Reconocido y aplaudido por la prensa internacional, el diseñador argentino Alex Vinash, responsable del traje de plumas con el que Billy deslumbró en la entrega de los Golden Globes, nos muestra su faceta como diseñador de interiores con dos hoteles y un pequeño restó que llevan su particular impronta.
Hace muchísimo frío hoy en Long Island, más precisamente en Greenport, a una hora y media en auto de Nueva York. Pero en el interior del de los hoteles boutique American Beech y Aqua Hotel y del restó Black Llama Bar, el clima es tropical, más cercano al desparpajo de Ocean Drive -la calle más famosa de Miami Beech- que a la cuidada estética y minimalista estética neoyorquina. Plantas de interiores, estampas, espejos, panas y rafias, conviven en la propuesta decorativa de estos espacios; todos diseñados por el argentino más famoso en estos pagos por estos días: el diseñador Alex Vinash, responsable del traje con cola de plumas que le valió el actor Billy Porter el premio al mejor vestido durante la ultima edición de los Golden Globe; y a su autor (hasta entones, ignoto), un merecido reconocimiento internacional.
Pero no todo es moda en el mundo de Alex. Hace poco más de 5 años, junto a su pareja, el abogado americano Brent P. y casi por casualidad, se animó a incursionar en el diseño de interiores. Tenían un terreno en Greenport Village (Long Island), el pueblo pesquero ubicado a media hora en ferry de los Hamptons (la playa top de New York) y decidieron levantar allí un restaurante yalgunas habitaciones. Lo llamaron American Beech, y convocaron para su ambientación a un decorador amigo que le dio la impronta típica de la zona de playa: rayas, estampas marinas, maderas gastadas y mucho juego de azul y blanco. “Era lindo, pero sin personalidad, sin alma; como si fuera el franchising de una cadena. Yo venía de estar 15 años girando por distintos lugares de Europa y tenía otro chip en la cabeza; quería estampas, quería brillos, quería color, quería clima latino. Así que no tardé en renovarlo por completo”, cuenta. La movida fue un éxito, la zona empezó a recibir a cientos de visitantes que buscaban una alternativa más económica a los Hamptons y su estética, gustó. Hace un año y medio llegó el segundo hotel con su firma: Aqua, otra propuesta boutique de 18 habitaciones, también en Long Island. El Black Llama Bar, ubicado junto al primero, completa la trilogía con su firma.
Grandes estampas sobre paredes completas, muebles art decó y piezas de diseño moderno, detalles de espejos, suaves terciopelos rosas y marcos dorados, se encuentran con rafias, lámparas tejidas y plantas tropicales, en los interiores diseñados por Alex Vinash. Así es su impronta: desprejuiciada, con mucho amor por la estética de los 50, claramente cosmopolita pero con sangre latina en el uso del color y la libertad de combinaciones, materiales y épocas; un eclecticismo sin censuras.
“Lo bueno en ambos hoteles es que cada habitación tiene su personalidad, no vas a encontrar una igual a la otra. Y esto se logra porque yo voy diseñando los espacios de a uno, a veces compro los muebles por internet o en el supermercado, de manera que nunca hay dos espacios iguales. . No diseño los muebles, pero soy un gran cazador de antigüedades y adoro recorrer mercados de usados. La iluminación es otro de mis puntos débliles: me pueden las lámparas. Además hago mis propios wallpapers. Primero tomo fotos, después las uno en una suerte de collage y las mando a estampar; así nacesn mis empapelados y todas las estampas. Puedo diseñar todo el día, no me canso nunca, es algo que realmente me apasiona”, describe.
El diseño interior que lo ocupa por estos días es armar una suite especial para novias dentro del American Beech. El hotel está ubicado en una zona con más de 50 viñedos, una locación muy requerida por las novias de New York; de ahí la idea de crearles un espacio donde se sientan cómodas. “De paso, les puedo diseñar el vestido y hacemos el combo completo”, rie.
A la hora de definir su estética, Alex Vinas invoca el glamour de la casa Gucci. “Tanto en la moda como en la deco yo apuesto al todo vale, muy al estilo Gucci: algo nuevo, algo usado, algo con brillo, algo net. La gente no quiere entrar a un lugar frío y sin alma, pero tampoco a un lugar tan vintage que parezca la casa de la abuela. Lo bueno es la mezcla sin prejuicios, con total libertad”.
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