El lunes 18 de enero, Analía Franchín llegó a la final de MasterChef Celebrity junto a Claudia Villafañe y, luego de una gala súper reñida, el trofeo quedó en manos de "La Tata" pero eso no le quita la enorme sonrisa con la que nos recibe y se prepara, con mucho entusiasmo, para la producción de fotos y una extensa charla con Para Ti en la que no eludirá ningún tema.
Video: back de fotos de Analía Franchín
-¿Cómo estás hoy después del gran día? ¿Pensabas que podías llegar a la final?
-Sí, lo imaginé porque le puse mucha garra al certamen y soy extremadamente autoexigente y perseverante. Sabía que esas características mías podían llevarme hasta la final. Pero había muchos participantes como yo así que no era fácil. La verdad es que siempre pensé que la final iba a ser entre Belu (Lucius) y Claudia (Villafañe). Esa era mi sensación casi desde el principio del programa.
-¿Es verdad que Benicio, tu hijo de 10 años, se puso a llorar cuando perdiste y te sugirió que le pidieras a Claudia que te regale el trofeo así se lo dabas a él?
-(Suelta una carcajada) Ay, sí… ¡Mi amor! Yo vi la final, en casa, con él y, cuando perdí, lo primero que hice fue mirarlo a él porque sabía lo que estaba sufriendo y le dije: "No llores, Beni… ¡Yo estoy súper feliz con haber llegado a la final!". Pero, claro, hay un detalle que no había tenido en cuenta: le había prometido regalarle el trofeo si ganaba. Creo que eso lo amargó mucho: ¡No tener el premio en su habitación! (se ríe). Obvio que le expliqué que eso era imposible porque Claudia también quería conservarlo o regalárselo a sus hijas o a sus nietos.
-Claudia declaró en varios programas que considera que ambas ganaron … ¿Vos sentís algo parecido?
-Claudia es muy generosa en decir eso y sí, la verdad es que comparto esa sensación. Fue un programa muy exigente -mucho más de lo imaginé cuando acepté el desafío de formar parte de MasterChef Celebrity- y llegar a la final, después de varios meses y de haber cocinado tanto, para mi es un gran triunfo.
-Cuando comenzó el certamen vos ibas siempre a las galas de eliminación del domingo. Yo siento que, en algún momento, hiciste un click y empezaste a cocinar muchísimo mejor. ¿Tomaste clases particulares? ¿Empezaste a practicar más en tu casa?
-Yo empecé a practicar desde el día uno en casa pero sí es verdad que, en algún momento de la competencia, decidí comprarme mil libros de cocina -todos los de los jurados, obvio, y uno que se llama "La cuchara de plata", que recomiendo a aquellos que quieren aprender a cocinar bien- y empecé a mirar muchos tutoriales súper específicos tipo: "cocción de diferentes tipos de carne" porque, claro, el pato no se cocina igual que el pollo o la carne de vaca. Vi millones de videos de cocina en Pinterest porque, aunque muchos no lo sepan, ahí hay propuestas súper interesantes y recetas riquísimas que me inspiraron para varios platos de los que preparé.
-Sospecho que tu familia estaba feliz de que probaras todas tus recetas con ellos….
-Nosotros, habitualmente, somos de comer muy simple y sano. Pero, en estos meses, les tocó degustar varios platos míos nuevos y todos muy contentos. El otro día les hice un risotto negro, con tinta de calamar y langostinos salteados que fue muy celebrado.
-¿Y cómo fue tu relación con el jurado?
-¡Amo a los tres! ¡Son como un team perfecto! Ahora que el programa terminó mi sueño es compartir una comida con ellos, conocerlos fuera de la competencia porque pensá que nosotros, los participantes, no podíamos tener ninguna relación con el jurado.
-¿En serio? ¿Tenían prohibido vincularse con ellos?
-¡Súper prohibido! Ellos tenían sus camarines separados de los nuestros, entraban al estudio antes y nunca podíamos estar a solas con ninguno de ellos tres. Es una de las reglas del formato.
-¿Germán Martitegui es tan estricto y exigente como se veía en el programa?
-Sí, claro: él es así, tal cual se veía en televisión. Pero yo me imagino que, fuera del programa y relajado, debe ser muy divertido compartir una comida con él.
-¿Alguna vez sentiste que fueron injustos al evaluar un plato tuyo o que te dieron una devolución un poco agresiva?
-¡Jamás! Yo tengo clarísimo que los que saben son ellos así que siempre los escuché con total humildad. Pero también debo admitir que tengo un gran poder de autocrítica y sabía perfectamente que tenían razón cuando algo de lo que presentaba no les gustaba porque yo tampoco estaba conforme con el plato. O sea: me daba cuenta que la receta había salido mal antes de que el plato les llegara a ellos así que nunca sentí que fueron injustos conmigo, todo lo contrario: creo que coincidí en un 100% con sus devoluciones.
-¿Qué fue lo peor que te tocó preparar?
-El conejo, sin ninguna duda. Me daba mucha impresión ver ahí al animalito muerto. Mi cielo. ¡Es un animal que podés tener de mascota! El pato tampoco me gustó porque estaba todo enterito, hasta con la cabeza. Yo no soy vegetariana pero eso es muy fuerte para cualquiera.
-¿Te ves con tu propio programa de cocina?
-No, no, para nada. O sea: no me imagino siendo la próxima Maru Botana (suelta una carcajada). Pero ya tuve varias propuestas de trabajo interesantes para este año asi que veremos... Estoy entusiasmada.
-¿Querrías volver a ser panelista de un programa de espectáculos?
-Y… no sé. A ver: no reniego de lo que hice durante muchos años pero siento que hoy la televisión está muy cruel. Ojo, yo fui panelista pero nunca fui una mina de pegar de la cintura para abajo, para mí hay temas con los que no se jode como la salud, la familia… Para que se entienda mejor: yo nunca tiré información sobre gente casada. Además, digamos las cosas como son: todos tenemos un muerto en el placard. Puedo opinar sobre alguien pero siento que, como panelista, nunca tuve mala leche y, por otra parte, yo ya no tengo ganar de pelear y meterme en el barro. Si puedo evitarlo, mejor.
Una gran histora de amor... y de celos
-Sé que conociste a Sebastián Eskenazi, tu marido, hace 14 años a través de Jorge Rodríguez (marido de Verónica Lozano)… ¿Cómo fue ese primer encuentro? ¿Hubo amor a primera vista?
-¡Lo mío con Sebas fue un flechazo total! Jorge nos invitó a una amiga y a mí a su casa, a una comida y Sebas se acercó a saludarnos, muy amable, súper caballero y yo quedé impactada con él. Después me confesó que él también conmigo… ¡Por suerte! Volví a cruzármelo un par de veces más en otras comidas, siempre charlábamos mucho y él un día me pidió el teléfono, me mandó algunos mensajes, me llamó, nos vimos a solas…
-¿Y?
-Un día, me fui a su casa -caí de sorpresa-, le toqué el timbre y le dije: "¿Querés ser mi novio?".
-Sospecho que se sorprendió un poco
-¡Pero le encantó la propuesta y aceptó de inmediato! Creo que que esa parte, un poco alocada mía, es lo que más lo sedujo porque el es totalmente distinto a mí: racional, súper tranquilo y relajado.
-Sé que fuiste muy celosa y ahora estás “rehabilitada”, por decirlo de alguna forma.
-Sí…. ¡Soy otra persona! Ojo, yo siempre estoy atenta, miro todo y pongo como un cerco eléctrico alrededor nuestro: si vos osás pasar, ya sabés con lo que te podés encontrar. Yo veo algo raro y te alerto: “No te acerques porque te hago tragar el asfalto”. Así, directo.
-¡Apa! Sos una mujer de armas tomar
-A ver: no he tenido mucha necesidad de hacer nada porque todo viene muy tranquilo en nuestra vida. Yo sé que muchas mujeres se van a reir de mi pero, de verdad, te lo digo: pongo las manos en el fuego por mi marido. No creo que me engañe. Entonces, ya no vivo tan alerta o paranoica como en otros momentos de mi vida. Estoy muchísimo más relajada.
-Hubo un episodio muy difícil en el que le hiciste una súper escena porque tuvo el celular unos minutos apagado y fue como el momento en que Sebastián dijo: “hasta aquí llegamos”, ¿no?
-Sí, exacto. Fue una noche en que sufrí mucho porque me obsesioné con que me había engañado por esos minutos en que estuvo apagado el celular y yo lo llamé, no me atendió. Me dijo que estaba justo en el ascensor, entonces, yo averigüé cuanto podía tardar el ascensor desde planta baja hasta un piso muy alto en el que estaba el restó y me pareció que el celular había estado más tiempo apagado del que correspondía... Prefiero no darte más detalles: era todo de un gran nivel de locura. Era la noche previa a un viaje que íbamos a hacer, en familia (como 30 personas) y él me dijo: “Te quiero mucho pero estás muy mal y no puedo viajar con una persona así. Tratate”. Al otro día se fue a Bariloche sin mí y yo hundida en una profunda depresión.
-¿Cómo lograste recomponer esa situación?
-Bueno, lo primero que hice fue llamar a María Carámbula, que conocía a una psicóloga experta en celos, y le dije: “Necesito ya el número de esa terapeuta porque voy a empezar a ir 3 veces por semana”. Después lo llamé a Sebastián, le dije que ya había pedido turno y que le juraba que iba a cambiar. Al otro día me subí a un avión y aparecí en Bariloche.
-¿Te perdonó de inmediato?
-Es que me mandé otra: llegué a Bariloche y le hice una escenita de celos. ¿Lo podés creer? El me miró atónito y ahí, rápidamente, le dije: “Hacé de cuenta que no escuchaste nada y que recién llegué”. Y bueno, así fue como empecé a terapia y, de verdad, te juro: ahora sí estoy mucho mejor.
-¿Y cómo fue que decidieron tener a Benicio? El ya tenía tres hijos grandes cuando te conoció….
-Bueno, fue una decisión difícil. Sebastián, a penas empezamos a salir, me dijo: “Yo ya no quiero tener más hijos” y, en ese momento, me pareció perfecto porque yo, de verdad, no tenía planes de ser mamá. Pero, después de dos años de estar juntos, me agarraron ganas. Y bueno, lo hablamos mucho, y decidió acompañarme a cumplir este gran deseo mío. Hoy te puedo decir que no pude haber elegido mejor padre para mi hijo.
-¿Creés que es importante el sexo en una pareja?
-Sí, obvio: lo es. Pero no creo que pueda sostenerse una pareja sólo porque tiene buen sexo. Considero que tiene que haber mucho más que eso: confianza, compañerismo y admiración por el otro... Te aclaro: tampoco creo que se pueda mantener una pareja sin sexo... ¡La pasión tiene que seguir estando siempre!
La difícil tarea de ser sostén de familia
-Contaste varias veces que tenés una familia difícil y disfuncional.
-Sí, muy. Mi mamá es una mujer muy sufrida, de una familia súper humilde -fue golpeada y abusada por sus papás- que tuvo que escaparse de su casa a los 17 años porque la situación era insostenible. Se casó, tuvo dos hijas -mis hermanas Sandra y Marisa- y, cuando la menor de ellas era muy chica (tenía sólo meses), su marido la abandonó y nunca más lo volvió a ver ni a saber de él. Mi mamá tuvo que salir a trabajar de mucama, cama adentro, y dejó a mis hermanas en lo de una tía y así fueron criadas. Con el tiempo conoció a mi papá que era un amor, una gran persona y se casó con ella y le dio una vida mejor, por suerte. Ahí llegué yo.
-Tus hermanas quedaron muy golpeadas por esta infancia tan dura, imagino...
-Sí, claro: creo que ninguna de las dos pudo recuperarse de eso. Mi hermana mayor es adicta desde muy chica y hemos hecho de todo para que se rehabilite: desde ir a buscarla a la villa donde se había instalado hasta internarla. Tuvo una hija y la criamos nosotros -mi papá y yo- porque ella, realmente, no podía hacerse cargo de un bebé. La menor se casó con un psicópata, un monstruo, el peor hombre del mundo y tuvo dos hijos con él que son autistas. Todo muy difícil.
-Debe ser un gran peso sobrellevar a una familia asi y hacerte cargo de todo, ¿no?
-Uff… No te imaginás cuanto. Pero bueno, yo siento que soy algo así como una ganadora de la vida porque logré superar muchos obstáculos, formar mi propia familia, tener una vida sana y estable y comprendí, hace mucho tiempo, que mis hermanas no tienen esa vida por elección propia, están enfermas. Por eso las ayudo sin enojo y sin reclamo alguno.
-¿Son taxistas las dos?
-Bueno, la mayor ya no trabaja. Pero sí, claro: eran taxistas las dos.
-¿Es verdad que una de ellas tenía una foto tuya en el taxi?
-Es verdad. ¡Como una estampita! O como el perrito ese que mueve la cabeza. Yo le decía: "¡Sacá mi foto de ahí por favor!". Sospecho que la debe seguir teniendo y soy su tema de conversación con los pasajeros (se ríe).
-Bueno, Analía, para cerrar esta extensa nota… Contame cómo te imaginás en 10 años. ¿Qué tipo de vida creés que vas a tener?
-Mmmmm… No sé, me cuesta pensar en eso. Sé que voy a estar sufriendo el síndrome del nido vacío si Beni decide dejar nuestra casa a esa edad… ¡Y me va a costar mucho superarlo! Pero en lo laboral no tengo tan claro mi futuro. Voy a estar trabajando seguro -porque soy una convencida de que las mujeres tenemos que tener independencia económica siempre- pero no sé bien en qué.
-Viste que hay muchas marcas de ropa que tienen cápsulas de celebrities… No sé si eso existe en el rubro gastronómico pero, si fuera así, te gustaría tener tu propia capsula en Tegui o Cucina Paradiso?
-Ay... ¡Pero qué hermosa idea me das! ¡Me encantaría y se los voy a proponer a Donato y Germán ya mismo! El plan sería que, en el menú del restó haya, por ejemplo, tres platos míos. ¡Me vuelvo loca! Y, ojo, no es taaaaan descabellado: pensá que el dueño de La Cabrera se llevó mi salsa criolla con mango para sumar a su carta y que Germán dijo que mi caldo de mar, tranquilamente, podía formar parte de la propuesta de Tegui. Listo: creo que ya cuál es mi próximo proyecto (risas).
Producción: Marité Rizzo
Fotos: Alejandro Carra
Edición video: Matías Campaya
Maquilló: Ximena Matienzo
Peinó: Guillermo Parra para Mala Peluquería
Ropa: Boken, Ginebra y Maria Lu
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