Araceli González (50, que luce nuevo look rubio), ama la Navidad, arma un árbol gigante, decora su casa con esmero y también cocina para Nochebuena. “Siempre paso las fiestas en familia, en mi casa, y preparo lo típico: vitel toné, matambre con ensalada rusa o Waldorf, hago una pavita… ¿Viste esa gente que ama hacerse la rara y se queja del menú tradicional? Bueno, yo soy lo opuesto, ¡amo el ritual navideño y lo disfruto a pleno!”
-¿Sos también de las que hacen balances de fin de año?
-Mi cuerpo solito hace el balance y me dice: “Descansá, Ara, estoy agotado” (se ríe). Pero no le estaría haciendo caso porque en enero y febrero sigo con Los puentes de Madison, en Mar del Plata.
-¿Esperabas tener tanto éxito con la obra?
-Hacer 'Los puentes de Madison' para mí fue una gran responsabilidad porque el personaje es muy fuerte y yo trabajé mucho en su acento italiano, en su tono –que practiqué durante dos meses en todo momento y lugar– y busqué la postura de Francesca. Pensé en mis tías tanas, las Monteferrario, que se paraban bien firmes, con las piernas medio abiertas y los brazos en la cintura, se calzaban el delantal y a las 9 de la mañana ya estaban cocinando para almorzar a las 12 en punto.
-Supongo que temías, además, que te compararan con Meryl Streep…
-Eso era lo que menos me preocupaba, aunque te cueste creerlo. A mí me moviliza mucho interpretarla por esto de las mujeres de mi familia, que fueron mis referentes más fuertes. Sentía que no podía fallarles a ellas, que habían vivido amores truncos (como el de Francesca), que se dedicaron exclusivamente a criar a sus hijos y postergaron todos sus proyectos personales. Yo sabía de qué estábamos hablando con esta historia. Francesca es un poco mi mamá, mi abuela, mis tías…
-¿Y vos qué pensás de la decisión que toma Francesca? ¿Postergarías tus sueños y deseos por tus hijos?
-Sí, claro, siempre prioricé a mis hijos, igual que Francesca. Te voy a contar un caso puntual: cuando me separé de mi primer marido (Rubén Torrente), el papá de Flor (29), me fui a México con una familia para pasear un poco y distraerme porque estaba muy triste y angustiada.
-¿De qué año estamos hablando, como para ubicarme en tiempo y espacio?
-Eso fue en 1997. Sí, exacto, porque yo era muy joven: tenía 29 años y estaba enfocada sólo en ser mamá, no me imaginaba en pareja con nadie. Bueno, un día apareció un hombre, nos fuimos conociendo y se enamoró de mí. Yo volví a la Argentina y al poco tiempo él ya estaba en Buenos Aires: quería que nos fueramos a vivir a México. Lo analicé mucho, dudé y sufrí, pero rechacé su propuesta y me quedé en la Argentina porque no podía alejar a mi hija de su papá.
-¿Nunca más lo volviste a ver?
-Sí, muchos años después me lo crucé y fue inevitable pensar qué hubiese pasado si me casaba con él y me iba a vivir a México. Eso jamás lo sabré, pero te digo algo: ese hombre era muy parecido a Fabi. Será por eso que la vida, mucho tiempo después, me compensó con el amor de mi vida.
-¿Y Fabián cómo llegó a tu vida?
-¡Yo lo conocía desde hacía años! Pero jamás lo miré. En el año 2002 hicimos juntos una novela que se llamaba 1000 millones, y si en ese momento me decías que cinco años después iba a estar saliendo con este hombre, no lo hubiera creído. No era algo que se me pasara por la cabeza. Yo estaba casada y… (imposta la voz como para decir algo muy serio) sólo tenía ojos para el papá de Toto (Tomás Kirzner, 19). No, no, en serio: siempre fui muy honesta en mis relaciones.
-El que sí tuvo ojos para mirarte y mucho, según se comentó en ese momento, fue Chayanne. Y estamos hablando del mismo año: 2002, cuando protagonizaban la telenovela Provócame… (vuelve a reírse fuerte)
-¿Vos decís que me miraba con cariño? ¡Chayanne es un hombre encantador! Pero tengo que decirte la verdad: nunca intentó seducirme ni me dijo nada desubicado… Sí es cierto que todas las mujeres del set de grabación, del país entero, caían desmayadas cuando les sonreía… ¡Hasta mi mamá moría por él! Un día vino con Toto a verme a la grabación, y me dijo: “Hija, por Dios, ¡lo que es la dentadura de ese hombre! No me dijo la sonrisa”. ¡Le miró los dientes blancos, perfectos! Me muero (se ríe otra vez).
-Volvamos, entonces, a Fabián, ¿te costó presentárselo a tus hijos?
-Y… fue toda una decisión. Fabián sabía que si Toto no lo aceptaba la cosa se iba a complicar. Así que el día que vino a casa estaba un poquitín estresado… ¡Pobre hombre! Pero todo salió genial: tuvieron una charla a solas en el jardín de casa en la que Toto le preguntó si me amaba realmente y desde cuándo. Fabi le contestó que él me amaba desde hacía muchos años, pero a la distancia y que por fin había podido acercarse a mí. ¡Por suerte! Yo hasta los 40 años sufrí mucho por amor, había llegado el momento de ser feliz.
-¿No te preocupaba tanto lo que pensara Flor de Fabián?
-¡Sabía que Flor lo iba a adorar! Por otra parte, Flor no veía la hora de que yo estuviera en pareja, me lo pedía de rodillas. Los amigos de ella me decían: “Araceli, vivís el fin de semana encerrada, ¿cuándo te vas a poner de novia?”. Creo que no me aguantaban más soltera.
-¿Es verdad que en esos fines de semana de encierro y soltería entrabas a un chat de solos y solas con un nombre falso?
-¡Ay, sí, es cierto! Te voy a decir mi nick porque a lo mejor alguno chateó conmigo y ahora se entera. Qué gracioso. Yo era “Solsole” en una sala que se llamaba “más de 35”. Ya era medio deprimente el lugar virtual que elegía, ¿no?
-¿Y conociste a alguien ahí?
-Nooo… La verdad es que yo chateaba de aburrida, nunca pensé en conocer a alguien seriamente ahí. Pero lo que me divertí no me lo saca nadie.
-¿Sos muy celosa con Fabián?
-No sé si muy, pero siento que hay muchas mujeres irrespetuosas. ¡Lo miran demasiado a Fabián! Es un hombre que gusta en general, tanto a hombres como a mujeres. Mis amigos gays me dicen: no lo dejes nunca porque lo agarramos. Pero también tengo que decir que Fabi es una persona respetuosa, que me da tanta seguridad que es muy raro que tenga que hacerle una escena de celos.
-¿Le perdonarías una infidelidad?
-No (lo dice rápido y sin dudar). Ni loca. Él ya sabe que se va de casa de inmediato. No perdonaría una infidelidad porque yo también tengo miles de oportunidades de conocer a otra persona y no las aprovecho. ¡Ni me interesan!
-¿Seguís firme en tu decisión de no trabajar más en Pol-ka?
-Sí, claro. Yo en Pol-ka no trabajo más.
-¿Cómo está la situación con Adrián (Suar, 49) hoy?
-La situación entre nosotros nunca estuvo. Yo soy una persona respetuosa, por eso durante mucho tiempo nadie se enteró de nada hasta que un día me cansé y dije: “basta, hasta acá llegué”. Igual, te aclaro: Adrián no se sorprendió cuando conté mi verdad porque él me conoce, fue mi marido, convivimos años, crecimos juntos y yo lo amé mucho. Él sabe perfecto que si te metés con las personas que quiero, voy de culata con la camioneta y destruyo Pol-ka si es necesario. En su momento lo defendí a él, que era mi pareja. Ahora lo voy a hacer con Fabián todas las veces que haga falta.
-¿Con Griselda (Siciliani, 39) hablaste, ella te llamó alguna vez?
-No y espero que nunca lo haga.
-Sospecho que lo que más te dolió de Adrián fue que dijera que con vos no tiene vínculo y que Griselda sigue siendo su familia… ¿puede ser?
-Claro, ese fue mi segundo enojo con él. Creo que lo dijo porque sabía que me iba a doler enormemente. Fue una chicaneada. Pero quedate tranquila que recibió unos mensajes míos de WhatsApp divinos que va recordar toda la vida. Ojo, él se ríe cuando me escucha enojada. Puede ser que después de hablar en lo de Jorge Rial algunos me hayan catalogado de loca, porque yo no me callo, soy auténtica y tal vez muy vehemente. Pero necesité decir, dejar claro que en la televisión existen listas negras y mi marido y yo estuvimos en ellas durante 7 años. Es más, te voy a decir algo: yo agradezco que ellos dos hayan hablado de nosotros porque eso me permitió contar mi verdad, la que callé durante demasiado tiempo y fue muy liberador. Extremadamete sanador. Me saqué una mochila enorme de encima y fue gracias a ellos. Por eso no me arrepiento de haber contado todo.
-¿Aunque eso te aleje para siempre de la televisión?
-Aún así.
-¿Y cómo sería tu vida si nunca más volvés a la tevé?
-A lo mejor te suena raro, pero yo puedo vivir sin pantalla… Bueno, de hecho lo hice. ¿Y quién sabe? A lo mejor en 10 o 15 años puedo cumplir mi sueño de vivir junto al mar escribiendo, que es lo que más me gusta en la vida.
“Siempre paso las fiestas en familia, en mi casa, y preparo lo típico: vitel toné, matambre con ensalada rusa o Waldorf, hago una pavita, ¡amo el ritual navideño y lo disfruto a pleno!”
Textos: JULIANA FERRINI Producción: TERE DEL VALLE.
