¿Te imaginás clasificar a los riñones en grasos, mixtos o secos? ¿Y al hígado o pulmón? No, ¿no? Sabemos que los órganos están sanos o enfermos, entonces, ¿por qué clasificamos a la piel (que también es un órgano y el más grande del cuerpo) con estos tres tipos?
La piel experimenta un cambio muy importante cuando comienza el desarrollo hormonal alrededor de los 11 años, así, el desequilibrio de la glándula sebácea produce alteraciones, como la hiperproducción de sebo (“piel grasa”) y se manifiesta como enfermedad de la piel (acné, rosácea, etc.) según el exposoma, es decir todas aquellas exposiciones ambientales que un individuo encuentra a lo largo de su vida, como el estrés o lo emocional.
“Los 'tipos de piel' son artificio de una industria, no existen los tipos de piel, así como no existen los 'tipos' de hígado, de riñón, etc. Con el argumento de 'tipos de piel' se la estaría clasificando como una variante con la que nacemos, como la estatura o el color de ojos”, desarrolla la doctora Florencia Paniego (MN 94.996), médica dermatóloga, especialista en dermatología integral. Y suma: “Existen órganos sanos o enfermos. Ante esto es fundamental tratar la causa hormonal para equilibrar la glándula sebácea, indagar en las causas emocionales, y utilizar una línea terapéutica específica para reparar y restaurar la piel”.
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Paniego, enfatiza que los desajustes hormonales, malos hábitos y productos inadecuados son los verdaderos responsables de los problemas cutáneos. Por eso, su enfoque busca restablecer la salud de la piel abordando aspectos físicos, emocionales y espirituales, ofreciendo así una perspectiva única en el cuidado dermatológico, en el cual, la clasificación de la piel en categorías como grasa, mixta, seca o sensible, es obsoleta y limitada.
"La piel es un reflejo del estado emocional y físico del paciente y, por lo tanto, es necesario abordarlos desde una perspectiva integral. Detectamos que las personas que padecen patologías cutáneas tienen patrones comunes, muy relacionados con baja autoestima, situaciones familiares dolorosas, vergüenza, y traumas, que impactan justamente en el órgano más expuesto: la piel. Esto provoca el desequilibrio de la glándula sebácea, principal desencadenante de afecciones de la piel”.
Paniego se centra en equilibrar la glándula sebácea, lo que conduce a mejoras significativas en la condición de la piel en general. El tratamiento comienza con un diagnóstico integral que se lleva a cabo en la consulta, mediante la escucha activa y empática para comprender las preocupaciones y los sentimientos del paciente.
Continúa con estudios y pruebas de laboratorio, para poder descubrir la raíz del problema físico, luego, se implementan tratamientos personalizados que incluyen el uso de cremas específicamente formuladas, láser, y otras terapias complementarias.
Con su método, Paniego, busca trabajar con la persona sanando no solo su piel, sino también su mente y su espíritu. “Una vez realizado el diagnóstico, se implementan tratamientos personalizados que incluyen el uso de cremas formuladas específicamente, láser, y múltiples herramientas que ayudan a los pacientes a trabajar su paz interior, equilibrarlos energéticamente y motivarlos en su proceso de sanación”, cuenta Paniego.
Para este abordaje integral, Paniego incluye un programa de acompañamiento por WhatsApp que trabaja junto a los pacientes en tres fases: Rescate, Reseteo y Mantenimiento.
Es importante resaltar que este enfoque integral del cuidado de la piel conjuga ciencia y espiritualidad, y está dirigido por profesionales que proponen lineamientos diarios de actividades para ayudar a los pacientes en el cumplimiento de sus tratamientos y sanación.
Es crucial comprender que la piel es un reflejo no solo del estado físico, sino también del estado emocional y espiritual de una persona. Esta perspectiva revolucionaria desafía las concepciones convencionales sobre el cuidado de la piel al resaltar la importancia del equilibrio de la glándula sebácea y reconocer la interconexión entre los aspectos físicos, emocionales y espirituales en la salud cutánea.