La ciudad de Buenos Aires lo tiene todo: cúpulas de ensueño, edificios únicos, mansiones antiguas que guardan secretos y hasta una casa con apenas 2,50 metros de ancho que esconde uno de los túneles más misteriosos.
Bautizada por los vecinos como Casa Mínima, se encuentra en el corazón del barrio de San Telmo y fue parte de una vivienda de la segunda década del siglo XIX.
Con solo 2,50 metros de ancho, es la casa más angosta de la ciudad de Buenos Aires y se consagra como una pequeña joya histórica. Tiene 13 metros de profundidad y se ubica en el Pasaje San Lorenzo y Defensa.
Su fachada es bastante sencilla: tiene una puerta de doble hoja, un farol clásico, una ventana en el primer piso y un pequeño balcón francés.
La casa aún conserva los materiales originales del siglo XVIII: paredes de barro cocido y bosta, restos de antiguo revoque, vigas y puertas de madera.
Tip cementero
A pesar de su antigüedad, la casa mínima se encuentra en muy buen estado. No es el resultado de ningún proyecto de conservación, sino que se debe a que la propiedad casi siempre estuvo habitada. De esta forma, a través del tiempo sus ocupantes realizaron las distintas tareas básicas de mantenimiento, como eliminar las goteras y reparar carpinterías, respetando su estructura original.
"La casa mínima se encuentra en muy buen estado. No es el resultado de ningún proyecto de conservación, sino que se debe a que la propiedad casi siempre estuvo habitada".
Mitos y leyendas de la Casa Mínima
Construida a principios del 1800, la pequeña casa solía formar parte de una estructura más grande.
Así lo descubrió el arquitecto y director del Museo de la Ciudad, José María Peña: encontró un catastro de esa época en el que se muestra que el terreno era parte de una propiedad que tenía 16 metros de frente con 17 de fondo.
Este tipo de casas estaban destinadas a los “esclavos libertos”, a quienes sus amos les asignaban un pequeño espacio para levantar sus viviendas, contiguo a su propiedad.
Por mucho tiempo, se pensó que efectivamente había sido la casa de una persona esclavizada. Pero después de diversas investigaciones, se demostró que esta teoría estaba equivocada.
En aquella época, San Telmo era un barrio donde vivían familias de alta sociedad. Y la gran casona de la que formaba parte la Casa Mínima había pertenecido a familias como los Lezica, los Peña y los Serrano, entre otras.
Pero las oleadas de inmigración y las epidemias hicieron que esas familias aristocráticas se mudasen a otras zonas de la ciudad, por lo que barrios como San Telmo se poblaron de inmigrantes, criollos y personas esclavizadas liberadas.
Así es que fueron apareciendo los denominados conventillos y eso sucedió con la estructura a la que pertenecía la Casa Mínima, que a través de los años estuvo en manos de distintos propietarios.
Uno de esos propietarios fue Jorge Eckstein. El químico de raíces húngaras, ya tenía experiencia en restauraciones cuando decidió comprar la casa en el año 1994.
La Casa Mínima hoy
En la actualidad, la Casa Mínima forma parte del complejo histórico El Zanjón de Granados, una de las obras arqueológicas más importantes de Buenos Aires, que se encuentra restaurada y abierta al público.
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