“No envidie nunca la agilidad del pájaro, que vuela donde quiere; sino el destino del árbol; que muere donde nace".
Ramiro de Maeztu (1874-1936).
El protagonismo que ostentó la Mar del Plata del 1900 gestó el afecto que muchos tenemos por la ciudad de los acantilados, las escolleras y una amplia costa de infinito horizonte. De manera que sus trazos, tan elegantes y pretensiosos nos han sometido al hechizo de este balneario singular. En vano será demoler la traza urbana que deslumbra e hipnotiza, estableciendo relaciones estrechas entre sus habitantes, muchos de los cuales pasan largas temporadas de verano y otros, la han elegido destino habitacional.
Mar del Plata se popularizó con un estilo propio, dando identidad a la urbe que crecía desenfrenadamente. Así aparecen expuestos los frentes de amplia piedra, carpintería con celosías, falsos “pans de bois” o balcones y barandas de madera hachada que le dieron una impronta representativa. No obstante, los movimientos modernos irrumpían la estática del “chalet mar del plata” para levantar nuevas morfologías edilicias.
Sumado a la necesidad de albergar veraneantes, las estructuras trazadas tomaban nuevas formas en una ciudad pujante y progresista que empezaba a pensar la idea de albergar veraneantes en casas o en edificios de departamentos.
Por entonces se instaló la idea de la vivienda como derecho y elemento democratizador del bienestar, pero esta no alcanzó a las zonas vacacionales, que aún contaban con veraneantes de elite, bajo el ala del modelo agroexportador productivista del campo. Los trabajadores caían en la fragilidad quedando exentos de este tipo de confort vacacional, sino hasta años más tarde y con políticas de estado que los incluiría.
Varias familias de la burguesía porteña de aquellos años están emparentadas con los inicios de la ciudad de Mar del Plata y en este punto de la línea cronológica aparecen las familias de Patricio Peralta Ramos y Pedro Luro, entre tantas otras que los sucedieron. Las patricias, las primeras, indiscutibles fundadoras de emblemáticas casas, mansiones, palacios y villas. Sin perjuicio de ello, reparo directamente en sus legados. Donaciones de bienes inmuebles y aportes a entidades benéficas, fundación de parajes y pueblos e impulsores del progreso y desarrollo nacional. Claro ejemplo de esto en edificios públicos, hospitales, escuelas, asilos y orfanatos.
Sobre la línea de la acera se sitúa “Jeanne Ville” recortando sus formas al nuevo estilo, al Art Nouveau, que aparecería como inicio de una nueva era. Una era que tenía en boca la problemática de la vivienda para los sectores populares urbanos, que crecía al ritmo de la industrialización, el crecimiento poblacional de masas y la influencia del higienismo, a imagen y semejanza de los países europeos.
Frente al Casino y Hotel Provincial, sobre la calle Buenos Aires, un nuevo edificio desviaría la mirada del pasante, documentando un punto en el tiempo. Esta obra arquitectónica, un Chalet llamado “Jeanne Ville” es, desde 1908, un claro exponente del Art Nouveau, sobresaliendo con detalles exuberantes pero delicados. Permanece escondido, pretendiendo pasar desapercibido, resguardado entre dos construcciones contiguas que lo sofocan.
Al frente, la plaza central aparece como eje donde están nucleadas los primeros edificios de tipo colectivo, comercios, hoteles y cines, oficiando de amenities citadinos.
#DatoCementero:
Todos los detalles de Villa Tur siguen los lineamientos de su estilo Art Nouveau rural. Desde las altas columnas del porche curvo que se transforman en un balcón en la planta alta hasta las aberturas de diferentes formas y tamaños que reflejan las formas propias de la naturaleza y las piezas de cerámica ubicadas a lo largo de toda la fachada, cada elemento acentúa la impronta del edificio.
Entre los elementos característicos del Art Nouveau encontramos el colorido recorrido de motivos florales en las cerámicas, aparece la madera lijada, el vidrio y la herrería. En contraposición con las típicas mansiones fundacionales, aquí el espacio aparece recortado, sin parque - con suntuosa decoración botánica - ni jardines al frente.
El Chalet Jeanne Ville es un edificio de líneas extranjerizantes que aparece en el comienzo de la expresión de lo domestico, sin perder la impronta de lo palaciego. Aquí la información de su génesis es escueta, pero aparece bibliografía que cita como propietario original y constructor a José Guillermo Tur quien fuera dueño de la casona sobre Güemes, la famosa “Villa Tur” que cuenta también con el trabajo del proyectista francés Luis Laverdet de la escuela secesionista vienesa.
El ornamento se caracteriza principalmente por cerámicas esmaltadas en diferentes tonos de verde y algunas pinceladas en ocre. Los cerámicos esmaltados reivindican las artes decorativas, creando un nuevo estilo de diseño apropiado para acompañar los nuevos materiales del Modernismo, rompiendo con la imitación del pasado. Un Art Nouveau que se remonta a Art and Craft. Aquí los azulejos aparecen lisos, en dos tonos de verde y rematando el frente superior, una suerte de decoro con elementos orgánicos, flores con hojas y ramas enlazadas en la gama de verdes advierten un despliegue de detalles nuevos, marcando para entonces, una era de materiales inaugurales para las fachadas.
Se suman a estos los azulejos con “estilo de reflejo” que generan un efecto metálico, o cerámica de lustre. Aquí parece ser el caso de los azulejos que sobresalen en relieve de brillantes puntas geometrizadas.
Con el tiempo, la cerámica fue considerada una rama de la técnica industrial, por lo que, como en estos casos, se utilizaba de la mano de los arquitectos para dar sentido de pertenencia e identidad a la fachada. En Europa sobresalen las cerámicas del destacado ceramista francés Alexandre Bigot (1862-1927), famosas por adornar el extremo superior de ventanas y puertas.
El gran ventanal plasma el aprovechamiento de los elementos distintivos del movimiento moderno, el hierro y el vidrio. Aparecen conjugados permitiendo el ingreso de luz, interactuando el interior con el exterior.
La cúpula del Chalet Jeanne Ville está recubierta con tejuelas de zinc con forma de escamas de pez que parece quedar suspendida sobre la balconada. Cuentan que años atrás sobresalía brillando por su color bronce.
La casa fue remodelada en el año 2000, manteniendo el frente original, no así los interiores, que fueron modernizados. Actualmente se renta, visualizada en plataformas del mercado inmobiliario para alquiler temporario. En el año 2019 recibió el Diploma de Honor a la Preservación Patrimonial.
Imperdonable perderse el Chalet Jeanne Ville entre la banalidad de una vida cotidiana ajustada al minuto, que no alcanza. Los elementos que la componen hacen en su conjunto una obra arquitectónica admirada por su belleza, teñida del tiempo en que claramente el progreso y confort surgieron para quedarse.
Como el árbol que muere donde nace, permanece quieta, encajonada entre el cemento, sofocada, pero viva.
Fuente: Turismo Mar del Plata.
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