En la década del 30 primó la funcionalidad por sobre la opulencia. Así, en 1934 nació la segunda generación de rascacielos con los edificios Safico y el Comega que picaron en
El parentesco con grandes logros de Nueva York fue inmediatamente ostensible y esto no fue por casualidad. Buenos Aires y "la ciudad de los rascacielos" tuvieron un desarrollo simultáneo.
Dos años después llegaría el Kavanagh, que fue distinguido en 1994 por la Asociación Estadounidense de Ingeniería Civil como un hito histórico internacional (esta institución otorgó apenas un puñado de distinciones, entre ellas a la Torre Eiffel) y en el 2013 fue elegido como el edificio más lindo de Buenos Aires.
Estas obras racionalistas no se parecen en nada a la arquitectura que prevalecía en esa época. Eran extemporáneos, adelantados a su tiempo. Algunos expertos resaltan la transgresión que significó esta idea de elevarse como si fueran espadas queriéndose clavar en el cielo.
Comega
Está ubicado en la esquina de las avenidas Alem y Corrientes. Es un emprendimiento de la Compañía Mercantil y Ganadera, rama del grupo Bunge y Born.
Su fachada es lisa revestida en mármol travertino italiano. Fue el primer rascacielos de la Argentina construido en hormigón armado, según el proyecto de los arquitectos Doulliet y Joselevich.
Los porteños de la primera mitad de siglo vieron desde allí el paso del Graf Zeppelin, el dirigible alemán que en 1934 sobrevoló nuestros cielos antes de irse a Montevideo.
Otro acontecimiento importante fue la llegada de los restos de Carlos Gardel provenientes de Medellín en 1936. Miles de hombres y mujeres se acercaron a la avenida Corrientes para darle el último adiós al Zorzal Criollo.
El temor a que el edificio pudiera oscilar por las sudestadas hizo que el COMEGA contara con un sismógrafo. Era una suerte de palacio en altura, con peluquería para los empleados y hasta un código postal propio.
Hoy cuenta con oficinas físicas totalmente equipadas, salas de reunión y un conjunto de soluciones empresariales altamente flexibles. Vale destacar que este edificio de renta insigne de la década del 30 es Patrimonio Arquitectónico de la Ciudad de Buenos Aires.
Safico
Está emplazado en Avenida Corrientes al 400. Fue el edificio más alto hasta la llegada del Kavanagh y demoró solo 10 meses en estar terminado, en una época con maquinaria muy diferente a la que conocemos hoy día.
Estas cualidades lo convirtieron en símbolo de vanguardia, una obra destacada y absolutamente vigente dentro de las altas siluetas de hormigón recortadas sobre el paisaje porteño.
A nivel diseño, el Edificio Safico tiene influencia germana: estructuras sólidas y tecnicismos modernos. La inspiración llega de las torres neoyorquinas que terminan escalonadas. Hay una clara mirada al Empire State Building.
Tuvo el primer triplex del país que fue ocupado por diversos personajes célebres. Entre ellos, Pablo Neruda, cuando ocupó el cargo de vicecónsul de Chile.
Se cuenta que el "departamento 231", como se conocía, registró visitas de la talla de Federico García Lorca, que había trabado una gran amistad con el autor de "Odas elementales" y "Crepusculario".
Posee 3 subsuelos, planta baja, 10 pisos en bloque y 15 pisos en torre escalonada. Fue diseñado y construido bajo la dirección de Möll, por encargo de la Sociedad Anónima, Financiera y Comercial (SAFICO).
La empresa constructora fue ni mas ni menos que la Compañía General de Obras Públicas S.A (GEOPE) que también participó en obras trascendentales como el Correo Central, el Colegio Nacional de Buenos Aires, el Obelisco porteño, el estadio La Bombonera del club Boca Juniors, el Edificio Shaffhausen y el primer subterráneo de Buenos Aires, entre otras.
Kavanagh
Frente a la Plaza San Martín se erigió en 1936 el Kavanagh, que en su época fue el edificio de concreto más alto de Sudamérica y el primero en la Argentina en contar con aire acondicionado central.
Su construcción escalonada dio lugar a terrazas jardín. Posee una forma similar a la proa de un barco, y por la orientación del edificio da lugar a la similitud de la misma apuntando hacia el Río de la Plata.
En el ala izquierda hay algo que desentona: dos columnas y un balcón neoclásico que no tiene nada que ver con el resto. Es que esa era, precisamente, la residencia de Corina Kavanagh.
Una extendida leyenda señala que este edificio se construye como una “venganza arquitectónica” que intenta tapar la visual entre la mansión Anchorena y la Basílica del Santísimo Sacramento que se había destinado como sepulcro de la familia.
Parece ser que Mercedes se habría interpuesto en una relación amorosa entre la hija de Corina y su hijo Aarón por no pertenecer a la aristocracia.
Pero no puede escalar mas allá de la categoría de mito urbano ya que Mercedes muere en 1920 y el edificio Kavanagh se inaugura 16 años después.
Probablemente sólo se trató de mitología urbana alimentada por la fantasía popular y reforzada por el marketing turístico pero lo cierto es que gracias a ella, el Kavanagh es toda una celebridad dentro del gran vodevil arquitectónico de la Plaza San Martín
Texto: Mariela Blanco, periodista y autora de "Leyendas de ladrillos y adoquines".