En el momento de planificar mi viaje a Israel, recurrí a una gran amiga valenciana que ha vivido muchos años allí y que me dio buenos consejos para aprovechar mi viaje por esas tierras llenas de historia. Fue vital conocer algunas de sus costumbres e insertarme mejor dentro de una cultura que desconocía.
Como ella sabía de mi intención de conocer los mercados callejeros característicos de Tel Aviv, me comentó que debería tener en cuenta las diversas religiones que coexisten en Israel y cómo este detalle afecta a la actividad comercial. De esta manera, era importante programar una visita acertada de acuerdo a los locales que quería conocer, teniendo en cuenta que los comercios musulmanes cierran los viernes, los judíos los sábados y los cristianos los domingos.
Así, el día que fuimos a recorrer Old Jaffa -la parte mas antigua de la ciudad de Tel Aviv-, aprovechamos a conocer Shuk Hapishpeshim, el mercado de pulgas, y Shuk Ha’Carmel, el mercado de frutas y verduras.
Procedentes de Jerusalén, llegamos en autobús a la estación de Tel Aviv. Desde allí nos dirigimos a la antigua torre del reloj, entre las calles Yefet Street y el Boulevard Jerusalem, y caminamos hasta Shuk Hapishpeshim. Este mercardo cuenta con infinidad de puestos, que venden desde ropa vintage hasta antigüedades, pasando por artículos para el hogar, otros hechos a mano, vestidos, artesanías y demás. Nos llamaron la atención los altos precios en relación al deterioro de muchos de esos productos.
Pasado el mediodía seguimos nuestro recorrido y bordeamos la costa hasta llegar al mercado mas importante de Tel Aviv -en pleno barrio yemení-, el Shuk Ha’Carmel. Fundado hace 100 años e instalado al aire libre, este colorido mercado adquiere sus diversas tonalidades, no por sus paredes deterioradas y derrumbadas, sino por sus puestos de especias, frutas y verduras montados sobre los estrechos callejones. Es famoso por la variedad de productos frescos, pues muchos de ellos solo se consiguen allí ya que el Instituto Volkani de investigaciones agrícolas desarrolla especies nuevas de frutas para venderlas especialmente en este mercado.
Actualmente se ha diversificado y también hay puestos de ropa, golosinas, quesos, pescado, carne, café, productos delicatessen, discos vintage, zapatos, joyas, juguetes, productos de belleza, además de puestos de comidas tradicionales y caseras.
De igual modo que es conocido por sus vegetales y frutas, el atractivo principal es su gente, pues generan un clima de bullicio constante entre los gritos de los comerciantes y el regateo de los clientes, mezclado con la música de los bares y puestos de comida que comienzan a llenarse de grupos de amigos o gente trabajadora que consumen productos basados en una alimentación sana, además de frutos secos y aceite de oliva.
Despues de rocorrer cada uno de los puestos del mercado, nos sentamos sobre el final de la calle principal en un local pequeño y probamos el humus, la sopa de calabaza con zanahoria, un vino blanco de la casa y la famosa burrica de pan pita que rellenan con diferentes ingredientes.
Cuando ya comenzaban a caer las primeras sombras de la noche en Tel Aviv, nos fuimos a tomar el ultimo autobús que nos devolvería a Jerusalem, pues a pesar de ser una ciudad muy vigilada, los días viernes, por razones de seguridad no es bueno salirse de los circuitos turísticos.
Ya sin luz, mientras caminábamos nuestro último tramo hasta el hotel, fui repasando gratamente en mi memoria los primeros pasos que habíamos dado sobre la tierra de Israel. Como dijo Víctor Frankl, psiquiatra judío: "La felicidad no es una pisada en el camino, sino una forma de caminar la vida".