Ubicado en plena Avenida Pueyrredón, en el corazón del barrio porteño de Recoleta y casi llegando a Libertador se encuentra el nuevo atelier de Benito Fernández, que abrió hace dos semanas. La puerta de entrada es blanca, te das cuenta que está recién pintada y es una casa a la calle con mucha luz que entra por las ventanas.
En un espacio reducido, el diseñador de moda supo cómo encapsular diferentes partes que lo componen tanto a él como a su historia. Desde las prendas que vende y muestra en sus desfiles hasta objetos que le recuerdan tanto a su infancia como a su familia.
Los colores es algo que no faltan, porque si hay algo que siempre caracterizó a Benito es su amplia gama de tonalidades. Fotos y retratos de su perro, José Antonio, un Shar pei que lo acompañó durante la depresión y la pandemia; la máquina de coser y el juego de té chino de su abuela; recuerdos de sus viajes y regalos de amigos son algunas de las cosas que componen este espacio.
En sus propias palabras, el modisto asegura que quería que este nuevo atelier refleje su casa, que sea un lugar en el que quieras estar, ya que en el anterior vivió los peores meses de su vida, no sólo por su crisis económica, sino que también por el cierre del prêt-à-porter y por su internación.
Sin embargo, con esta nueva apertura, Fernández explica que es un nuevo empezar, que se dio cuenta que, mientras estuvo ausente, sus clientas lo necesitaban y que hoy se siente pleno gracias a que supo cómo renovarse. Por lo que, en esta entrevista exclusiva para Para Ti, no sólo abre las puertas de su atelier, sino que también de su corazón.
El regreso de Benito Fernández luego de su internación
- ¿Cómo viviste tu regreso a la Fashion Week después de un período tan significativo, marcado por el cierre de tu anterior atelier?
- La verdad es que para poder hablar de esta vuelta, necesito remontarme a un momento muy personal y crucial en mi vida: mi internación. Esta coincidió con el quiebre de lo que era prêt-à-porter. La internación, paradójicamente, fue maravillosa. Llegué a un lugar muy oscuro y allí encontré la ayuda que necesitaba: hablar, atenderme con especialistas, medicarme cuando fue necesario – porque sí, estaba medicado, aunque había dejado la medicación, y esa fue la razón de mi internación–.
Tenía mucho prejuicio a internarme en un lugar de salud mental, y la verdad es que me cambió la vida, me dio vuelta la cabeza, me renové en lo creativo, en lo afectivo, en todo. Hoy, me siento pleno, aunque todavía me sorprende el lugar que estoy ocupando.
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- Mencionás ese miedo al prejuicio, especialmente viviendo de tu imagen. ¿Cómo influyó eso en tu proceso?
- Ese miedo era muy fuerte. Vivimos en una sociedad donde todavía las cuestiones mentales cargan un estigma pesado, a pesar de que cada vez más gente se anima a hablar. Sentía esa presión, porque mi trabajo es 100% de la imagen, pero decidí atravesarlo. Y al salir de la internación, me metí de lleno en todo, impulsado quizás por ese miedo a la cancelación. Hice el "Cantando", ochenta desfiles y un mes y medio después de mi internación presenté un desfile increíble de verano llamado "Luz", justamente por toda la oscuridad que había pasado. Fue un momento muy emotivo, con el apoyo de figuras como Pampita, Valeria Mazza y tantas otras.
- Y en ese momento de vulnerabilidad, ¿sentiste el apoyo de tu entorno?
- Sí, súper acompañado. Pero lo que más me llegó al corazón fue el apoyo de las clientas que tenían vestidos de 15 o de novia en proceso. Ninguna se dio de baja mientras yo estaba internado. Esa fue una señal muy fuerte de que tenía que seguir, de que la gente quería que estuviera. Fue entonces cuando tomé la decisión de cerrar el prêt-à-porter, mudarme y quedarme solamente con la alta costura y mis licencias.
Benito Fernández cuenta cómo fue el cierre de su antiguo atelier y la apertura del nuevo
- El cierre del prêt-à-porter fue una decisión difícil. ¿Cómo fue ese proceso y cómo llegaste a abrir este nuevo atelier?
- Los últimos meses en el otro atelier fueron los peores de mi vida, los momentos más oscuros. Necesitaba que este nuevo espacio fuera completamente diferente, lleno de luz y con la energía más linda. Busqué mucho, durante dos meses, hasta que encontré este lugar y me enamoré. Todos a mi alrededor también lo hicieron. Es pequeño, pero tiene una energía increíble, algo que nunca imaginé.
- ¿Qué diferencia principal encontrás entre aquel atelier y este nuevo espacio? ¿Qué sensaciones te genera?
- La diferencia es abismal. Aquel atelier guardaba los peores recuerdos, mientras que este nuevo es como mi casa. Eso es lo que quise crear. Al entrar, uno no ve un local comercial tradicional. Las prendas colgadas son sólo una pequeña parte. Lo que se ve son fotos de mi familia, de José Antonio, que era mi perro que me acompañó durante la depresión y la pandemia; hay objetos muy personales, como la máquina de coser de mi abuela, su juego de té chino, recuerdos de mis viajes, regalos de amigos. Quería que fuera acogedor, un lugar donde la gente se sintiera con ganas de estar, de quedarse. Quería vender lo que soy yo, sin caretas.
- Esa calidez se percibe claramente. ¿Crees que este ambiente hogareño es una respuesta a un momento donde quizás lo tecnológico nos distancia?
- Sí, creo que hoy seduce más la raíz, la tierra, la conexión con lo propio. Podría haber puesto algo mucho más moderno y frío, pero elegí crear un espacio que me diera ganas de estar, como en mi propia casa. Acá no hay inteligencia artificial, sino un tapiz bordado a mano por gente del norte. Hay mucho amor. Siento que en este momento nos asustan un poco esas cosas impersonales y yo necesito un lugar con los pies en la tierra, conectado con mi vida, mi pasado, mi presente y mi futuro.
- Y después de la apertura, ¿cómo ha sido la respuesta de tus clientas? ¿Sienten esa conexión que buscabas generar?
- Fue increíble. Me pasan cosas re locas. Por ejemplo, la semana pasada, vinieron cuatro clientas por primera vez y tres de ellas señaron el vestido en el momento, con un simple dibujo. Eso no me pasaba antes. Ni siquiera habían visto la tela. Creo que me cambió la energía y eso se transmite. Tengo el pálpito de que interpreté lo que yo necesitaba y lo que la gente quiere: conectar en un nivel más profundo. Sienten que entran a la casa de Benito Fernández, alguien en quien pueden confiar para momentos tan importantes como un vestido de quince o de novia. Necesitan que los acompañe, que los interprete, que sea más que un simple vestido. Y creo que eso es lo que logré en este lugar.
Fotos: Chris Beliera
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