“Más que tierra eres cielo, campo nuestro” - Oliverio Girondo.
Se dice que el nombre de Lobos nace por definición de la gran cantidad de nutrias que habitaban la laguna en aquel tiempo, y que eran conocidas como "lobos de agua" o "lobos de río". Otros atribuyen su nombre a los perros cimarrones que merodeaban la zona y que tenían similitud con los lobos.
Lo cierto es que son muchas las historias que acunan esta porción de territorio bonaerense que, en 1768 por Real Cédula, se dispuso en virtud de la creación de varios puntos defensivos entre ellos el de "Lobos" como defensa en la lucha por la frontera de las pampas.
Para 1840 se conocía por boticario al negocio de farmacia. Don Orestes Piñeiro y su hermano Don José, ambos farmacéuticos, adquirieron tierras en el registrado cuartel 6 del partido de Lobos. Eligieron el nombre de "Los Pontones" para la estancia.
La campaña estaba destinada en sus inicios a la cría de ovejas. Para entonces la provincia de Buenos Aires era un territorio ovejero. La ventaja que tenía este animal sobre las vacas era que las primeras tenían pariciones más rápidas, con más crías y se explotaba tanto la lana como la carne que era destinada a los saladeros para su proceso de conservación y exportación.
Años más tarde, Don Orestes se une en matrimonio con Candelaria del Mármol y en su honor le cambia el nombre a la estancia por el de su reciente esposa nombrándola "La Candelaria".
Ambos presumiblemente esperaban poblar de niños tan vasto territorio, lo que no sería tarea fácil. Orestes y Candelaria del Mármol viendo pasar el tiempo sin descendencia natural deciden adoptar a una niña que llamaron Rebeca.
Rebeca crece como única hija del matrimonio y 1890 se casa con Manuel Fraga, hijo mayor de los Fraga Calveyra oriundos de Gualeguaychú, Entre Ríos. Manuel comienza a participar en la administración del campo en calidad de hijo político, ganando confianza en la familia.
En recuerdo de su luna de miel por Europa y probablemente encandilados por el valle de Châteaux de la Loire del corazón de Francia, proyectaron una residencia a imagen y semejanza de estos, imaginando una campiña pampeana a la europea.
Con la asistencia de arquitectos y constructores, Fraga decide construir un castillo en 1894, rodeado de un parque y bosque poblado de estatuas, fuentes y glorietas.
Inspirado en los castillos franceses, presume una arquitectura distinguida, elevando la construcción por sobre la pampa salvaje, fértil de silencio que asoma en el monte, donde los sentidos se agudizan y el tacto crudo de gastado conoce de sogas y riendas, aperos y cueros.
La obra tomó casi diez años y para 1898 estaba terminada gran parte de la construcción para ser habitada por Rebeca y Manuel.
Para desarrollar su obra contratan al arquitecto francés Albert Favre y al paisajista Charles Thays, responsable del diseño del jardín y del incipiente bosque de 40 hectáreas.
Los jardines de Thays siempre contaron con largas avenidas de casuarinas, pinos y robles. Aquí, 240 especies de árboles, arroyos artificiales, puentes y esculturas que denotan la prosperidad de las estancias bonaerenses de 1900.
Don Orestes fallece en febrero de 1904 y es Manuel quien continúa al mando del establecimiento, acrecentando la explotación ganadera hasta que en 1909 fallece Doña Candelaria y Manuel Fraga asume la dirección total de la estancia.
Bajo su conducción concurren a los certámenes y concursos de sociedades rurales obteniendo altísimas distinciones con ejemplares de Shorthorn, Hereford, Aberdeen Angus y con Merino Argentino, Lincoln y Hampshire Down. Manuel expande la tarea del campo con la cría de caballos de carrera siendo Grease Paint, Puro Habano, Bopal, algunos de los padrillos reconocidos. Contaban con 12.000 hectáreas de tierras en una zona agropecuaria que se extendían desde la estancia, a ambos lados de la ruta, hasta el pueblo de Roque Pérez.
Manuel Fraga se dedicaba a las actividades productivas en La Candelaria, pero también se distinguía su participación social en el partido, tanto es así que ocupa el cargo de Intendente Municipal de Lobos en 1921.
Fraga fallece en 1935 y su viuda recurre al menor de sus cuñados, Roberto Fraga para ofrecerle la dirección de la estancia.
Rebeca Piñeiro de Mármol por su parte se dedicó a obras de caridad, fundando la "Hermandad de Beneficencia" y la colonia de vacaciones que lleva su nombre en un sector de la estancia al cual concurrían grupos de niños durante los veranos de manera gratuita. Dicen que aún hoy se pueden ver algunos de los pabellones destinados a aquella actividad, sobre la ruta 205 km 118 a mano izquierda camino al sur.
La Capilla Panteón de "La Candelaria" fue inaugurada el 2 de mayo de 1937, dos años después de haber quedado viuda. El Cardenal Primado Monseñor Santiago Luis Copello preside la ceremonia inaugural. Allí descansan los restos de Don Orestes, Doña Candelaria y Manuel.
Tiempo después, en 1940 Rebeca fallece y sin hijos decide con premura a su muerte redactar el testamento a favor de su cuñado Roberto, con excepción de la colonia de vacaciones que debía pasar a manos de la “Hermandad de Beneficencia” para continuar con la tarea. Su cuerpo también descansaría en la capilla de la estancia.
En ese mismo año, 1940, Roberto Fraga contrae matrimonio con Pura Isella Calo, con quien tuvo cuatro hijos: Rebeca, Roberto, Rosendo y Marcelo.
Años más tarde, luego del fallecimiento de Pura Isella, Roberto vuelve a casarse. Junto a su nueva esposa, Ema Frías tienen otros dos hijos, Enrique y Carlos.
En 1965 Roberto Fraga padre fallece y la estancia se fracciona entre su última esposa y sus seis hijos herederos.
La estancia se vende en 1980 y pasa a nuevos dueños. Es entonces cuando comenzó la tarea de revisión de cada una de las áreas y posterior inversión para dar comienzo a la remodelación del castillo y sus áreas de trabajo.
Fueron restauradas y puestas en valor tanto la parte externa como interna. El castillo presume tres estilos claramente reconocibles: nórdico normando en sus cortes principales, torres y techo de laja de piedra; gótico inglés en sus arcos ojivales, y barroco en las aberturas de planta baja y primer piso.
Ingresando al castillo se puede ver un vestíbulo como eje de distribución, presidido por una gran araña de cristal traído de Murano, Italia. Se distinguen columnas con capiteles de ordenes jónico y corintio.
El comedor principal, de estilo renacentista italiano, con pisos de roble de Eslavonia, paredes de cedro y cielo raso pintado a mano aloja obras de arte y mobiliario exquisito. En la esquina asoma el retiro para fumadores.
Todos los muebles fueron encargados por catálogo a Europa, traídos en barco hasta el puerto de Buenos Aires y transportados en carretas hasta Lobos.
El sistema de calefacción de radiadores permanece como antaño, con un fogonero alimentando el fuego durante las noches. Bello mármol de Carrara enmarca la estufa de hierro fundido de origen belga, enlosada y con mica original. Dicen que en los sótanos estaba la bodega.
La escalera que conduce al primer piso luce un vitraux que permite el ingreso de luz natural que guía el paso a los cuartos superiores, al altillo y a las dos torres.
Diez habitaciones, dos en suites, una en planta baja y la otra en el primer piso con balcón al parque, alojan muebles de época y la comodidad y confort de nuestro tiempo. El dorado y azul real son los colores que predominan en la decoración del castillo, ambos muy usados en el siglo XIX para denotar lujo y opulencia.
Hoy "La Candelaria" se encuentra abierta al público, funciona como hotel y se puede pasar un día de campo.
Entrar en la estancia es redescubrir el esplendor de una época que se enfocó en el buen gusto, la educación y la cultura de quienes dirigían la mirada próspera hacia las nuevas generaciones.
Eran frías las mañanas con escarcha, las pampas marcaban el ritmo de las estaciones con el devenir de las bandadas en las copas de los árboles. Cerca, testigo en piedra, el castillo firmemente sobre el paisaje ligero aguarda a los visitantes, y se hace eco al escuchar una y otra vez contar la historia, su historia.
La Candelaria. Ruta 205, Km 114.5, Lobos.
Texto: Silvina Gerard @silvina_en_casapines.
Fotos: gentileza @estanciacandelaria.