Durante el verano, la piel enfrenta múltiples desafíos. Las altas temperaturas, la exposición al sol y el contacto con factores externos como el agua salada y el cloro pueden causar alteraciones que derivan en manchas, brotes de granitos e incluso un aumento en la producción de grasa.
Sin embargo, este exceso de sebo suele ser un intento de la piel por compensar la falta de hidratación, no un indicativo de que esté correctamente hidratada.
¿Por qué parece más grasa la piel cuando está deshidratada?
Cuando la piel carece de agua, intenta equilibrarse produciendo más grasa. Esto no significa que esté hidratada, sino que está reaccionando de forma compensatoria. A esto se suma el uso frecuente de protectores solares, imprescindibles durante el verano, pero que en algunos casos pueden contribuir a una sensación de piel más grasa debido a sus bases lipídicas o aceites ricos en antioxidantes.
Es importante distinguir entre hidratación y grasa: mientras la hidratación se refiere al contenido de agua en la piel, la grasa se relaciona con la producción de sebo. Por lo tanto, una piel puede lucir brillante y grasosa, pero estar profundamente deshidratada.
Rutinas adaptadas para equilibrar la piel en verano
Para evitar esta situación, es fundamental ajustar los hábitos de cuidado facial. Los activos hidratantes como el ácido hialurónico son especialmente beneficiosos porque atraen y retienen la humedad ambiental. Las texturas ligeras, como sérums o geles hidratantes libres de aceites (oil-free), son ideales para hidratar sin aumentar la producción de grasa.
Cuidados básicos para mantener una piel saludable
- Protección solar diaria: Este paso es ineludible durante el verano. Es importante recordar proteger no solo el rostro, sino también áreas más vulnerables como los labios, utilizando bálsamos con factor de protección solar.
- Reparar después de la exposición al sol: La aplicación de productos calmantes y reparadores, como las lociones post solares, ayuda a reducir la irritación, restaurar la hidratación y revitalizar la piel.
- Mascarillas hidratantes: Incorporar mascarillas de hidratación profunda en la rutina semanal puede ayudar a contrarrestar los efectos de la deshidratación y devolver suavidad y elasticidad a la piel.
Factores externos que agravan la deshidratación
El sol, el cloro de las piscinas y la salinidad del agua marina son los principales responsables de la pérdida de agua en la piel. Además, la falta de humedad en el ambiente y una ingesta insuficiente de líquidos empeoran el problema.
Por ello, es esencial combinar el cuidado externo con una hidratación adecuada desde el interior, mediante el consumo regular de agua y alimentos ricos en líquidos.
Resumiendo, durante el verano, el equilibrio entre hidratación y protección es la clave para evitar problemas cutáneos y mantener la piel saludable, fresca y libre de molestias.
Fuente: Dra. Johanna Furlan, Cirujana, especialista en medicina estética (MN122.975) @drajohannafurlangraf
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