A tan sólo 18 kilómetros del acceso norte a CABA –aproximadamente media hora de auto o a una hora de tren- se encuentra la Ciudad de Tigre que nos regala múltiples paisajes y actividades para disfrutar en pareja o en familia cada fin de semana.
Entre las atracciones más populares, figuran el Puerto de Frutos y el Parque de la Costa. Pero hay un lado B “culturoso” un poco menos conocido que merece la pena ser contado...
El 'lado B' de Tigre
1. Villa Carmen
Arranquemos por Villa Carmen. Se trata de un edificio histórico y emblemático que fue puesto en valor como la nueva Casa de las Culturas.
Es una casona restaurada que fue levantada en 1910 por los reconocidos arquitectos italianos Alfredo y Alberto Olivari para la familia de David Hogg y Grace Kay.
Debe su nombre a la madrina de la dueña de casa que se llamaba Carmen Iparraguirre. El predio fue el regalo de bodas de Carmen a su sobrina Grace pero en ese entonces, sólo había una casita de adobe llamada “El Rancho”.
La historia dice que el matrimonio aprovecha el auge de su negocio y la época de bonanza económica para construir esta casa con salida a las cuatro calles para habitar con sus ocho hijos.
En la década del 50 fue vendida y convertida en el hotel "La Perla de Tigre" que funcionó hasta 1974. En los años 80, el edificio pasó a ser una residencia geriátrica hasta 1993.
Hoy es un espacio de exposición con una propuesta renovada, emplazado en un lugar emblemático de la ciudad, justo frente a la Estación Fluvial de Tigre, con una rica historia edilicia que orienta su programación a la difusión del arte contemporáneo argentino en la Zona Norte de Buenos Aires. Queda en Gral. Bartolomé Mitre 370.
2. Museo de Arte Tigre
Otro imperdible para quien visite la zona es el Museo de Arte Tigre. Si bien es más conocido que el destino anterior, constituye una auténtica joya cultural del distrito que no puede pasarse por alto.
Antes, será preciso aclarar una confusión instalada incluso entre el vecindario tigrense. El Museo ocupa un espléndido edificio que fue la sede del antiguo Tigre Club y no del vecino Tigre Hotel que fue demolido en la década del 30.
El MAT fue reciclado bajo los más altos principios de la museología moderna. Exhibe en forma permanente una excelente colección de arte argentino de fines del siglo XIX y principios del XX y, además, realiza muestras temporarias.
En los últimos años, ha incorporado nuevas obras de arte a su colección fundacional, mayoritariamente de artistas argentinos para resaltar con claridad costumbres de nuestro país y de las comunidades que forjaron la Argentina.
En lo referente a la categoría edilicia hay que destacar el Salón Oval que es, sin dudas, uno de los ambientes más majestuosos y que mejor refleja la función para la que fue pensado: un espacio de esparcimiento y de socialización.
Aquí, en la antigua sede del Tigre Club se celebraron importantes festejos como ágapes o bailes de carnaval, conciertos de música clásica y tango que, en las primeras décadas del siglo veinte, reflejaban el ampuloso modo de vida de la elite porteña.
Se destaca la cúpula oval que corona su techo cuyo centro lo señala una imponente araña de bronce y caireles de cristal de roca que tiene unas 100 lámparas y pesa más de una tonelada.
Una pintura sobre seda natural del español Julio Vila y Pradés, muy solicitado en la Argentina de 1910 para decorar los salones de los palacios porteños, cubre el óvalo y retrata a un grupo de ninfas, seres mitológicos que alegorizan la música, e interpretan melodías con sus diferentes instrumentos.
Aquí se renovaron los dorados a la hoja de su ornamentación e instalaron cortinados de pana que absorben las vibraciones de la música y favorecen la natural acústica del lugar.
El Museo queda en Av. Paseo Victorica 972 y se puede visitar de miércoles a viernes de 13:00 a 18:00 hs y sábados, domingos y feriados de 12:00 a 18:00 hs. El valor de la entrada general es de 1.900 pesos y es gratuito para personas con DNI con domicilio en Tigre, con discapacidad, jubilados y menores de 12 años.
3. Vivanco
Luego, será hora de conocer Vivanco, otra joya arquitectónica tigrense que es parte del Club Canottieri Italiani.
Para poder tomar dimensión de este lugar hay que remontarse a 1908, cuando Luis Amadeo Saboya, el entonces duque de los Abruzzos, realizó una visita a la Argentina, invitado por el presidente Julio Argentino Roca.
En una regata organizada en su honor en el Delta del Paraná, el joven príncipe notó la ausencia de remeros de la colectividad italiana y manifestó su deseo de que esas aguas fueran surcardas en un futuro por embarcaciones que llevaran insignias con los colores de su país.
En 1910 se funda el Club y se habilita la sede social con una construcción llamada "El chalet", donde se realizaban las reuniones sociales, se guardaban los botes y encontraban alojamiento los remeros en entrenamiento. Y un año después tuvo lugar la inauguración oficial de la sede, izándose las banderas de ambas naciones: Argentina e Italia.
Diez años mas tarde se adquirió una propiedad lindante que sirvió de sede social denominada “Quinta Vivanco”, la cual en la actualidad funciona como restaurante con vista privilegiada al río. Además de platos que combinan la gastronomía tradicional Argentina con creaciones gourmet, Vivanco, ostenta algunas joyas en su interior como el mueble donado por el importante socio del club Giovanni Roccatagliata para exhibir los trofeos.
El mayor logro alcanzado fue la medalla de oro olímpica ganada por la dupla Tranquilo Capozzo - Eduardo Guerrero en los Juegos Olímpicos de Helsinki de 1952.
Con el crecimiento del Club se requirió una adaptación de la nueva sede que fue llevada a cabo por una comisión edilicia presidida por Virginio Colombo y Giovanni Chiogna. Se adjudicaron dos premios: el primero para el de lema “Fiorentia” de los arquitectos A. Becú y P. Moreno y el segundo para el proyecto presentado por el arquitecto Enrico Jesari, consocio del club.
Pero faltaba el espíritu marinero de la nación italiana por lo que se da un giro al proyecto convocando al arquitecto italiano Gaetano Moretti, quien logró darle al edificio del club de remo un estilo “gótico veneciano”. Hay que destacar que es el único ejemplo de un palacio de este estilo en toda Sudamérica.
En sus interiores, sus destacados vitrales y murales representan, entre otras escenas, las imágenes relacionadas con la navegación en el imperio romano y de la ciudad de Venecia, así como dos frescos impresionantes, uno de San Jorge contra el Dragón y otro sobre el trabajo de Américo Vespucio para confeccionar el primer mapa del continente americano, ambos en perfecto estado de conservación y que son visitados todos los fines de semana por gran cantidad de público.
Para quienes deseen adentrarse mas profundamente en la historia del Club y la de la región, hay visitas guiadas con inscripción previa ([email protected]) que permiten apreciar en detalle la arquitectura y sus centenarias instalaciones que son únicas en Sudamérica.
Las visitas duran 990 minutos y están a cargo de licenciado en Turismo y Hotelería Facundo Asensio. Queda en General Bartolomé Mitre 74.
Texto y fotos: Mariela Blanco, periodista.
Instagram: @marielablancoperiodista
Twitter: @marielablanco26
Correo: [email protected]
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