En primer lugar, esta recorrida permite conocer, entre otras cosas, el conjunto edilicio que conforman sus diferentes sedes que constituyen los más antiguos ejemplos de arquitectura doméstica de Buenos Aires, y cuya puesta en valor dio lugar a la colección de arqueología urbana.
Precisamente, el Museo ocupa cuatro edificios de valor patrimonial: Casa de los Altos de Elorriaga (1808); Casa de Ezcurra (consolidada en 1830); Casa de los Altos de la Estrella (1894) y Casa de los Querubines (edificada alrededor de 1895).
El edificio Altos de Elorriaga, ubicado en Defensa 187, es el punto de partida para comenzar la recorrida.
Hay cuadros parlantes, un Selfie Point (un totem en el que podés tomarte una foto única de la Ciudad y recibirla en tu correo electrónico o escaneando un código QR), juegos interactivos y un visor 360 que presenta una película sobre los puntos de interés de la Ciudad.
La casa es una de las viviendas más antiguas de la ciudad. Su esquina sin ochava es representativa del período colonial y una de las pocas que se conservan en la actualidad.
Esta residencia fue una de las primeras casas de altos habitadas por la élite porteña y la terraza cuenta con un mirador original desde el cual se podía ver la costa del río.
En la actualidad, desde la terraza se observan el edificio de la AFIP, la capilla de San Roque y la Basílica de San Francisco, la fachada de la Casa Altos de la Estrella, el bar notable La Puerto Rico y una de las dos torres de la Iglesia de San Ignacio de Loyola.
Altos de Elorriaga constituye en sí misma una pieza icónica de la colección de bienes arquitectónicos que componen la memoria urbana de la Ciudad de Buenos Aires y fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1997.
Luego, hay exhibiciones temporales en las salas de Defensa 223. En este momento, se está preparando todo para lo que será la próxima muestra. Así que estate atento a las redes propias del Museo para poder ir a ver las novedades.
Vale decir que parte de los objetos que exhibe fueron donados por los vecinos o rescatados de demoliciones de edificios.
Los imperdibles
Uno de los atractivos fuertes es la ambientación de la sala de estar de una típica casa porteña de mediados de los años 60.
La casa cuenta con una botonera que permite revivir los sonidos del pasado y recrear situaciones cotidianas de aquel tiempo: el bullicio de la máquina de coser en pleno funcionamiento, la radio tratando de sintonizar el dial, el tocadiscos tocando una canción y la máquina de escribir tecleando sin parar. Un encanto de instalación.
Pero uno de los objetos más fotografiados es la cabeza publicitaria de Geniol. Se trata de una escultura fabricada sobre el modelo realizado por Sergio Hocévar (Sergio Sergi), conforme el diseño gráfico de Lucien Achille Mauzán (Francia, 1883-1952). Tiene cuerpo de chapa de zinc batida policromada con aplicaciones metálicas y es una donación hecha al Museo.
La marca Geniol nació en 1927 cuando un empresario porteño decidió producir la exitosa “Aspirina” en Argentina. Para promocionar su producto recurrió a una agencia especializada que produjo una gran campaña de publicidad. Los ilustradores presentaron al empresario varios bocetos con ideas para la campaña pero ninguno le gustó. Cansados de tantos rechazos, dibujaron una cabeza parecida a la del propio empresario, con alfileres, tornillos y hasta un sacacorchos. Parece que dio en el clavo.
Todo eso representaba el dolor que se podía curar con un “Geniol”. Para sorpresa de la agencia, ese dibujo fue aprobado por el dueño de la empresa y a partir de allí se convirtió en la imagen del producto. Fue usado durante décadas para avisos en medios gráficos y publicidad en vía pública.
Además la cabeza en tres dimensiones se ubicó en mostradores, vidrieras o estanterías de las farmacias como elemento publicitario. El aviso se convirtió en emblema de los comienzos de la publicidad local.
El nombre de la marca fue menos original que la publicidad ya que muchos productos medicinales y de tocador del siglo XX rimaban entre sí: como el talco Vasenol, el dentífrico Odol, el quitamanchas Limpiol.
El museo queda en Defensa 187. Abre lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 hs. Sábados, domingos y feriados de 11 a 20 hs. Y el dato clave es que los miércoles la entrada es gratuita.
Texto y fotos: Mariela Blanco (@marielablancoperiodista), periodista y autora de "Leyendas de ladrillos y adoquines".