La correcta limpieza de nuestro calzado es clave para que luzcan bien y también para alargar su vida útil. Elaboramos esta guía con los pasos básicos para que puedas dejarlos en condiciones sin hacer demasiado esfuerzo ni tampoco correr riesgos de que se te arruinen.
Para limpiar cuero: cada mancha tiene su truco
En primer lugar, se debe eliminar la suciedad superficial con un paño o cepillo. Si los zapatos tienen cordones, lo mejor es lavarlos por aparte con agua y jabón para que queden completamente limpios. Terminado el cepillado, frotá el calzado con un paño seco y limpio.
- Para revivir la superficie de tu calzado podés usar aceite de oliva en lugar de la clásica pomada. Una vez limpios en seco, podés poner unas gotas en un paño y frotarlos por toda la superficie.
- Para sacar manchas rebeldes podés preparar una solución de agua y vinagre blanco que deberás aplicar no sólo sobre la mancha, sino por toda la superficie para evitar que queden diferencias de color. Luego secalos con un paño limpio y dejalos terminar de orear en un lugar fresco antes de guardarlos.
- El talco es ideal para retirar las manchas de grasa o aceite: primero secá la mancha con un paño limpio y seco de algodón hasta que la humedad desaparezca. Luego, aplicá el talco sobre la zona deseada y dejalo reposar toda la noche. A la mañana siguiente, sacudí los zapatos y retirá los residuos con un cepillo suave.
Las claves para limpiar la gamuza: preparar, limpiar y proteger
En primer lugar, asegurate que el calzado esté completamente seco. Luego, con un cepillo apropiado (no debe ser abrasivo) procedé a quitar la suciedad superficial. Cepillá siguiendo la dirección de la fibra del material, y nunca en dirección opuesta.
Aunque pueda resultar tentador meter tus zapatillas en el lavarropas, es lo peor que podés hacer, ya que el agua y el jabón en grandes cantidades pueden arruinar este material.
Las manchas de barro se sacan con el calzado completamente seco. Se empieza por cepillar con suavidad la superficie. Luego, se limpia la suela con agua y jabón, con cuidado de no tocar la parte gamuzada. Dejar secar bien y luego, si es que quedó alguna mancha, se puede volver a repasar la parte de arriba con el cepillo.
Una forma bastante efectiva de sacar las manchas más rebeldes es con una goma de borrar (sí, la escolar). Hay que frotarla sobre la mancha haciendo movimientos circulares. Con este método se trabaja de manera localizada, es decir, mancha por mancha.
Llegó el momento de utilizar el agua para las manchas más resistentes: en este caso, se debe limpiar toda la superficie y nunca hacerlo parcialmente, ya que puede dejar marcas y hacer que tu calzado parezca viejo, gastado y descolorido. Podés usar el cepillo para gamuza, remojándolo en agua para ir frotándolo poco a poco. Para evitar que se deforme, antes de empezar rellenalo con bollos de papel y dejalo así hasta que se seque por completo. Tratá de usar papel blanco y no de diario para evitar aún más manchas.
Si las manchas persisten o quedaron diferencias tras haber mojado el calzado, podés repasar la superficie con un poco de vinagre blanco. Lo tenés que pasar suavemente por las manchas, dejalo secar y terminá suavemente con el cepillo para gamuza.
Por último, podés proteger tu calzado con algún producto específico proteger este material, siempre de acuerdo a las instrucciones del fabricante, lo que te ayudará a prevenir futuras manchas.
Lona: en lavarropas (con cuidado) y también a mano
Las zapatillas de lona admiten varias formas de lavado y todas se inician de la misma manera: retirando cordones y plantillas.
Luego, tenemos diferentes maneras de proceder: se pueden lavar en el lavarropas, siempre y cuando eso esté indicado en su etiqueta. Es conveniente que uses el programa más corto de tu máquina, siempre con agua fría y sin la función de centrifugado.
Para lavados a mano tenemos que diferenciar entre zapatillas blancas y de color. En el primer caso, podés preparar una solución de bicarbonato de sodio mezclado y vinagre blanco. Humedecé un cepillo y frotalo suavemente por la superficie. Su poder blanqueador es increíble.
Para zapatillas de color, podés empezar poniendo en remojo el calzado en un balde con agua fría y jabón, durante un par de horas. Luego, cepillalas bien, sobre todo en donde veas manchas. Si te cuesta retirarlas, podés agregar bicarbonato de sodio en polvo y luego enjuagar bien. Escurrí el agua excedente y dejalas secar preferiblemente en el exterior, en un lugar ventilado a la sombra. Evitá el sol directo o colgarlas para que no se descoloren ni deformen.
Un tip para evitar que pierdan el color es, antes del primer lavado, ponerlas en remojo en agua con sal durante 20 o 30 minutos. Luego, enjuagalas bien. Evitá poner en remojo zapatillas de diferentes colores para que no se tiñan entre sí.
Limpieza interior
Para limpiar por dentro cualquier calzado y eliminar malos olores el bicarbonato de sodio es tu mejor aliado. Poné en su interior un par de cucharadas generosas y distribuilo muy bien. Dejalo actuar durante toda la noche y, al día siguiente, sacudilos muy bien, tratando de retirar el polvo por completo.