El Distrito de Diseño le permitió a Barracas adquirir mucha popularidad en los últimos años y posicionarse como un centro competitivo regional.
Pero la historia de este barrio del sur de la ciudad podemos comenzar a narrarla en el siglo XVIII, cuando comenzaron a instalarse en la margen del Riachuelo las barracas. Eran construcciones bastante rudimentarias que se utilizaban para almacenar cuero y carnes saladas, y que funcionaron también como almacenes de esclavos.
Luego, familias aristocráticas, como Balcarce, Montes de Oca y Álzaga, supieron ser vecinos de este barrio hasta finales del siglo XIX cuando la epidemia de fiebre amarilla las obligó a mudarse a las zonas ubicadas en el norte de Buenos Aires.
Barracas: los atractivos más coloridos del barrio porteño
Las casas de estas familias de alto poder adquisitivo se convirtieron en conventillos y el barrio terminó por acoger a inmigrantes y a la clase trabajadora.
Por todo esto, Barracas guarda esa mezcla de pasado y presente; con sus concretos vestigios de riqueza y de casas sencillas; con fachadas derruidas, hierros oxidados pero también coloridos murales.
La Calle Lanín, por ejemplo, es un pequeño pasaje de este ecléctico barrio. Son tres cuadras entre la calle Brandsen y la avenida Suárez.
Todo empezó cuando al artista y vecino Marino Santa María se le ocurrió pintar la adaptación de uno de sus cuadros en la fachada de su casa taller de Lanín 33.
Mas tarde, creó composiciones abstractas en los frentes de unas 40 casas del lugar a las que luego se les aplicó venecitas para preservar los diseños.
Así, convirtió un pasaje gris en el lugar mas pintoresco y fotografiado del barrio. Hoy este pasaje se ha convertido en una de las muestras de arte urbano más interesantes de la Ciudad.
Otra belleza imperdible de la zona es la cúpula rojiza en la cual se inscribe el nombre del barrio. Remata el edificio que fue sede de la textil Piccaluga.
Este edificio fue diseñado en 1920 por los arquitectos Domingo Donatti y Colomba. Tuvo un largo pasado como fábrica de zapatillas y archivo de un banco.
En 2005 fue sede de Casa FOA, y hoy se ha convertido en un complejo de lofts y comercios.
Otra curiosidad, se puede ver en la calle Salmún Feijoó 730 donde aparece un edificio que se presenta ante la mirada atónita del transeúnte como una suerte de ilusión óptica.
Se trata de una fachada que parece tener unos pocos centímetros, como si fuera un frente de cartón, un simple decorado. Esto es porque la medianera tiene tal inclinación que hace que no se pueda ver la profundidad de la edificación.
La obra fue proyectada por el arquitecto Oskar Ranzenhofer, quien participó de otras obras de envergadura como el Palacio Vera (Av. de Mayo 769) o la Casa Prins (Viamonte 1354) junto al ingeniero Arturo Prins.
Fuente: Mariela Blanco, Periodista.
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