Fue a mediados del siglo XX cuando ciertos sectores de la burguesía rosarina comenzaron a advertir, con cierto grado de alarma, la invasión de extraños edificios calificados como "adefesios urbanos" en el área céntrica. En ese entonces, esa nueva corriente rompía con los acuerdos tácitos en torno al vocabulario del lenguaje clásico que compartían la ciudad de los artesanos y la de los palacios comerciales y de renta.
Estas nuevas y extravagantes construcciones se prodigaban en motivos florales o geométricos, piruetas de hierro forjado y un uso desenfadado de mayólicas y grandes paños vidriados que, destacándose sobre el zócalo regular de la urbe, proclamaban su indiscutible condición cosmopolita. En su mayoría, eran promovidas por los nuevos grupos de inmigrantes enriquecidos y consolidados socialmente, los que envolvían sus instituciones, negocios y residencias con los arreglos innovadores del art nouveau primero y el art déco después.
En el marco de estas incursiones se destacó, por ser la más prolífica, la relación establecida por el rico empresario del pan Juan Cabanellas y el arquitecto mallorquín graduado en Barcelona Francisco Roca i Simó. De este vínculo han quedado para la ciudad de Rosario cinco edificios de una calidad que acreditaría su inclusión en los inventarios del modernismo catalán, movimiento que Roca conocía perfectamente y cuyos principios tuvo ocasión de aplicar en estas obras.
Y una de las obras más destacadas, que incluso lleva el apellido del empresario del pan, es el Palacio Cabanellas.
Revestido en símil piedra y concebido por su dueño como edificio para alquiler de locales comerciales en la planta baja y cinco pisos para viviendas y una opción de gran hotel que no se llevó a cabo, ocupa la esquina sureste de las calles Sarmiento y San Luis, y fue construido en el año 1916 bajo la dirección de Luis B. Laporte.
#DatoCementero:
Con la llegada del modernismo, a los distintos volúmenes que conformaban el edificio, como círculos, semicírculos y rectángulos, se les realizaba un tratamiento de almohadillado y color. Este proceso también se aplicaba a los remates y articulaciones de hierro forjado y cobre, que adornan los balcones y coronan la cúpula del edificio.
En esta obra también participó el escultor Masana, quien hizo el ornamento escultórico de la fachada, la cuál tiene como función una necesidad decorativa sobria y enérgica inspirada en motivos orgánicos.
El hall de ingreso que está ubicado en la fachada norte y contiene una escalera semicircular que vincula los departamentos de mayor jerarquía y mayor tamaño. La fachada presenta un basamento claramente definido, jerarquizándose la esquina por la presencia de un volumen cilíndrico de mayor altura donde se asienta la famosa cúpula apuntada.
El Palacio Cabanellas es una muestra más de la formidable capacidad de los artesanos de la época para el tratamiento del volumen, remates y articulaciones de hierro forjado y cobre que adornan y coronan su cúpula, recubierta por pequeñas piezas de vidrio de colores que le dan gran luminosidad y levedad, como así mismo los azulejos que se encuentran en la parte superior y entre las ventanas.
Restaurado en el año 2000, el Palacio forma parte del listado de Obras y Sitios de Valor Patrimonial de la Municipalidad de Rosario.
Lamentablemente, para la historia ciudadana, es uno de los pocos edificios cuyo estilo se encuadra claramente en el modernismo catalán imperante en los comienzos del siglo XX que quedan aún en pie.
Fotos e información: gentileza Palacio Caballenas.
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