En 2016 tuvo cáncer de mama. La enfermedad fue detectada en un control de rutina y como no podía ser de otra manera, ya nada fue igual en la vida de Florencia Curi. El diagnóstico fue tan duro como la cirugía, donde le realizaron una mastectomía total. Después vino la quimio, la pérdida del pelo y enfrentarse con la nueva imagen en el espejo.
El miedo la hizo volver a vivir con su mamá a pesar de tener 35, por la necesidad de sentirse contenida, abrazada, ayudada. Años más tarde, ya repuesta del cimbronazo físico y emocional, Florencia escribió un libro donde contó su experiencia en primera persona. Y su amiga Marianela Müller lo ilustró. "Montaña, crónica de un cáncer" vio la luz hace pocos meses.
"¿Por qué escribir otro libro sobre el cáncer? Me lo han preguntado, y yo misma me lo he preguntado, muchas veces. Se podría pensar que no es el tema más popular y convocante, de hecho cuando comencé a escribir, fue más bien para poner en palabras toda la incertidumbre, enojo y miedo que producía la interrupción de mi vida, tal como la conocía hasta antes del cáncer", dijo la autora.
Y añadió: "Porque en cuestiones de salud, hay un antes y un después de cualquier enfermedad que viene a recordarnos la finitud de la vida. No es que no lo sepamos, claro. ¿Existe, acaso, algo más humano que el miedo a la muerte? Pero cuando te llega la noticia de un cáncer, casi siempre inesperada, ese miedo se vuelve compañía diaria y la vida adquiere un sentido muy distinto".
Florencia Curi: "Queríamos hablar del dolor sin caer en la victimización"
-Ya contaste que este libro fue catártico en tu proceso de curación del cáncer. ¿Cómo lo ves ahora, con el paso del tiempo: se resignificó todo lo que escribiste?
-El proyecto fue un proceso de escritura, resignificación y reescritura que duró ocho años. Al principio, comenzó como un impulso catártico, una necesidad de sacar hacia afuera lo que estaba viviendo. Pero, con el tiempo, ese impulso inicial se transformó en una narrativa cuidada, trabajada con mucho esmero para transmitir el mensaje que realmente queríamos: hablar del dolor sin caer en la victimización, mostrando una mirada realista pero llena de humanidad.
La resignificación llegó de forma natural, porque una misma cambia con el tiempo, y cambia también la forma de ver lo vivido. Lo que al inicio era un relato lleno de emociones inmediatas fue madurando y tomando otra dimensión.
Ahora veo en el libro una herramienta para acercar mi experiencia a otras personas y, en ese proceso, se ha vuelto algo que ya no solo me pertenece a mí, sino también a quienes se encuentran reflejados en sus páginas. Creo que este libro ha crecido conmigo y, en muchos sentidos, sigue resignificándose cada vez que alguien lo lee.
Florencia Curi: "Después del cáncer de mamá, definitivamente no volví a ser la misma"
- En el libro contás cómo era tu vida "de antes"... ¿cómo es ahora? ¿Sentís que ya no sos la misma después del cáncer o pudiste recuperarte plenamente?
-Después de vivir el cáncer de mama, definitivamente no volví a ser la misma. Ese tipo de experiencia transforma tu vida en algo completamente diferente. La finitud de la vida se vuelve una presencia constante; es como si estuviera siempre ahí, recordándote lo esencial y lo efímero. Eso te hace ver las cosas con otra perspectiva, te cambia las prioridades y, en mi caso, también el rumbo.
La Flor de antes y la de ahora me constituyen, ambas son parte de quién soy hoy, pero esa experiencia me llevó a elegir un camino distinto al que llevaba antes. Escribir el libro fue una forma de reconocer y reconciliar esas dos versiones de mí misma, de abrazar todo lo que fui y todo lo que soy ahora, y, de alguna manera, de darle un nuevo sentido a esa transformación.
"Una termina poniendo en primer plano el hecho de estar viva"
- También revelás que tuviste que resignar el tema de la maternidad, por no poder hacer criopreservación de óvulos. ¿Qué reflexión hacés sobre eso?
-Es un tema complejo y muy personal, algo que tuve que enfrentar de manera inesperada y en un momento en el que ni siquiera sabía si quería ser madre. Decidir no hacer crioconservación fue una elección difícil y dolorosa, llena de dudas y renuncias.
En el libro hablo de cómo, en situaciones como esta, una termina poniendo en primer plano el hecho de estar viva, y eso a veces deja en segundo lugar los deseos personales. Fue una experiencia intensa y transformadora, y poder escribir sobre ella me ayudó a entender y procesar esa decisión. Cada persona tiene su propio proceso, y para mí, compartirlo en el libro fue una forma de transformar ese dolor en algo que pueda resonar con otros.
"A veces lo único que necesitamos es atravesar un día a la vez"
- Por último, ¿qué mensaje le darías a todas las mujeres que están atravesando un diagnóstico de cáncer?
-Les diría que se permitan sentir todo lo que venga, sin juzgarse. Es válido estar mal y tener días difíciles; el cáncer es un camino duro, y no tienen que ser fuertes todo el tiempo. Aceptar esos momentos es parte del proceso, pero también es importante recordar que no estamos solas.
Aferrarse a los vínculos de amistad y familia puede ser un refugio invaluable, un recordatorio constante de que no tenemos que cargar con todo solas. La compañía y el amor de quienes nos rodean nos sostienen cuando sentimos que no podemos más, y esos lazos nos devuelven fuerzas que ni sabíamos que teníamos.
También es fundamental encontrar esos lugares seguros donde podamos sentirnos en calma, como un refugio personal. En mi caso, el arte, y en particular la escritura, fue un lugar de consuelo, donde pude procesar todo lo vivido y dar forma a mis emociones. Buscar esos refugios, ya sea en el arte, la naturaleza, o en lo que cada una necesite, puede marcar la diferencia en cómo transitamos el camino.
Cada día es único, y cada paso, por pequeño que sea, cuenta. A veces, lo único que necesitamos es atravesar un día a la vez, sin expectativas, sin presión. Porque cada pequeña victoria, cada gesto de cariño y cada momento de calma suman, y poco a poco nos ayudan a avanzar. No tengan miedo de pedir ayuda o de apoyarse en los demás; enfrentarlo en compañía puede hacer una gran diferencia.
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