“La arquitectura es una forma de arte y cada edificio es una obra maestra”.
Arq. Santiago Calatrava.
El fraguado en agua, maleabilidad y durabilidad son atributos sobresalientes del cemento y lo sitúan en una posición excepcional a la hora de generar nuevas estructuras y diseños arquitectónicos, esos que se fijaron en el paisaje urbano citadino.
Desde tiempos lejanos, las antiguas civilizaciones tuvieron idea de este oficio al juntar piedras usando un amalgamador. La historia más reciente ubica al hormigón armado como uno de los materiales de construcción más utilizados y dan cuenta de esta certeza piezas arquitectónicas como puentes, represas, túneles, edificios, grandes tiendas comerciales y casas particulares. No fue casual que para 1907 la producción de cemento en nuestro país haya puesto en marcha la primera planta de Cemento Portland, justamente en la Provincia de Córdoba.
En ese contexto, el italiano Ubaldo Emiliani (1889-1971) fue un destacado exponente de la influencia italiana en la arquitectura de la capital cordobesa. Emiliani había nacido en la región de Emilia Romagna, precisamente en el pueblo de Faenza, una zona agrícola con viñedos y tierras cultivadas sobre sus colinas. El territorio del centro-norte de Italia es reconocido por el desarrollo de la cerámica con mayólica, loza que comenzó a fabricarse en esa ciudad en el siglo XII, alcanzando su esplendor en el período del Renacimiento. Justamente, su familia era propietaria de una fábrica de cerámica en esa región.
Cuentan que Emiliani habría estudiado la carrera de arquitectura en Firenze, pero lo cierto es que sus obras edilicias aparecen firmadas con el título de constructor, ya que nunca habría podido validar su título de arquitecto en nuestro país. Por aquellos años, los constructores aprendían el oficio en academias, en escuelas de ingenieros, o por el legado que se transmitía de generación en generación, a fuerza de trabajo.
Llegado a nuestro país en la curva inmigratoria de los primeros años del siglo XX y, luego de varias semanas sobre el transatlántico Conte Verde, Emiliani se habría afincado primeramente en la ciudad de Pergamino. Tiempo después desarrolla una tarea destacada en Córdoba, donde imprime la tipología de vivienda colectiva, dejando una paleta monocroma sobre la superficie de las paredes, respuesta del hormigón armado que caracteriza la trama del área central cordobesa.
Años más tarde instalaría su estudio en el edificio del Pasaje Central -primera galería comercial de Córdoba- donde funcionó por casi cincuenta años. Desde allí puede haber proyectado el edificio Carranza -coronado por un destacado altillo-mirador-, el Hotel Victoria, la farmacia Minuzzi, la escuela Ortiz de Ocampo o el Mercado Sur. Fue artífice de la casona de Minetti -actualmente Ecogas-, entre tantas otras construcciones que llevan su sello de autor, en tiempos en que los planos eran dibujados con plumín sobre tela.
En su producción aparecen las vertientes italianas y belgas del Art Nouveau, el pintoresquismo neo medievalista y el Art Déco hasta llegar al Racionalismo, pisando los años 1940. Clara muestra de esto es el proyecto del edificio para el Banco Hogar Argentino, con elementos secesionistas. Cuentan que fue un talentoso calculista, amigo de consagrados arquitectos y constructores de la época como Johannes Kronfuss (1872-1944) o Francisco Salamone (1897-1959).
Pero vuelvo a las primeras décadas del 1900 y precisamente a la calle Neuquén al 200 del barrio Alberdi de Córdoba, donde Emiliani habría continuado el rodaje de su vida en nuestra tierra. Aquí, un sólido chalet de cemento armado marcaría el comienzo del uso de este procedimiento constructivo entre los años 1913 y 1915, en un tiempo en que la zona mantenía el silencio de la trama suburbana.
Tal vez el dicho italiano “casa mia, patria mia” cobró vida en el “Chalet Emiliani”, su propio hogar y lo hizo su patria en América.
Se trata de una residencia que despierta curiosidad, ente de estudio para colegas arquitectos, estudiantes o historiadores que han advertido la importancia patrimonial que carga un claro estilo Liberty, versión italiana del Art Nouveau. Un estilo que aparecía en chalets y grandes hoteles, lugares que simbólicamente expresaban los ritos mundanos burgueses italianos.
Al frente, los pilares de pesado hierro forjado negro están rematados por bustos de figuras femeninas, de aspectos distintos, entrelazadas de forma orgánica, con hipertrófica y amorfa decoración floral que se repite rítmicamente. Las figuras hablan de un estilo claramente distinguido, piezas escultóricas, que cuentan, fueron diseñadas por el mismo Emiliani.
El jardín luce un banco de estilo Art Nouveau, de hormigón hecho a mano. Con un tablón de imitación de madera como base y respaldo de ramas de hormigón y troncos de árbol que se extienden hacia abajo para crear las cuatro patas de este, junto con dos reposabrazos. El recuerdo de una hilera de plátanos que ha desaparecido acompaña la fuente del jardín, con un querubín en el centro.
Tras siete escalones de mármol, la galería sobre elevada con balaustres presenta dos tipos de columnas, cuadradas y circulares. Las primeras lucen figuras femeninas con tocados de ramas recortadas y piñas de pinos. La ornamentación exterior se presenta con círculos concéntricos planos y rejas de circunferencias tangentes en un mismo punto, estereotipo del estilo modernista.
Una puerta de dos hojas de madera aparece decorada por una guirnalda de rosas talladas. Adentro, la distribución del chalet de hormigón armado presenta varias habitaciones y está rematada por una torre mirador. Esto recrea fluidez espacial y una importante luminosidad interior, entre la sala y el comedor.
La carpintería, puertas y ventanas con vidrio repartido se plegaban, con particiones sinuosas que se repiten a lo largo de la propiedad. Los pisos de la residencia continúan con la morfología orgánica, con baldosas que ilustran un patrón floral, con tallos y hojas en colores verde, ocres y terrosos.
La construcción fue recientemente reconocida con la declaratoria de patrimonio cultural de la ciudad y actualmente funciona como centro cultural.
"La Parisina" se abrió al público como galería de arte en la década del ochenta, siendo actualmente un espacio cultural donde se dictan talleres de teatro, cine, música o pintura, entre otras actividades y eventos abiertos a la comunidad.
Por su estilo y técnica de construcción, su belleza e historia merece ser protegida, abrazando su gestualidad arquitectónica. Audaz protagonista de un tiempo imborrable es resguardada por una casa de arte y expuesta como una obra maestra.
Fotos: gentileza @laparisinacasadearte & Charly Soto.
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