Aunque no fue la ganadora de Masterchef Celebrity, Analía Franchín asegura estar súper feliz de haber llegado a la final del certamen de cocina más exitoso de la televisión. "Estoy súper orgullosa de todo lo que logré, lo que aprendí y me llevo el mejor de los recuerdos de este programa que fue, realmente, increíble", asegura
Durante la última emisión del programa, Franchín llegó acompañada por su hijo Benicio y Amalia, su mamá. La periodista nunca habló demasiado sobre su familia pero Para ti tuvo oportunidad de charlar con ella, en profundidad, sobre este tema tan delicado.
-Contaste varias veces que tenés una familia difícil, disfuncional…..
-Sí, muy. Mi mamá es una mujer muy sufrida, de una familia muy humilde -fue golpeada y abusada por sus papás- que tuvo que escaparse de su casa a los 17 años porque la situación en su casa era insostenible. Se casó, tuvo dos hijas -mis hermanas Sandra y Marisa- y, cuando la menor de ellas era muy chica (tenía sólo meses) su marido la abandonó y nunca más lo volvió a ver ni a saber de él. Mi mamá tuvo que salir a trabajar de mucama, cama adentro, y dejó a mis hermanas en lo de una tía y así fueron criadas. Con el tiempo conoció a mi papá que era un amor, una gran persona y se casó con ella y le dio una vida mejor, por suerte. Ahí llegué yo.
-Pero tus hermanas quedaron muy golpeadas por esta infancia tan dura, imagino
-Sí, claro: creo que ninguna de las dos pudo recuperarse de eso. Mi hermana mayor es adicta desde muy chica y hemos hecho de todo para que se rehabilite: desde ir a buscarla a la villa donde se había instalado hasta internarla. Tuvo una hija y la criamos nosotros -mi papá y yo- porque ella, realmente, no podía hacerse cargo de un bebé. La menor se caso con un psicópata, un monstruo, el peor hombre del mundo y tuvo dos hijos con él que son autistas. Todo muy difícil.
-Debe ser un gran peso sobrellevar a una familia asi y hacerte cargo de todo, no?
-Uff… No te imaginás cuanto. Pero bueno, yo siento que soy algo así como una ganadora de la vida porque logré superar muchos obstáculos, formar mi propia familia, tener una vida sana y estable y comprendí, hace mucho tiempo, que mis hermanas no tienen esa vida por elección propia, están enfermas.
-¿Son taxistas las dos?
-Bueno, la mayor ya no trabaja. Pero sí, claro: eran taxistas las dos.
-¿Es verdad que una de ellas tenía una foto tuya en el taxi?
-Es verdad. ¡Como una estampita! O como el perrito ese que mueve la cabeza. Yo le decía: “¡Sacá mi foto de ahí por favor!” (se ríe).