En los días de verano, cuando se impone el sol y los días se hacen largos, se incrementan las oportunidades para reflexionar y conectar con lo positivo de nuestra vida.
En general, la cultura nos lleva a focalizar en lo que no tenemos para que nos organicemos y logremos obtener lo que nos falta. Sin embargo, si nos enfocamos constantemente en lo que no tenemos, podemos generar un ciclo de retroalimentación en el que se incrementan los niveles de cortisol, aumenta el estrés y se amplifica la actividad de la amígdala, instalando sensaciones de frustración, de insatisfacción y de negatividad respecto del entorno.
Este circuito tiene como consecuencia la disminución de la actividad prefrontal, indispensable para la adecuada planificación. Por eso, si nos centramos en lo que no tenemos, podemos llegar a anular nuestra capacidad para proyectar y alcanzar los logros que deseamos.
Por eso, hasta alcanzar lo que queremos y no tenemos, debemos centrarnos en agradecer lo que sí hemos alcanzado en la vida.
Si nos enfocamos en lo que tenemos, activamos el circuito de recompensa cerebral que nos llena de sensaciones de placer y se estimula la liberación de serotonina, que nos hace sentir tranquilos y mucho más felices. Tenemos sensaciones de gratitud y activamos a la corteza prefrontal, abriendo la posibilidad de generar planes realistas para lograr lo que queremos o necesitamos.
Por otra parte, al ser agradecidos y disminuir la actividad de la amígdala y aumentar la regulación de la corteza prefrontal, el cerebro responde de manera más adaptativa a situaciones difíciles y mejora nuestra experiencia, pase lo que pase.
Estos efectos, propios del agradecimiento, se amplifican con el clima veraniego. Pasamos más tiempo al aire libre, disfrutamos de la naturaleza, la familia, los amigos y el resultado es el aumento de emociones positivas que retroalimentan el foco en las cosas buenas que nos pasan.
Los beneficios de la gratitud no se limitan a conducirnos a generar sentimientos positivos, sino que sus efectos nos llevan a fortalecer nuestras relaciones. Cuando expresamos agradecimiento hacia los otros, no solo alcanzamos un mayor bienestar personal, sino que incrementamos el bienestar de los que nos rodean. Generamos un intercambio que refuerza los lazos emocionales, fomenta la empatía y genera un ciclo de apoyo mutuo.
Ser agradecido también transforma el ambiente de trabajo. Con un simple “gracias” podemos aumentar la motivación, mejorar la comunicación y promover la cultura de colaboración.
No sabemos si el amor mueve montañas, pero sí, el agradecimiento puede generar grandes efectos en nosotros, en los demás y en las circunstancias, transformando y moldeando emociones.
La práctica regular de la gratitud entrena al cerebro a centrarse en lo positivo. A partir de la neuroplasticidad, nuestro cerebro refuerza las conexiones neuronales que nos llevan a buscar y a percibir experiencias agradables y, por lo tanto, si somos agradecidos, seremos más felices.
El verano es un buen momento para dar el puntapié inicial. Podemos aprovechar estos días de calor, más largos y relajados, para cultivar la gratitud. Ya sea disfrutando un atardecer, compartiendo una comida al aire libre o, simplemente, agradeciendo el momento presente. Lo que vale es transformar cada buen momento en un acto de gratitud.
¿Cómo estimular el agradecimiento? Aquí van algunos consejos:
· Empezá un diario o un frasco de gratitud. Anotá tres cosas al día por las que estás agradecido. Guardalas en un papel en un frasco o sumalas a tu diario. No olvides releer el contenido de vez en cuando. Te va a ayudar a conectar con más fuerza con lo bueno que hay en tu vida.
· Expresá tu gratitud a alguien cercano ya sea con palabras o por escrito.
· Prestá atención al aquí y al ahora. Si lográs estar en el presente vas a apreciar los pequeños momentos que si no, pasan inadvertidos.
· Crea rituales de agradecimiento. Al despertar, al comer, al subir al ascensor o a un transporte. Aprovechá acciones que son realmente cotidianas para agradecer reflexionando sobre quiénes hicieron posible tu descanso, tu alimento, la limpieza de los lugares por los que circulás o su buen funcionamiento. Recordá que por detrás de todo lo que usás está el trabajo y la contribución de mucha gente. ¡Traelos a tu mente y agradecé!
Fuente: Gabriela Gonzalez Alemán Dra. en Genética del Comportamiento, Directora del departamento de psicología de la UCA y fundadora de Brainpoints (MN 33343) Instagram: @brainpoints
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