Se aproxima el otoño, momento especial para prestarle atención a la salud de nuestra piel, especialmente después del verano, donde pasamos más tiempo al aire libre, exponiéndola al sol y a otros factores, como el calor, los rayos UV, que pueden ocasionar daños acumulativos que, si no se detectan a tiempo, podrían derivar en problemas más serios.
La exposición prolongada a los rayos UV puede causar daños acumulativos que afectan tanto a la salud como a la estética de la piel. Entre los efectos más comunes se encuentran las manchas solares, la aparición de arrugas prematuras y la pérdida de elasticidad. Sin embargo, uno de los riesgos más graves es el desarrollo de cáncer de piel, incluyendo el melanoma, que puede ser mortal si no se detecta a tiempo.
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Consecuencias del verano en la piel: la importancia de la visita al dermatólogo
Las manchas solares, también conocidas como lentigos solares, son áreas de hiperpigmentación causadas por la sobreproducción de melanina en respuesta a la radiación ultravioleta. Pueden ser un signo de daño cutáneo acumulado y, en algunos casos, pueden evolucionar hacia lesiones precancerosas.
Una visita al dermatólogo permite identificar signos de daño solar y determinar si la piel está sana o presenta algún desequilibrio. La detección temprana de lesiones precancerosas o melanomas es clave para un tratamiento efectivo y exitoso.
El dermatólogo es el profesional especializado en el diagnóstico, tratamiento y prevención de enfermedades de la piel, el cabello y las uñas. Su función es clave para evaluar el estado general de la piel, identificar patologías ocultas, orientar sobre el cuidado adecuado y recomendar tratamientos personalizados. Además, juega un papel fundamental en la detección temprana de enfermedades graves, como el cáncer de piel, y en la asesoría para mantener una piel sana a lo largo del tiempo.
Por otro lado, si bien la piel se renueva constantemente a través de un ciclo celular que dura aproximadamente 28 días, la exposición del verano puede haberle dejado consecuencias, como la acumulación de células muertas.
Esto puede traducirse en una piel opaca y áspera. Para mejorarlo, el profesional puede recomendar exfoliaciones suaves o tratamientos que estimulen la renovación celular y mejoren su textura y luminosidad.
La hidratación es clave para mantener la barrera cutánea intacta y proteger la piel de agresiones externas. Una piel deshidratada es más vulnerable a la irritación y al envejecimiento prematuro. El dermatólogo puede sugerir productos con ingredientes humectantes y emolientes que retengan la humedad y fortalezcan la función de barrera.
Cada piel tiene su propia historia y requiere una orientación especializada para encontrar el tratamiento adecuado. El dermatólogo es el profesional indicado para guiar este proceso y ayudar a restaurar su equilibrio y su salud.
La importancia del dermatólogo para una piel sana: más allá de los "tipos" de piel
Contrario a la creencia popular, no existen "tipos de piel". Así como no hay tipos de hígado o riñones, la piel tampoco se clasifica en tipos, sino en piel sana y piel enferma.
Al nacer, tenemos la misma cantidad de glándulas sebáceas para toda la vida, pero sin microbiota cutánea, que adquirimos al mes de vida. Estas glándulas, estimuladas por andrógenos placentarios, pueden provocar acné neonatal, un proceso fisiológico que desaparece solo. En la adolescencia, los andrógenos activan la piel grasa y pueden generar acné juvenil, algo completamente normal en esta etapa.
Fuera de estas dos fases, la piel grasa no es natural. El exceso de sebo irrita, impide retener agua y provoca piel grasa deshidratada (mal llamada mixta), lo que la convierte en piel enferma y sensible.
Como consecuencia, aparecen los poros dilatados (hiperplasia sebácea) y también pueden darse el acné o la rosácea, entre otros.
En cuanto a la piel seca, también es enferma y puede estar asociada a condiciones como ictiosis, xerosis o dermatitis. Solo en situaciones fisiológicas, como la menopausia, es una característica natural.
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En conclusión, consultar con el dermatólogo no solo es clave para tratar los daños visibles, sino también para establecer un plan preventivo a largo plazo.
Esto incluye el uso constante de protector solar, una rutina de limpieza adecuada y la adopción de hábitos saludables para la piel.
Visitarlo luego del verano es una inversión en salud y bienestar, que permite disfrutar de una piel sana y radiante durante todo el año.
Fuente: Dra. María Florencia Paniego, médica dermatóloga (MN 94.996) - IG @draflorenciapaniego
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