Hacia fines del siglo XIX, el comerciante y terrateniente Ambrosio Olmos, quien fuera gobernador de Córdoba, adquirió unas 11.000 hectáreas de campo a 25 km de Rio Cuarto. Allí destinó sus tierras a la cría intensiva de ganado para proveer al Ejército Nacional en campaña en su lucha en la frontera con el indio, entre el antiguo pueblo San Bernardo y el Paso del Durazno, en su avance por ganar territorio al "salvaje".
Una vez fallecido Olmos, en 1906, su esposa y viuda, la más tarde Marquesa Pontificia Adelia María Harilaos de Olmos heredó las tierras y otras propiedades.
Entre 1910 y 1920 ordenó nuevas construcciones, convirtiendo a la estancia en un distinguido y confortable palacio. Allí, un pórtico inicia un extenso camino de tierra arbolado de plátanos frondosos que custodian el ingreso con el ladrido de los perros.
Una residencia familiar, de ecléctica y suntuosa arquitectura, ostenta también un exquisito mobiliario en el interior del palacio que se abre a varias salas, una de ellas llamada Adelia María, en honor a la marquesa y propietaria del lugar.
El comedor, diversas habitaciones y el gran salón con salida al patio, en cuyo centro se destaca una fuente de estilo clásico y adornos con figuras de leones y ángeles además de estatuas, farolas y herrerías traídas de Europa. Todo era ostentación de riqueza de la que pocos pudieron hacer alarde en estas tierras.
La piscina, una exquisita capilla gótica y el salón de té construido en 1921. Lo imagino luciendo vajilla primorosa en ese recinto de forma sexagonal al que se asciende por firmes y pronunciadas escalinatas.
La usina eléctrica, una torre mirador que cumplió funciones de palomar y tanque de agua. Entre árboles, un invernáculo de vidrios repartidos fue construido en 1892. El lago artificial con agua que se desviaba por medio de las acequias desde Rio Cuarto.
La antigua escuela para los hijos de los empleados y colonos, un chalet de huéspedes, un pequeño zoológico, campo hípico, el lavadero de la estancia, el tambo y la primera quesería que data de 1880. Un recorrido en letras que se hace imagen fácilmente, componiendo escenas rurales que barre el viento.
Una amplia avenida de eucaliptos marcaba el paso a la casa del mayordomo, allí guardaría una gran historia. Con la muerte de Olmos, la administración quedó a cargo de Samuel Andrew, padre de Edgar Andrew, uno de los dos pasajeros argentinos que viajaba en el Titanic, y no sobrevivió a la tragedia. (Violet Constance Jessop era camarera, la argentina sobreviviente).
Aquí me detengo porque como imán, me acerco a la apasionante y trágica historia de Edgar, contada hoy por sus sobrinos nietos que acunan el recuerdo celosamente a través de los años.
Edgar Andrew nació el 28 de marzo de 1895 aquí, en la estancia El Durazno. Su padre, el inmigrante inglés Samuel Andrew, se había establecido allí con su esposa Annie Robson, durante la década de 1870; ambos originarios de Whitby, Yorkshire. Tuvieron ocho hijos, de los cuales Edgar era el menor.
En 1911, a los 16 años, Edgar fue enviado a Inglaterra para estudiar maquinista naval. Dicen que amaba el campo y la obligación que lo llevaba a viajar por estudio no lo entusiasmaba, aun así, cumplió con el mandato familiar. El hermano mayor de Edgar, Silvano Alfredo, había sido el primero de los Andrew en dejar la estancia para estudiar en Inglaterra.
Luego de graduarse viaja a Estados Unidos y en 1912 entabla relaciones formales con una viuda millonaria, Harriet Fisher por la que abandonaría la carrera naval y la ciudadanía argentina para destacarse como ejecutivo en la industria metal mecánica.
Alfredo invitó a su hermano Edgar -a quien le llevaba 12 años- a su casamiento en Nueva York. Edgar acepta y compra un boleto para asistir a la boda de su hermano, pero, a causa de una huelga de carboneros, ese viaje se suspende porque las navieras otorgaron todo su carbón para abastecer al evento histórico más importante, el viaje inaugural del transatlántico Titanic "el insumergible" que el Dios Neptuno se ocupó de callar.
Edgar tenía pasaje para New York en el Oceanic, previsto para partir el 17 de abril de 1912 pero tuvo que cambiar la fecha de su partida ya que el Titanic zarpaba el 10 de abril, días antes.
Edgar esperaba a su amiga Josefina Cowan, hija también de inmigrantes británicos residiendo en Belgrano. Pero el cambio de pasaje cancelaba su encuentro y deja una carta premonitoria a Josefina a quien no podría recibir por su apresurada partida. "Figuresé Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada orgulloso, pues en estos momentos desearía que el Titanic estuviera sumergido en el fondo del océano".
A las 23.40 del 14 de abril de 1912 cuatro días después de zarpar, y a unos 600 km al sur de Terranova el Titanic colisiona contra un iceberg y durante casi tres horas se sumerge en las aguas heladas del Atlántico. Una expedición en el año 2000 halló restos del naufragio.
La valija de Edgar, impresionantemente conservada, dicen por ser de cuero, material que repele los microorganismos que comen la materia orgánica del fondo del océano, contenía más de cincuenta objetos del argentino que son un tesoro. Algunos de ellos pueden verse en el Museo Virtual de Egdar Andrew.
La estancia "El Durazno" fue donada a los salesianos por la viuda de Olmos, con quien no tuvo hijos. Hoy es la escuela Agrotécnica Salesiana "Ambrosio Olmos".
Difundir tan profunda historia, tanto como los metros que nos separan de las profundas aguas donde yace el Titanic, es un acto develador de las conductas y procederes de los seres humanos, para bien o no…
El resto es la historia que muchos conocemos. La de Edgar única, como las de las 1523 historias que dejaron de escribirse en el naufragio.
Texto: Silvina Gerard @silvina_en_casapines.
Silvina agradece a @museo_virtual_edgar_andrew y @museodelcarruaje.