Flor Torrente asegura que, en realidad, la primera vez que vió a su actual pareja fue en el año 2019. “Realizamos unos trabajos juntos y siempre tuvimos buena onda pero nada más. El año pasado nos reencontramos y, no sé, pasó algo mágico: ¡Nos enamoramos! A veces las cosas suceden cuando tienen que suceder y no necesariamente en el primer encuentro”, asegura la actriz y diseñadora de Helicia, su marca de ropa y accesorios.
Una cita virtual
Es más, Flor nos suma un dato clave sobre su primera cita: “Fue a través de un Google Meet porque estábamos en la cuarentena cerrada del 2020. Somos algo así como el ejemplo mismo del amor en tiempos de cuarentena”, explica entre risas.
“Después algunas charlas virtuales nos animamos a encontrarnos en persona y la realidad es que ya no nos separamos más así que decidimos convivir bastante rápido. Los dos compartíamos el deseo de mudarnos a una casa, tener un jardín, mucho verde y conectar un poco con la naturaleza después de tanto tiempo de encierro. La verdad es que el 2020 fue un año tan difícil que encontrarnos fue un hermoso milagro”, agrega.
Conviviencia en armonía
“Enamorarnos en esta circunstancia es algo extraordinario y muy desafiante: nos conocimos en el encierro y hasta tuvimos COVID juntos. ¡Fue todo muy intenso pero funcionó! Más allá de esta realidad pandémica, nos complementamos bien y creo que eso clave para que el vínculo fluya y se fortalezca con la convivencia… Además de amarnos mucho, claro”.
La actriz asegura que comparten el amor por la introspección. “A lo mejor uno, cuando se vuelve más grande, comienza a observar cosas que antes le pasaban desapercibidas… Yo hoy siento que es importante compartir ideología, pensamientos y formas de vida. Los dos estamos en un modo reflexivo, de análisis, meditación y también de hacernos muchas preguntas”, explica.
Por último agrega: “Nosotros somos una pareja que comparte todo: miramos documentales juntos, nos informamos e intentamos aprender. Queremos dejar de hacernos los boludos con lo que pasa en el mundo, en el planeta y probar hacernos cargo de nuestros errores para corregirlos. Eso también se traslada a lo cotidiano: nos dividimos las tareas domésticas -algunas las realizamos juntos y otras por separado- y nada resulta forzado, es muy armónico”, concluye Torrente.