando ciertos deseos en relación a esto. Es decir, hay una imposición sobre el deseo cada vez más compleja, que crece y se incentiva a cada minuto a través de las tecnologías digitales y los algoritmos.


Modelos e influencers o más bien "modelos de influencia” que representan la cara visible de los grandes empresarios de la hegemonía sexista global. “Skin care”, redes sociales donde se utilizan filtros de todos los gustos, plataformas de belleza, inteligencia artificial (IA) generativa, donde se interviene virtualmente sobre los cuerpos y rostros.

Ahora son cada vez más jóvenes, cada vez más niñas, las principales receptoras de esta oferta desmedida de estereotipos de belleza.


La industria de la belleza hoy llega a toda velocidad y potencia a través de las redes sociales a todas las niñas y adolescentes en todo el mundo. El "skincare" o la rutina de cuidado de la piel, se ha convertido en un boom en las redes sociales.

Jóvenes, mujeres famosas, artistas reconocidas, influencers, skin influencers, hoy son contratadas por empresas de cosméticos y grandes marcas y laboratorios, o realizan “canjes” para promocionar sus productos.

Promueven rutinas de supuesto autocuidado y belleza que están llenas de filtros, donde se muestran y promueven rostros, pieles y cuerpos irreales, utilizando herramientas de IA para venderte estándares de belleza inalcanzable.

Es más rentable vender cosméticos que agua, la clave para una buena piel es la hidratación, protección y el no consumo de sustancias como el tabaco. Ojalá me lo hubiese transmitido alguien desde mi infancia, la prevención es clave pero no rentable.

¿Qué hay detrás de las máscaras de belleza virtual?


El contraste es tal que angustia; genera grandes sentimientos de desvalorización, de autorrechazo, de incomodidad con sus cuerpos y rostros, estas máscaras que utilizan en las redes sociales y plataformas virtuales de llegada masiva, no solo son la máscara de la crueldad sino que traspasan la pantalla.

La imagen virtual, se volvió real, la pantalla de la computadora o el celular reemplazan al espejo del baño distorsionando severamente la imagen y la apariencia real, lo que afecta la vida de las jóvenes.

La obsesión por las rutinas de cuidado, por la belleza inalcanzable, el rostro ideal, el cuerpo hegemónico o la apariencia “perfecta”, tienen impacto nocivo sobre la salud mental, la tolerancia a la frustración sufre una fuerte caída en la búsqueda por encajar en los estereotipos de belleza, se incrementan los trastornos alimentarios, obsesión por el cuerpo, adicción al gimnasio y se incrementa severamente la pérdida de la autoestima, lo que tiene consecuencias serias como la angustia, las crisis de ansiedad, la depresión e incluso ideas y conductas autodestructivas.

¿Avance o retroceso? ¿Qué hay detrás de la pantalla?


Hablar de comunicación global, IA y la era digital indica por sentido común que estamos ante procesos de innovación y evolución. Ahora bien, cuando se trata de ver un poco más acá, observamos que toda evolución viene con consecuencias.

Problemáticas sociales como el acoso, abuso sexual, estafas, adicciones y violencias de género, se extienden al ámbito virtual. Se detecta hace un tiempo sobradas situaciones de violencia (sobre todo violencia sexista), mensajes de odio, extorsiones y amenazas sexuales a mujeres, adolescentes y niñeces, incluso la adulteración de imágenes de personas con herramientas de IA generativas, donde dejan el rostro (de niñas y adolescentes generalmente) y cambian su cuerpo sexualizándolo, para luego distribuir y comercializar las imágenes.


Tal es así, que se ha avanzado en incorporar la definición de Violencia Digital (Ley “Olimpia” 27.736) para hablar de toda conducta que atente contra mujeres basada en su género, que sea cometida con asistencia, utilización y/o apropiación de las tecnologías digitales, violencias que tienen como fin causar daño psicológico, sexual, físico, económico o moral, ya sea en el ámbito privado como en el ámbito público. Algunos ejemplos de ella son el ciberbullying, ciberacoso, sextorción, cibercontrol en el noviazgo, entre otras.

Por otro lado, se han perpetrado crímenes de larga data y lamentablemente naturalizados e invisibilizados como ser el Abuso Sexual Infantil y la Trata y explotación de personas. El grooming (atentado aberrante que comete un adulto contra la integridad sexual de niñeces y adolescencias) se desarrolla directamente en el ámbito virtual y es considerado un delito penal.

Asimismo, se observan nuevas modalidades de reclutamiento en el delito federal de Trata de Personas, donde las víctimas son atraídas por las redes sociales a través de promesas falsas y generación de expectativas como ser modelos y viajar por el mundo, ser modelos de webcam (en el caso de mujeres jóvenes y adolescentes).

         

¿Cuál es el límite?


En nuestro país aún no hay normativas vigentes que regulen el desarrollo, aplicación e impacto de la IA. Y es fundamental para prevenir y combatir los diferentes peligros en la juventud y niñez.

No debe haber innovación sin regulación. La concientización y prevención debe
ser un derecho de todas las personas y una obligación del Estado.

Lejos de coartar las libertades de niñeces y adolescencias, todo lo contrario, promoviéndola, debemos hacer un esfuerzo por acompañar el desarrollo de su autonomía y autodeterminación, pero con las advertencias necesarias; fomentando modelos de autocuidado a su integridad, de aceptación de la diversidad de cuerpos y rostros, de fortalecimiento de la autoestima y de la tolerancia a la frustración.

Los rostros y cuerpos perfectos no existen, o más bien, todos los rostros y cuerpos pueden ser perfectos, según desde la óptica socio cultural de donde se lo mire, por eso es urgente que se desarrollen herramientas de fortalecimiento emocional desde la temprana infancia desde todos los ámbitos posibles pero sobre todo desde la familia y la escuela.

Autora: Lic. Daniela Gasparini. Psicóloga (UBA) especialista en Género, Derecho y Trata de Personas.

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