Son muchas las huellas de la inmigración hispánica que se pueden ver en diferentes rincones de Buenos Aires. Pero de todas ellas, hay una construcción perteneciente a la colectividad que se destaca: el Club Español.
La sede de la asociación civil de españoles en el exterior más antigua del mundo está ubicada en Bernardo de Irigoyen 172, en el barrio de Monserrat, y se consagra como una joya del modernismo catalán con detalles art nouveau.
La historia del Club Español
El Club Español fue fundado en 1852 y su finalidad es estrechar los vínculos de la confraternidad hispano-argentina.
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De acuerdo a los especialistas, el edificio puede inscribirse en la categoría de Art Nouveau, más allá de que su resultado final también tenga rasgos del Modernismo Catalán, con toques de corrientes austríacas y alemanas. Estas características se pueden apreciar en la fachada de la construcción, tanto en su mampostería, estructura y herrajes, como en los frisos y molduras rectos, semicirculares o curvos que le otorgan un sentido de contraste.
Fueron muchas y variadas las iniciativas. Por ejemplo, con motivo de la conmemoración de la Revolución de Mayo de 1810, fue el Club Español quién conformó una Comisión que se encargó de la realización del “Monumento a los Españoles”.
Al principio nace con el nombre de Sala Española de Comercio, para pasar después a llamarse Casino Español y luego Club Español.
Así es el Club Español
Apenas se ingresa al edificio se advierte la presencia de una imponente escalera de honor construida con mármoles traídos, especialmente, de España e Italia, combinando con maestría sus tonalidades y trabajada con calados y tallados a cincel. Es una verdadera joya escultórica.
La primera curiosidad que se advierte es que la obra estuvo a cargo de Enrique Folkers, que no era español sino holandés. Duró 28 meses y fue inaugurada oficialmente en 1912.
Sucedió que la asociación llamó a un concurso internacional para su realización y el ganador resultó Folkers. Se trató de un caso particular, ya que, por lo general eran otros arquitectos –entre ellos, Julián García Núñez– los encargados de las construcciones solicitadas por la colectividad.
Otro dato pintoresco es que los ascensores fueron donados por la Infanta Isabel y colocados en 1911. Tienen asiento y todo.
El Salón Imperial del primer piso está decorado en perfecto estilo de época, con telas del pintor Julio Borrell que cubren paredes y techo, con ocho impresionantes arañas tipo imperio de cristal de Roca Checoslovaco.
Un piso más arriba se encuentra el Salón Mayor, que sorprende con una delicada mampara realizada en roble canadiense con vidrios espejados, que lo divide con su sala de recepción.
Cada rincón del Club Español sorprende por la profusión de mármoles, frescos, pinturas, jarrones esculpidos. La Bailadora, de Mariano Benlliure, es realmente bellísima.
Pero la gran joya está en el subsuelo. Allí se encuentra el Salón Alhambra que es un verdadero alarde de arte árabe con reproducción de los principales ámbitos de la famosa Alhambra de Granada.
El edificio remata con un cupulín de cobre con una escultura de un genio alado, obra de Torcuato Tasso y Nadal.
Fotos: gentileza clubespanol.com.ar.
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