“La ciudad debe devolverle al hombre lo que le quitó: la luz y el aire, el espacio y el tiempo”. Amancio Williams, arquitecto.
Octubre de 2013, Mar del Plata. La ciudad con mar, la feliz, la de los poemas de Alfonsina tenía algo más. En mi lista de paseos había agendado la casa de Amancio Williams, la “Casa del Puente” en el parque Pereyra Iraola.
Un alambrado bajo escondía una gran obra. Para entonces el cartel de ingreso rezaba - multiespacio patrimonial, reserva ambiental urbana, paisaje cultural -.
Un tímido sendero marcaba el camino y los frondosos árboles oficiaban de santuario de aves. Dicen que ni un roble fue derribado para la construcción de la casa. Los terrenos delimitados por las calles Matheu, Rodríguez Peña, Dorrego y San Juan eran propiedad del ingeniero Emilio Mitre.
Tras su muerte, el litigio sucesorio del año 1915 trajo la venta de los lotes que fueron adquiridos por Matilde de Anchorena quien rápidamente la convierte en un parque forestado con robles europeos.
Para 1942 y gracias a un remate público Alberto Williams (1862-1952) junto a su esposa Irma Paats compran dos hectáreas de parque en el actual barrio Pinos de Anchorena.
Alberto fue músico, compositor, docente, escritor y poeta. Nacido en una familia que fomentó el arte se volcó a la música desde temprana edad. Viajó a Paris donde estudió y a su regreso al país en el año 1882 trabajó intensamente por la cultura nacional. Fue uno de los fundadores del Conservatorio de Buenos Aires, que también dirigió. Presidió la Comisión Nacional de Bellas Artes y la Asociación Argentina de Conciertos e intervino en la sinfonización del Himno Nacional Argentino.
Amancio Williams (1913-1989), uno de sus ocho hijos, estrenaba su título de arquitecto para la década del 40. En la facultad había conocido a Delfina Galvez Bunge (1913-2014) con quien se casa en 1941. Delfina, también arquitecta fue presidenta de las Asociación Argentina de Mujeres Hispanistas.
Alberto le encarga a su hijo una residencia de verano en Mar del Plata que sería su casa estudio hasta su muerte en 1952.
Parte de la familia se opone a la magnitud de la obra, ofreciendo un fuerte rechazo a la estética, sin ornato, en altura, sumado a las dificultades técnicas que se presentaban en la geografía natural de emplazamiento.
Para esto, Amancio debía desplegar una tecnología de vanguardia. Algunos creen que se trata de un concepto de construcción que se estaba gestando en Europa, con exponentes como Frank Wright y Le Corbusier.
Una vivienda que solo podía haber sido pensada para madurar los nuevos materiales y concepto de una nueva era, la era moderna.
Nada más y nada menos que una obra que pertenece al grupo de las diez casas más importantes del siglo XX.
Digamos que Williams abre el portal a la modernidad arquitectónica en estas latitudes. Un académico de la Academia Nacional de Bellas Artes y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires, son títulos que le otorgan por su rol docente e investigador porque más allá de diseñar, fue escritor y docente.
La primera mitad del siglo XX fue escenario del nacimiento de un nuevo paradigma, nacía la Arquitectura Moderna o Movimiento Moderno en Arquitectura. Las guerras mundiales habían fracturado el tejido urbano, razón por la cual reconstruirlo era una premisa.
Para 1919 la Bauhaus, una escuela de artes y oficios en Alemania abrió las ventanas al movimiento internacional. Una década después, en 1928 un semillero de 28 arquitectos jóvenes se reuniría en Suiza frente a un nuevo desafío, el CIAM (Congreso Internacional de Arquitectura Moderna). Esta tenía el objetivo de analizar y planificar la nueva arquitectura.
Dejando atrás la monumentalidad rompe con el canon del historicismo priorizando las formas elementales, asimétricas y abiertas. El surgimiento del hierro, el acero, el vidrio y el cinc inicia una nueva forma de construcción. Claramente el movimiento moderno deja atrás a la arquitectura clásica dando prioridad a la funcionalidad donde la forma esta ahora de modo prioritario al servicio de la función.
Una casa singular plantada sobre un arco de 19 metros de hormigón a la vista, martelinado y tratado químicamente une las márgenes del arroyo “Las Chacras”.
La casa fue diseñada y construida entre 1943 y 1946 por Amancio junto a su esposa Delfina sobre un punto natural, el arroyo que en aquel tiempo cruzaba el terreno y marcó un punto de partida como disparador del diseño.
Una caja arquitectónica pura de 9 x 27 metros, con líneas curvas dibujadas sobre la corriente de agua abriéndose a la luz que ingresa con el entorno natural por ventanales corridos que como pantallas reproducen la vida en el exterior. Asimismo, desde el exterior el reflejo del verde en el vidrio la vuelven orgánica, camuflada por el paisaje.
Dos escaleras se funden en el ingreso hacia las áreas comunes para dar lugar a una suerte de galería que se la ha comparado con la morfología de “casa chorizo”. Para 1957 el curso de agua del arroyo “Las Chacras” fue saneado y el agua dejó de correr.
Materializar el Modernismo fundiendo hormigón entre la copa de los robles, fue épico. La casa es, sin dudas, la ópera prima de Amancio, marcando un nuevo movimiento en nuestro país, razón por la cual es considerada objeto de estudio y admirada por sus colegas.
Conocida como “La casa sobre el arroyo” o “La casa del puente” fue vivienda del compositor y cuna de una suerte de objetos y muebles de diseño que ensamblaban a la perfección las nuevas formas modernas.
El piso de la vivienda, menos los cuartos de baño, está conformado de adoquines de algarrobo colorado. La carpintería en el interior con divisiones internas está realizada en terciado de cedro con guardacantos de nogal.
Los artefactos de iluminación fueron diseñados por Amancio Williams, realizados en bronce y vidrio opalino. Se destacan los muebles de autor, la Silla BKF (Grupo Austral), el Sillón versión moderna de un mueble popular conocido como Sillón Zafari (Amancio Williams), un Chaise Longue LC 4 (Le Corbusier, Charlotte Perriand y Pierre Jeanneret) y el Sillón Le Petit Modèle Lc2 (Le Corbusier) y un piano Blüthner de cuarto de cola.
Tras la muerte de Williams la casa es heredada por su hija Irma. Ella vive allí hasta que en 1968 decide venderla.
Años más tarde se usó para albergar una radio entre 1970 y 1977 que fuera clausurada durante la última dictadura militar. Se cerró y fue mantenida hasta 1991 para luego ser víctima del vandalismo y saqueos. Ha tenido dos grandes incendios, en 2004 y 2008 y fue abandonada.
Para 2011 había sido declarada Monumento Histórico Nacional y se proyectaba una gran inversión para su puesta en valor con el compromiso de recuperarla.
La obra de restauración se está desarrollando en conjunto con la DNA y la DNGO, con la colaboración del Municipio de Gral. Pueyrredón. Los trabajos en la casa principal comprenden el reacondicionamiento de la cubierta, las fachadas, mamposterías, revoques, cielorrasos, herrería y elementos metálicos, carpintería, mobiliario y equipamiento para interiores.
Muchos amigos de la familia donarán objetos y mobiliario que fuera parte de la vida familiar de la vivienda.
Gracias a la gran tarea de puesta en valor se volvieron a ver el color de las barandas, las escaleras de acceso, se recuperó el cielorraso y paredes de la escalera marinera que da acceso a la azotea y falta muy poco para reinaugurarse.
Moderna, racionalista y de vanguardia, al nivel de las obras de Mies Van der Rohe y Walter Gropius resulta una síntesis perfecta de una nueva concepción arquitectónica que hoy ya pasó a libros de la historia de la arquitectura.
Su lectura se apropia ante los ojos que la ven, será casa chorizo, caja de cristal, plana como la pampa o nave flotante cercana al mar. Lo cierto que es única, de avanzada y nuestra.
Muy pronto se abrirá al público en general como museo y centro de expresión artística seguramente como su ideólogo la hubiera soñado.
Mar del Plata ahora también tendrá “La casa sobre el arroyo”, generando una conciencia pública como patrimonio nacional al mundo.
Gracias @casasobreelarroyo.