La historia de amor entre Analía Franchín y Sebastián Eskenazi comenzó en 2007 cuando se conocieron en la chacra de Jorge “Corcho” Rodríguez en Punta del Este. La relación fluyó más que bien, se volvieron inseparables y llegó a sus vidas Benicio, el primer hijo en común de ambos. La pareja logró afianzar una verdadera familia ensamblada a la que se sumó Tomás, el hijo mayor del empresario, que tiene 27 años y sigue viviendo con ellos.
“Después hay dos más grandes, de él, pero que ya se fueron de casa. Lucas y Nicolás ya formaron sus familias y están fuera de casa, pero siempre están un poco adentro. Sebastián es abuelo y yo soy abuelastra, cosa que me encanta. Amo a los chicos, disfruto esa cosa dominguera de muchos. Me gustan las familias grandes y ya vamos por el quinto nieto. Son todos chiquitos: el más grande tiene 4 años y otro está por nacer. Se ve que ellos también quieren tener familias grandes y me encanta que así sea”, contó.
Al hablar de una de las actividades que más le gusta a esta familia ensamblada, la panelista de “Flor de equipo” detalló que prefieren las tardes en el campo de Eskenazi. “Ahí hay mucho verde, la hamaca, el caballito. Muy tranca. Yo tengo re feeling con los niños y me compran en dos segundos porque me encantan los chicos. Siempre me gustaron, pero desde que fui madre, tengo mucha más empatía”, dijo en una entrevista con Revista Pronto.
Cómo es el vínculo entre Benicio y su papá
La periodista dijo que su hijo y su pareja “tienen un vínculo muy lindo y nos engamamos bárbaro: Sebastián es muy de la naturaleza, entonces es muy de hace cosas con Benicio en el campo y a mí el caballo me da miedo, por lo cual ellos montan mucho o hacen caminatas nocturnas y prenden una fogata en medio del campo y yo me voy hasta ahí en la camioneta. Juegan al tenis juntos y hacen mucha actividad. A Sebas la paternidad de Beni lo encontró en otro momento de la vida y el pendejo lo tiene enloquecido”.