“El color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, color oceánico y del firmamento”.
Rubén Darío (1867-1916).
Desde tiempos del Virreinato, con figuras como los catalanes Domingo Mateu (1765-1831) y Juan Larrea (1782-1847) miembros de la Primera Junta de Gobierno, o Blas Parera (1776-1840), autor de la música del Himno Nacional Argentino, nuestro país se pobló de europeos que gestaron espacios para el encuentro fraterno en honor a su tierra. Aquí, cientos de catalanes, hombres y mujeres contribuyeron colectivamente para promover un espacio íntegro donde compartir sus tradiciones y su idioma, como séquitos del tiempo que los vio partir a América.
Las tierras de esta locación se ubican en el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires, actualmente sobre la calle Chacabuco 863, terrenos que para el año 1770 cuentan que pertenecían a una morena libre de la colonia.
En 1889, gracias a la generosa donación del banquero catalán Don Luis Castells y Sivilla (1858-1897) y su esposa, Doña Elisa Uriburu, hija del político Francisco Uriburu, ex ministro de Hacienda de la Provincia de Buenos Aires, se accede al terreno. El mismo fue pensado como un regalo a la comunidad española de aquel entonces cuando la relación entre España y Catalunya distaba mucho de lo que es en la actualidad.
Destinado a alojar la representación diplomática y consular de España, la Cámara de Comercio Hispano-Argentina, la Asociación Catalana de Socorros Mutuos Montepío de Montserrat y el Centre Català, aquí se inicia un legado centenario.
En 1908, un grupo de socios funda, en otra ubicación, el “Casal Català”, con mayor actividad intelectual y política. La palabra catalana “casal” remite a “casa grande” poniendo énfasis en la identificación con las raíces profundas de la catalanidad.
Diez años después, el matrimonio Castells-Uriburu adquirió el terreno lindero y se encargó la construcción de un nuevo edificio para ampliar el Centre. El predio quedó conformado por dos fachadas de estilo neogótico combinado con el modernismo catalán que hoy cuenta con casi cinco mil metros cuadrados.
Me detengo en su fachada, muy distinta al año 1891 cuando fuera construido originalmente. El frente por entonces era de estilo italianizante, construido por albañiles italianos, en sintonía con diseños que trazaban aquellos años.
En el primer piso los españoles gestaron la primera Cámara Argentino-Española de Comercio. Algunos cuentan que hasta ofició de embajada de España y dicen, habría alojado al embajador. En 1923 cuando los españoles se retiran, los catalanes quedan con la totalidad del edificio. Es cuando surge la iniciativa de la representación de su fachada acorde a las líneas modernistas catalanas. Para tal fin, los socios fueron donando los fondos y en 1936, para su 50 aniversario, se inauguró la fachada que vemos hoy.
Enriquecida con detalles del modernismo catalán con cerámicas vitrificadas, hierro forjado y mosaicos, el ornamento muestra una morfología orgánica, de la mano de la renovación tecnológica consecuencia de la Segunda Revolución Industrial.
Las formas y colores que imitan la misma naturaleza sobresalen inspirados en la Barcelona de 1920 y 1936, años en que fueron construidos los frentes del edificio, representando un rincón de Catalunya en nuestro país.
La fachada, bajo una estricta simetría, fue diseñada por el arquitecto argentino Julián García Núñez (1875-1944), alumno del catalán Puig i Cadafalch, uno de los arquitectos catalanes representantes del modernismo. Garcia Nuñez, maestro del art nouveau en su corriente modernista catalana en la Argentina trabajó con el destacado arquitecto catalán Eugeni Campllonch i Parés (1870-1950). Este último, estudió arquitectura en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y arribó a Buenos Aires dejando ciento de obras construidas en España.
El frente luce gárgolas, escudos, querubines y alegorías catalanas que crean una unidad compositiva de riqueza ornamental superlativa.
Oficialmente el 10 de febrero de 1941, se puso a votación el nombre de la nueva entidad y se impuso la de “Casal de Catalunya”, que se mantiene hasta nuestros días.
La fachada es una de las cinco joyas que presume con orgullo, junto con la biblioteca, los vitrales, el teatro y su libro de honor.
#DatoCementero:
La fachada del Casal refleja las distintas épocas del estilo modernista catalán con sus cerámicas vitrificadas, hierro forjado y mosaicos mostrando formas y colores inspirados en la naturaleza. Este estilo arquitectónico era el que estaba de moda en la Barcelona de 1920 y 1936, años en que fueron construidos los frentes de este monumento histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
Al ingreso, el vestíbulo está revestido en azulejo y unas altas puertas de vidrio protegen su interior donde el azul abunda. Azul, el color considerado “el alma del modernismo”.
La planta baja aloja actualmente el espacio destinado a la “Biblioteca Pompeu Fabra”, un recinto que guarda material de lectura inédito, atesorando bibliografía que había desaparecido en España por las dictaduras o las guerras acontecidas. El fondo bibliográfico cuenta con piezas de alto valor histórico como los compendios fotográficos que registran los hechos relevantes de la comunidad catalana.
La secretaría, el salón de reuniones del Consejo y la “Sala Gaudí” para exposiciones, conferencias y juegos de salón completan el recinto. Un restaurante con su cocina y patio posterior ofrece platos típicos de Catalunya, promoviendo la degustación de su tradición gastronómica.
El “Saló Blanc” cuenta con vitrales que atraviesan la antesala del teatro. Una obra de arte de 100 años de antigüedad que se despliega sobre el techo con doce metros de largo. Por sus grandes dimensiones, su forma, su colorido y su significado histórico, es una de las grandes joyas que tiene el Casal. En este recinto varias obras de arte y una chimenea acompañan los años trascurridos, jerarquizando el espacio.
El “Teatro Margarida Xirgu”, está integrado al circuito comercial de teatro de Buenos Aires. Cuenta con un aforo de quinientas personas entre la platea, palcos bajos y los dos anfiteatros despliega una acústica sobresaliente. Desde 1966, lleva el nombre de la famosa actriz catalana como reconocimiento de una trayectoria plena de triunfos.
La escalera de honor conduce al primer piso, donde se encuentran la sala-auditorio “Àngel Guimerà”, la sala “Antoni Tàpies” dedicada a exposiciones de arte, la sala “Centenari” destinada a ensayos y clases de danza, entre ellas la Sardana; la sala “Joan Miró” donde se programan conciertos y exposiciones y la sala “Pau Casals” utilizada para diversas actividades. La «Penya del Barça» tiene también su lugar en la sala «Nicolau Casaus».
La nueva construcción se integró muy naturalmente a la original gracias a la demolición parcial del muro medianero entre ambas. Este nuevo espacio luce un frente destacado, de impronta Gaudiniana.
El libro de honor cuenta con dedicatorias de personalidades destacadas que han visitado el recinto. Figuras como el mismísimo Pau Casals, director de orquesta y compositor; la poeta chilena Gabriela Mistral; el cantante y compositor Joan Manuel Serrat; la soprano Victoria de los Ángeles y otras tantas personalidades ilustres que visitaron el Casal dejaron sus palabras en el mencionado libro.
Además de poder ingresar a su restaurante, la casa grande esta abierta a todo quien quiera conocer su historia, estudiar su lengua y ser eslabón en la cadena que nos une a las raíces catalanas. Aquí se promueve el arte, con actividades como danzas, bolillos, coro, clases de catalán, entre otras propuestas culturales.
“…mantener vivo el sentimiento y el espíritu catalán en estas tierras, procurando por todos los medios engrandecer la esfera de acción de los intereses sociales y económicos de las regiones españolas de origen catalán”.
Bajo este lema se fundó en Buenos Aires el Centro Catalán, promoviendo la vocación por la lengua romance y la cultura, visualizando la obra de autores, compositores y artistas catalanes, persiguiendo el reconocimiento de la identidad de Catalunya. Y así, acuñando una sucesión de hechos se pronunciará como un legado en nuestro país.
Fuente: gentileza Casal de Catalunya @casalbuenosaires.
Fotos: Silvina Gerard @silvina_en_casapines.
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