Este estilo de alfombra que resalta el suelo de cualquier ambiente con un toque étnico parece haber llegado de Asia (antes de extenderse por África y Europa) para ser las más deseada.
En su origen se usaban para cubrir paredes y suelos, pero en sus nuevas versiones llaman la atención por sus colores y formatos y se adaptan a distintas ambientaciones.
Eso sí, se mantiene la tradición: los colores nunca se mezclan entre sí. De hecho, ese es el significado de su nombre. En turco, kílim, significa "no mezcla colores".
Las tonos brillantes y motivos geométricos que las caracterizan aportan una dosis de modernidad y relajación.
Las kílims están hechas de manera artesanal, en telares y con técnicas especiales que logran que no tengan "pelos anudados".
Esa es una de las principales características que las diferencia con el resto de las alfombras.
Se confeccionan con fibras naturales como algodón, yute y eventualmente con seda.
Las tinturas son extraídas de la naturaleza y dan lugar a tonalidades muy vivas.
Los flecos refuerzan su esencia artesanal y cada pieza busca ser única, como una obra de arte.
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