Buenos Aires siempre fue considerada como la París de Latinoamérica y Rosario la Chicago o la Barcelona argentina.
Entrado el siglo XX, ciertos sectores cultos de la burguesía rosarina comenzaron a advertir con creciente alarma la invasión del área céntrica por parte de extraños edificios que inmediatamente fueron calificados de “adefesios urbanos”. Se trataba de una nueva corriente que rompía los acuerdos tácitos en torno al vocabulario del lenguaje clásico que compartían la ciudad de los artesanos y la de los palacios comerciales y de renta.
Estas nuevas y extravagantes construcciones se prodigaban en motivos florales o geométricos, insólitas piruetas de hierro forjado y un uso desenfadado de mayólicas y grandes paños vidriados que, destacándose sobre el zócalo regular de la urbe, proclamaban su indiscutible condición cosmopolita. En su mayoría, eran promovidas por los nuevos grupos de inmigrantes enriquecidos y consolidados socialmente, los que envolvían sus instituciones, negocios y residencias con los arreglos innovadores del art nouveau primero y el art déco después.
En el marco de estas incursiones se destacó, por ser la más prolífica, la relación establecida por el rico empresario del pan Juan Cabanellas y el arquitecto mallorquín graduado en Barcelona Francisco Roca i Simó. De este vínculo han quedado para la ciudad cinco edificios de una calidad que acreditaría su inclusión en los inventarios del modernismo catalán, movimiento que Roca conocía perfectamente y cuyos principios tuvo ocasión de aplicar en estas obras.
Una de las más notorias, sin dudas, es el edificio de rentas Remonda Monserrat, conocida también como “la Casa de los Dragones”, en la esquina de San Lorenzo y Entre Ríos, donde hoy funciona el bar La Sede.
#DatoCementero
Miguel Monserrat i Simó, empresario detrás de varios de los edificios que hoy pertenecen al patrimonio edilicio de Rosario, siempre fue fiel a sus raíces. Por eso, buscó que la arquitectura de sus emprendimientos tuviera que ver con su tierra natal. La Casa de los Dragones, construida en el año 1915, es un claro ejemplo del Modernismo Art Nouveau. En el edificio se destaca una gran capacidad artesanal en el trabajo del hierro, el uso de los azulejos, mosaicos y vitrales con ornamentación de motivos zoomorfos, antropomorfos y heráldicos.
Construido en 1915 como edificio de rentas, se destaca por una gran capacidad artesanal en el trabajo del hierro, el uso de los azulejos, mosaicos, vitrales con una ornamentación que aprovecha motivos zoomorfos, antropomorfos y heráldicos, siempre inscriptos dentro de las derivaciones del Art Nouveau Español.
Además de su arquitectura, el palacio Monserrat es muy reconocido desde el punto de vista cultural por alojar el tradicional y emblemático Bar La Sede, la Sala de Teatro Independiente, el Sub Concert, Oliva Libros y espacios nuevos como: On Gallery (espacio de arte/galería) y Hige Hostel (vacaciones en un palacio).
Sin dudas, se trata de un edificio que a través del tiempo supo ir adaptándose en su uso y al día de hoy es un multi espacio cultural rosarino.
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