Durante su larga estancia en Europa, Isaac Fernández Blanco (1862-1928) encausó su vocación de coleccionista con la adquisición de instrumentos musicales antiguos.
A su regreso a Buenos Aires, encargó en 1901 al gran arquitecto noruego Alejandro Christophersen la ampliación y remodelación de la casa familiar, donde fundó el primer museo privado en la Argentina abriendo las puertas de su propia residencia: la icónica Casa Fernández Blanco.
En el marco de la Semana Deco Para Ti te contamos la historia y los secretos detrás de esta emblemática construcción, hoy convertida en museo.
Casa Fernández Blanco, la única mansión de estilo ecléctico de finales del siglo XIX que se mantiene en pie en Buenos Aires
La Casa Fernández Blanco es considerada la única mansión de estilo ecléctico de fines del XIX que queda en el viejo barrio sur de Monserrat y con características de palacete neorrenacentista.
Isaac Fernández Blanco fue ingeniero de vocación y descendiente del último gobernador español en Corrientes. Cuentan que tenía una sensible personalidad, y que era viajero frecuente y amante de la música se instaló en Buenos Aires.
Y ese precisamente esos viajes a Europa fueron los que forjaron su sensibilidad hacia el mundo del arte, apropiándose de un exquisito gusto por el refinamiento, las arts and craft y la música.
Mientras vivía en el antiguo mundo, Isaac se inició en la adquisición de instrumentos musicales antiguos que sin dudas favorecieron su vocación musical y el amor por el violín.
Cuentan que la colección de Isaac Fernández Blanco comenzó cuando tuvo acceso a la herencia de su padre en la década de 1880, logrando una importante colección de instrumentos de cuerda como violines y violas Guarneri, Landolfi, Guadanini y Mantegazza.
Por otro lado, se sumaron objetos de la cultura hispanoamericana tales como platería, iconos religiosos, pinturas, muebles, libros y documentos que lo convirtieron en un destacado coleccionista.
Luego de casarse con Doña María Reyna de Fernández Blanco, decide comprar esta casa que se encontraba contigua a la de sus padres, en la calle Victoria 1418 (hoy Hipólito Yrigoyen). Aún en 1882, fecha de la primera remodelación, esta casona mantenía un desarrollo de planta de tipo colonial.
Para 1901, tras regresar de una larga estadía en París, decidió instalarse de manera definitiva en Buenos Aires y para eso contrató al arquitecto noruego Alejandro Christophersen (1866-1946) para realizar importantes reformas en su nueva casa familiar.
La residencia original tenía una entrada centralizada que permitía que un carruaje ingresara al primer patio, pasara por el segundo patio de servicio y llegara al tercero donde se ubicaban las caballerizas.
Pero el tejido urbano del barrio había cambiado. Ahora los teatros cercanos, las grandes tiendas y hoteles de lujo, cafés y restaurantes lo motivaron probablemente a dejar en manos de Christophersen, arquitecto de moda en la ciudad, la “modernización” de la baja casona para convertirlo en un palacio neorrenacentista.
Ya desde la década de 1910, la mansión de los Fernández Blanco se abría a los visitantes interesados en su colección.
Paralelamente por esos años comenzó la afluencia de donaciones espontáneas, familias criollas daban valor a sus herencias, resguardándolos simbólicamente en un ámbito prestigioso y encontraban en Fernández Blanco el espacio que atesorara su pasado.
En el año 1921 Fernández Blanco dona toda su colección a la Municipalidad de Buenos Aires, que compraría la propiedad, en una cifra simbólica, para albergar la colección donada.
Fernández Blanco se convierte en precursor de una casa museo de colección privada, abierta al público en general, permaneciendo como director ad honorem hasta 1926, dos años antes de morir.
Lo precede su yerno y sucesor en el cargo, el Dr. Alberto Gowland quien era considerado gran admirador y coleccionista de arte virreinal.
La Casa Fernández Blanco hoy
“Casa Fernández Blanco” actualmente exhibe las colecciones de artes aplicadas, juguetes, indumentaria, platería, muebles, pintura y fotografía de la Nación Argentina de entre 1850 y principios del siglo XX con un destacado montaje museológico.
La puesta en valor que hoy puede verse en el museo corresponde al comedor original, el cuarto de las damas, un salón de entrada donde se exhiben la colección de platería, arte argentino, porcelanas y un espacio en el primer piso con una excelente muestra de moda y accesorios del vestir de épocas pasadas.
Al ingresar, el Gran Salón comedor luce un marcado estilo neorrenacentista italiano siendo parte de las remodelaciones realizadas a finales de la década de 1880 por el arquitecto Alejandro Christophersen. Cubierto por boiserie realizada por los Hermanos Briganti en 1882, presenta una destacada lámpara de araña con apliques de bronce de Casa Perazzo y Cía.
Tiene una cúpula y ventanales de vitraux y cuatro tapices de la firma francesa Braquenie et Cie. con motivos bucólicos. Las iniciales entrelazadas del matrimonio fueron bordadas en el mantel y servilletas que cubren la mesa. La vajilla se encargó a la firma francesa Royal Limoges. La cristalería también procedía de Francia, producida por la Société de Baccarat.
La colección de muñecas y juguetes antiguos de Mabel y María Castellano Fotheringham han conformado la colección más antigua e importante del país. Este conjunto describe el mejor momento de la industria juguetera europea entre 1850 y 1940.
Sombreros, peinetones (peinetas antiguas de asta) y abanicos se suman a la escena. El museo concentra una colección de cuatrocientas piezas de abanicos y peinetas de asta utilizados por las mujeres en la época del Virreinato del Río de la Plata y la posterior Confederación Argentina (en la primera mitad del siglo XIX). Realizados en seda, marfil, madera, carey o perla, orientales o europeos. Los vestidos de fines del siglo XIX y principios del XX, ajuares, trajes de novia, de baño, sombreros, guantes y zapatos pueden verse restaurados y debidamente conservados.
El Salón Dorado oficiaba como Salón de Música. Hoy se exhibe la colección de instrumentos de cuerdas notables. Allí se reunieron los mejores ejemplares de la luthería clásica italiana, producidos entre el siglo XVII y XVIII. La sala luce trabajos de yesería artísticas en paredes, dorado a la hoja sobre apliques de yeso, pintura artística y marquetería de pisos.
En la Casa Fernández Blanco se concentran las colecciones más importantes, con objetos de numismática, una biblioteca y hemeroteca, documentación y mobiliario que dan cuenta de los avatares políticos, sociales y culturales de momentos históricos.
Fuente y fotos: Casa Museo Fernández Blanco.
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