Su proyecto se llama Fábrica de Estampas. Hacen grabados en madera a través de los que transmiten ideas del mundo que tienen y quieren construir. Su historia y su experiencia sobre cómo la pandemia les cambió los planes, pero no su naturaleza.
Delfina Estrada y Victoria Volpini son amigas desde de la universidad. Estudiaron juntas Bellas Artes en el IUNA, compartieron talleres de pintura y crecieron profesionalmente, casi juntas. Juntas, se mudaron de un espacio creativo a otro.
Desde 2010 son socias en Fábrica de Estampas, un proyecto que busca contar historias en grabados hechos en madera. En su taller, en una esquina vistosa del barrio de Coghlan, prueban distintas técnicas para transmitir sus ideas.
Su amistad, se consolida en medio de la cotidianidad creativa, como les pasa a las chicas de Tienda Rosaura, otra dupla todoterreno.
Los diseñadores en tiempos de pandemia
La pandemia, claro, las obligó a buscar alternativas, más allá de las ferias y los cursos con los que mantenían vivo el proyecto. Así, por estos días, están de lo más motivadas haciendo ilustraciones para libros.
Tienen en carpeta un trabajo sobre historias de perros escritas por chicos y contadas en imágenes impresas (a través de la técnica de la xilografía) y están terminando otra publicación sobre plantas autóctonas que atraen mariposas.
También terminaron un proyecto con ilustraciones sobre la Granja Guazu que ofrece huevos orgánicos, de gallinas que crecen cuidadas y en libertad, y están ilustrando textos sobre la explotación de los trabajadores de yerbales, en Misiones.
"Nos inspiramos mucho en proyectos que creemos que están buenos para armar futuro o rearmar el mundo que queremos. Esta pandemia nos demostró lo mal que estamos y nos hace preguntarnos sobre nuestra relación con los animales y el medioambiente; cómo nos alimentamos, qué consumimos, como se sostienen los pequeños emprendimientos", cuenta Delfina Estrada.
Haciendo Fábrica de Estampas
Fábrica de Estampas trabaja las matrices de xilografía con MDFE, un material blando pero a la vez resistente que les permite tallar directamente con la gubia.
Las técnicas de aguafuerte y puntaseca les posibilitan crear climas más abstractos en papel de algodón. Cada superficie deja también su impronta.
Cuando se estampa en tela el resultado es muy distinto.
El proceso creativo nunca empieza por el mismo lugar. Muchas veces, bocetan sobre la madera sin un plan definido.
A veces es el material el que las inspira. O un proyecto. Algo que se ven en algún lugar y que les permite hacer distintas pruebas y proyectar diferentes imágenes.
Para ellas es importante reflexionar en el hacer. La cercanía con los materiales y las herramientas es clave. Trabajar con linóleo y madera les permitió dar talleres en barrios, escuelas, comedores y adentrarse en distintas comunidades. Porque se imprime más rápido que con los metales, es más económico y fácil de trabajar la matriz.
Desde que empezaron, Delfina y Victoria trabajan de manera autogestiva, "armando redes con otros proyectos y uniendo distintos territorios"
"Queremos poder tomar las historias que circulan en el relato oral y abrir diálogos e intercambios a través de las imágenes", dice Delfina y recuerda la época en las que un garage oficiaba de taller: "teníamos que sacar el auto para trabajar y volverlo a entrar después".
Cómo vivir del diseño y no rendirse en el intento
Su primer espacio creativo fue en Saavedra, en un espacio que alguna vez fue una mercería.
Compartir la experiencia de amistad y sostener un emprendimiento propio como socias y amigas a veces es cuesta arriba.
Lo más difícil, admiten, es organizarse para llevar adelante las cuentas y dejar un margen de ganancia para vivir de lo que les gusta tanto.
"Que a partir de una imagen nuestra a alguien le salga de su interior algo que lo sorprende y maravilla, nos motiva a seguir. Las estampas generan nuevos pensamientos y hacen que las ideas se reproduzcan y expandan. Ser parte de eso es maravilloso", concluye Delfina.
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