Existen una gran variedad de aceites capilares porque la diferencia entre usarlos y no usarlos, se nota y mucho. Entre sus beneficios está la alta nutrición, aportan brillo y contribuyen a cuidar las puntas que son las que más sufren el deterioro.
Tenemos tres tipos de aceites capilares:
1- Los que están pensados como tratamiento, que aplicamos generosamente sobre el pelo y aplicamos o bien antes del lavado o dejamos actuar durante horas (incluso, toda la noche) con la idea de que el pelo absorba todos sus beneficios.
Aportan una nutrición intensa, que reducirá la resequedad, aportará mayor brillo, felixibilidad y movimiento a la fibra. Algunos ayudan a eliminar residuos, como parabenos, sulfatos o siliconas presentes en el shampoo, por ejemplo, para una acción detox. Finalmente, otros ayudan a evitar la caída del pelo y a potenciar el crecimiento como es el caso del aceite de ricino o de bardana.
Se aplica generosamente por todo el pelo, desde la raíz a las puntas. En caso de pelo graso, quizás es mejor evitar las raíces, pero esto depende del aceite que se use, ya que el aceite de jojoba tiene propiedades seborreguladoras a la vez que nutre la piel.
También podemos potenciar el champú o el acondicionador si les sumamos unas gotas de aceite, así a la vez que lavamos o suavizamos el cabello también lo estaremos nutriendo, y el resultado será un pelo más brillante e hidratado.
2- Los que son para peinar ayudan no sólo a que el pelo se vea más lindo y cuidado en el momento, sino que cuentan con ingredientes con ingredientes que también cuidan y reparan. Estos son geniales para aportar brillo y sellar las puntas; también proporcionan suavidad y hacen que el pelo esté mucho más manejable ya que impregna la fibra capilar haciéndola sentir más sedosa. Otro de sus beneficios es que sella la fibra, funcionando como barrera y evitando que el agua entre en la cutícula: esto evita el frizz.
La mejor forma de aplicar los aceites para despúes del lavado es de medios a puntas, y no pasarse con la cantidad, ya que si usamos producto de más, lo más probable es que el pelo se vea sucio y pesado. Es recomendable empezar con unas gotas y aplicar más si vemos que es necesario. Se pueden usar tanto con el peo húmedo como seco.
3- Finalmente, están los aceites que actúan como protectores térmicos, pensados para proteger el pelo ante las fuentes de calor (secadores, planchas o bucleras) que se deben aplicar antes de usar estas herramientas.
¿Cuál elegir?
Nuestro tipo de pelo determinará cuál es el más conveniente: si es grueso, fino, con poco o mucho volumen; y por supuesto las necesidades, nutrición, frizz, falta de brillo...
Para pelo finos y sin volumen es preferible optar por fórmulas ligeras y que no aporten demasiado peso, porque de lo contrario se verá apelmazado y sin volumen. En cambio, los cabellos gruesos deben optar por fórmulas que suavicen y controlen el pelo.
Para los que necesitan nutrición intensa, el de almendras es muy recomendable, así como el de coco que nutre y penetra muy bien en la fibra capilar. En cuanto al aceite de karité, funciona genial en los cabellos más secos gracias a sus ácidos grasos.
Los cabellos que necesiten un extra de brillo encontrarán muy buenos resultados en el aceite de argán y en el de oliva, ya que nutren en profundidad.
Los aceites perfectos para pelo graso son: el de jojoba, que no solo no aporta grasa sino que su composición se asemeja a la composición natural del sebo y tiene propiedades antioxidantes; y el de avellana que además de no aportar grasa es perfecto para los cueros cabelludos sensibles.
Quienes quieran mejorar el crecimiento del cabello pueden optar por aceite de romero, de ricino o de lavanda, que previenen la caída capilar.
