Casa DP: una aldea. Toda arquitectura lleva implícita su vocación de ruina y tal condición es la forma final con la que la arquitectura entra en comunión con la naturaleza y vuelve a ella.
A partir de este destino potencial, nos interesó la expresión física de lo inacabado, lo que el tiempo y las inclemencias transforman, los modos en que la obra es tomada y constituida por el paisaje, disolviendo lentamente su singularidad en el conjunto.
Casa DP se piensa como un promontorio de hormigón y piedra surgido de la colina. Una vivienda muraria fragmentada, que emerge a partir de la organización y repetición de volúmenes de idéntica dimensión en planta, 5 x 5 metros, con alturas variables y techos inclinados por prescripción del código de edificación, articulado por vacíos, patios, pasajes e intersticios estratégicos, que por fuera dan cabida y preservan las especies del bosque local.
En su interior se convierten en las “calles” de circulación de esta urdimbre de piedra, a modo de 'pueblo serrano medieval'.
Cajas de pared que delimitan los lugares vacíos, tan importantes como los llenos, dejan filtrar el paisaje circundante y atemperan el espacio exterior para su uso, protegiéndolo de los vientos dominantes y orientándolo según la rotación solar.
La circulación principal vincula el exterior con el corazón de la propiedad. Se materializa como un volumen de hormigón netamente horizontal, que por la pendiente del terreno, en el sector del acceso se despega del suelo a 2.20 metros de altura. Adoptando la fisonomía de una viga cajón, conformando un pequeño atrio, cuyo punto focal lo constituye una ventana cenital que enmarca el cielo.
Así, cada vez que alguien entra o sale, involuntariamente, ejecuta el gesto arcaico de mirar al firmamento. El infinito vertical que devuelve la escala precisa de nuestro devenir en relación al universo. Esta circulación salva los desniveles del terreno y articula todos los espacios, constituye el lugar por dónde se transita invariablemente a toda hora.
Por esta razón, asume un rol central en el proyecto, da continuidad al paisaje exterior dentro de la casa, a partir de perforaciones que dan a patios internos o externos. Planteando una atmósfera de transición entre el afuera y lo doméstico.
Una “calle mayor” que une, ordena y deriva hacia el resto de las dependencias, en horizontal y en vertical. Puesto que se vincula a la escalera principal en su descanso intermedio, determinación tipológica que deja, tanto las habitaciones de planta alta, como las de planta baja con sus respectivos servicios.
Siempre equidistantes y a medio nivel del espacio de reunión principal, que se estructura alrededor de la cocina y el fuego.
La cocina es el centro de gravedad de la vida en esta casa. El pedido del cliente se expresa en la configuración tipológica de la residencia, siendo el espacio de llegada y estancia donde el interior se comunica abiertamente y en diferentes direcciones con el espacio exterior y la potencia de su paisaje.
Constituye un lugar diáfano de altura media y media, presidido por una barra/barra que se despega del suelo a modo de escultura o altar culinario que rige durante el tiempo en familia, las reuniones con amigos y sus vivencias, intercaladas con ritos gastronómicos.
La condición material define y califica esta casa, y es a través de ella que se expresa la técnica utilizada en el conjunto. La técnica del muro de encofrado ciclópeo es un procedimiento artesanal ejecutado a partir de la experiencia en el trabajo con una piedra de los trabajadores locales, que tras un proceso de colado va imprimiendo la textura de la madera que envuelve el mortero y comprime la piedra.
También se construye por "error", y las variaciones de alineamiento que aparecen en el muro a medida que se levanta la estructura, la distribución aleatoria de las piedras y su color mineral según el origen de la cantera donde se extraen, le dan un carácter físico, un estímulo táctil hasta los límites del espacio.
Los muros funcionan como textos, caligrafías tectónicas dispuestas por marcas y signos, que ofrecerán infinitas variaciones al ser expuestas a las cambiantes condiciones de luz y su incidencia según las estaciones del año.
El material austero está expuesto a la intemperie y el tiempo es el procedimiento material para que esta casa entre en comunión con el paisaje circundante.
Ficha técnica
Arquitectos: Nanzer + Vitas.
Ubicación: Capilla del Monte, Argentina.
Área del proyecto: 290 m2.
Año del proyecto: 2020
Fotografía: Gonzalo Viramonte.