“¿La arquitectura es ciencia o es arte? Una cosa y la otra junta. Arte útil, el más útil de todos, y Ciencia al mismo tiempo para satisfacer las necesidades y ambiciones de la Humanidad.” - Mario Palanti.
Se prenden las luces y aparece nuevamente Carlos Thays en escena. Será que Barrio Parque, Palermo Chico, o como se lo conoció en sus comienzos Barrio Grand Bourg, tiene su sello irrevocable.
La zona fue diseñada en 1912 por quien, en aquellos años, fuera el director de Parques y Paseos Públicos, el arquitecto y paisajista Carlos Thays quien dejó su trabajo plasmado en estas bellísimas calles con diagonales y adoquines.
Lo cierto es que se trata de una zona residencial del barrio de Palermo. Aquí, donde se destacan las curvas e irregularidad de su traza urbana, las diagonales hacen que se pierdan los puntos cardinales entre ondulantes veredas de raíces antiguas que buscan el cielo.
Una paleta de verdes se funde en el paisaje y una residencia, la Casa Redonda presume su belleza entre embajadas y mansiones de ricos y famosos.
Sumida en un bajo perfil, sin ruidos ni estridencias, la residencia forma parte del legado italianizante de la ciudad de Buenos Aires. Fue construida en 1922 por el conocido arquitecto italiano Mario Palanti (1885 -1978) famoso por su obra maestra, el Palacio Barolo.
Junto al arquitecto Algier, plasmaron una obra arquitectónica de singular morfología.
Su exterior, un tesoro delle cittá, ecléctico, con elementos de la corriente art Nouveau. Me quedo muda de detalles puertas adentro, ya que sus dueños e historia se mantiene en el anonimato.
#TipCementero
Desde Cementos Avellaneda cuentan a Para Ti Deco que las caras del portón representan al hombre mirando al mundo, representando el pensamiento grande de donde habita. Fueron armadas por un carpintero italiano y los rostros son tallados hacia adentro. La casa también tiene una escalera hecha a medida de 24 escalones de mármol de Carrara traído especialmente de Italia. Un dato secreto: tiene dos pasadizos secretos y a uno es imposible acceder actualmente, lo que hace a la casa más misteriosa aún.
La intersección de las calles Ortiz de Ocampo y Eduardo Costa tiene un misterio y no trataré de develarlo.
El buque Príncipe Umberto partió de Génova en marzo de 1910 y Palanti de 25 años, formado en la Academia di Belle Arti di Brera, traía grandes expectativas para el nuevo continente. El destino era el puerto de Buenos Aires.
A bordo viajaba la Comisión Oficial italiana encargada de la construcción del pabellón nacional para la Exposición del Centenario de la Revolución de Mayo que se celebraría en la ciudad.
Las primeras obras de Mario Palanti se levantan entre conflictos sociales y políticos, crecimiento urbano y producción económica sobresaliente.
El sector dirigente buscaba una estética nacional, gran parte lo plasmaría la edificación privada y otra parte la obra pública que caracterizaría a Buenos Aires para siempre.
Para 1913 se estrena en Buenos Aires el primer subterráneo, la extensión de las líneas férreas ya existentes y en la década de 1920, el colectivo. Una ciudad que hacía uso de las nuevas tecnologías y se daba el lujo de contratar grandes y afamados profesionales para desarrollarlas adaptándose a la modernidad. En este contexto es que surgen las primeras obras de Mario Palanti, nacido en Milán.
Palanti se lució con las posibilidades de los materiales constructivos modernos que serían la base para la arquitectura “Dell ‘Era Moderna”.
Entre 1910 y 1933, realizó un total de treinta y siete obras en el Río de la Plata. Era una nueva generación histórica para la construcción y el arquitecto utilizó los sistemas constructivos como el bloque “Palandomus” que intentaban ser portadores de una nueva estética.
Palanti trabajó en la Argentina por tres décadas, alternando su labor con viajes a su Italia natal hasta el último en 1958 para quedarse definitivamente en Milán.
En Buenos Aires se vinculó con personalidades del poder local, recibiendo encargos como rascacielos, casas particulares, palacios y edificios de renta, siendo la etapa más productiva del arquitecto.
Un escenario metropolitano de matriz ecléctica narra la poesía de la arquitectura rioplatense. La Casa Redonda cuenta con más de 800 metros construidos que se encuentran distribuidos en dos plantas.
Se la conoce como la residencia privada más importante que hizo Palanti pero, como se perdieron de vista las fuentes documentales en cuanto a su origen, se dice que Palanti & Algier fueron contratados por la familia Fevre, dueña de una concesionaria de autos Chrysler que estaba situada frente a la casa.
La conocida familia Soler también vivió en la propiedad. Años más tarde y hasta 1980 el inmueble fue sede de la Embajada de Irán, estando en el poder el Sha Mohammad Reza Pahlavi.
Tiempo después, en 2017, la compañía Argentina Mobili decidió alquilarla y restaurarla para abrirla como galería de arte. Por esos años, abierta al público fue posible ingresar con la excusa de visitar el showroom de reconocidas marcas internacionales como Fendi Casa, Roberto Cavalli Home, Molteni & C entre otros.
Los distintos ambientes de la casa estuvieron adornados con objetos y muebles para la venta. Al frente, el portón de madera con relieves evoca a Dante (autor de la Divina Comedia) y su musa, Beatrice, que parecen proteger la entrada de esta joya arquitectónica.
Algunos aseguran que esta casa tiene detalles del Barolo inaugurado en 1923, más sabiendo que hablamos del mismo arquitecto.
Desde afuera, se destacan los faroles y las rejas ornamentadas con incrustaciones florales y un arco de recepción que simula un pórtico a otro plano. Espiando desde el exterior, los vitrales, las galerías del medioevo italiano y hasta una espectacular torre con mirador de estilo italiano contrasta con las casas estilo tudor y petit hotels aledaños.
Su partner in crime para esta obra, Ricardo Ulrico Augusto Algier era amigo personal de Palanti y contaba con gran producción propia contabilizándose más de 100 obras. Según el investigador de patrimonio Alejandro Machado, “esta es la única obra que firman juntos”.
Para su desarrollo se eligió la empresa constructora Castiglioni y Colombo, quienes ya habían realizado otras obras con Palanti.
Los vecinos se preguntan de quién es, y por qué está cerrada desde hace años. No es una vivienda cualquiera, sino una gran mansión con tintes art Nouveau en perfecto estado de conservación.
La casa de Palanti y Algier tiene una superficie edificada de 810 m², mientras que la parcela posee 466 m².
Según datos de catastro la casona está catalogada como Patrimonio Arquitectónico y Urbanístico de la Ciudad, y cuenta con protección estructural que, de acuerdo con la Ley 3056, por ser un edificio anterior a 1941, impide ser demolida o modificada.
La casa está en excelentes condiciones edilicias, hecho comprobable desde el exterior, aunque detenida en el tiempo. Algunos aseguran que sus dueños viven fuera del país, razón por lo que se encuentra cerrada.
Cada noche, alguien se ocupa de que las farolas se enciendan. Las miradas de los transeúntes espían, como esperando encontrar alguien que goce vivir en tan magnífica residencia.
Volviendo al parecido con el Barolo y su alusión a La Divina Comedia, esta se divide en tres cantiches, INFERNO, PURGATORIO Y PARADISO.
Pasan los días y las puertas siguen cerradas y me pregunto, si como algunos dicen remite al Barolo, entonces cuál de los tres cantiches refiere la Casa Redonda… ¿Será Infierno, Purgatorio o Paraíso? La casa guarda un misterio y no trataré de revelarlo.