Para enfriar nuestra casa en los meses de calor no hace falta recurrir en exclusiva a los equipos de aire acondicionado. Algunos materiales tienen la capacidad de crear un ambiente confortable de un modo más natural y sin gastar energía.
La clave es la inercia térmica, es decir, la propiedad de un material para acumular energía térmica y la velocidad con que la absorben o transfieren. En este sentido son los materiales con mayor densidad, como la piedra natural, el hormigón y la cerámica, los más idóneos por su mayor inercia térmica. Para refrescar el ambiente también se puede aprovechar el fenómeno de la conductividad térmica, es decir, la capacidad de conducción de calor y la temperatura superficial que tiene un material.
1. Piedra natural
Dentro de este grupo, los granitos son los más frescos, seguidos de los mármoles –que además son muy adecuados para zonas húmedas, ya que su baja porosidad no permite la proliferación de hongos ni bacterias–, las areniscas, las pizarras y las piedras volcánicas, aunque estas últimas, por su color oscuro, absorben más calor que las piedras de color claro.
2. Cerámica
Los productos cerámicos son de un 25 a un 50% menos conductores que las piedras y su habitual estructura delgada hace que su temperatura superficial varíe con rapidez.
3. Cal, yeso y arcilla
Los revestimientos continuos de cal, yeso, arcilla y pinturas minerales son fríos al tacto y con propiedades higroscópicas, es decir, absorben agua o la liberan al ambiente en función de la humedad relativa (HR), lo que es de gran ayuda para lograr un ambiente interior con una HR correcta y reducir la sensación de bochorno.
4. Hormigón y cemento
Son materiales térmicamente comparables al gres, pero con una mayor inercia térmica. Los muros de hormigón suelen tener un elevado espesor, lo que favorece su inercia térmica y por extensión su capacidad para refrescar el ambiente.
Fuente: Arquitectura y Diseño